Cáceres se convertía este sábado en el escenario elegido por Micaela Belmont y Fernando Palazuelo para sellar su amor. La actriz peruana y el hermano de Sofía Palazuelo, duquesa de Huéscar, celebraban su boda con más de 250 invitados como testigos de su 'sí, quiero', unas palabras que pronunciaron en la iglesia de Santiago, un imponente templo del siglo XII.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 5 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 5 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Entre los asistentes, se encontraban rostros conocidos como Ágatha Ruiz de la Prada, Teresa Urquijo y Moreno, mujer de José Luis Martínez-Almeida, o miembros del gobierno local. Pero la protagonista indiscutible del día fue la novia, cuyo vestido fusionó tradición, innovación y suponía un bonito homenaje a su país natal.
El segundo look de novia de Micaela Belmont
La hija de Diana Álvarez-Calderón, exministra de Cultura de Perú, escogía un modelo inspirado en los trenzados andinos, técnica que se utilizaba siglos atrás en vestimenta ceremonial o cotidiana, realizada de forma completamente artesanal. Pero esta creación de gruesos flecos, de la diseñadora peruana Ani Álvarez Calderón, escondía una bonita sorpresa para los invitados que, acto seguido, acompañaron a la pareja en el banquete y la fiesta.
Siguiendo la costumbre que tienen las novias contemporáneas de cambiarse a un segundo look para la celebración con el objetivo de bailar cómodamente, Micaela dio un giro al vestido nupcial que lució en la ceremonia. Es decir, en lugar de encargar una creación completamente, se decidió por un estilismo de varias piezas, que pudiese transformar sin complicaciones a medida que avanzara la noche.
Vestido de novia transformable con capa
La ya esposa de Fernando Palazuelo se casó con un vestido desmontable, el cual se componía de dos partes: la base, obra del holandés Jan Taminiau, que era un primer vestido encorsetado en crepé de seda blanco con un profundo escote redondo y románticas mangas abullonadas, largas y acampanadas en gasa, y la capa trenzada, de la mencionada diseñadora peruana, que Micaela llevó encima durante la ceremonia religiosa.
Llegado el momento de la fiesta, la actriz se quitó esta capa de flecos trenzados a dos tonos, entre plata y champán, para dejar que el vestido, sencillo y favorecedor en iguales dosis, brillase por sí solo. En cuanto al calzado, mantuvo los salones de ante color topo que también completaban su look durante la ceremonia.
Como es habitual, retiró el velo de novia, pero un detalle destacó a simple viste: Micaela había añadido a su look un collar que, si bien no se aprecia en las imágenes de las que disponemos, podría tratarse de una reliquia familiar o de un regalo de la familia del novio. Tendremos que esperar para descubrir nuevos emocionantes detalles sobre este enlace de cuento de hadas.