Cuando parecía que ya habíamos visto todos los capítulos de la boda de Selena Gomez y Benny Blanco, Ralph Lauren volvió a sorprender. En un carrusel publicado por la firma en Instagram, se reveló el cuarto look nupcial de la celebrity: un vestido blazer de color blanco, completamente bordado con lentejuelas y rematado con una gran flor en la solapa. Un cierre inesperado para una boda que, desde el principio, ha acaparado toda la atención de Hollywood.
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La blazer, convertida en símbolo del empoderamiento femenino desde los años ochenta, tiene una larga historia en la moda americana. Ralph Lauren la transformó en icono de elegancia relajada, desde las colecciones de los noventa hasta sus reinterpretaciones actuales. En manos de Selena, el diseño cobra un nuevo significado: una novia segura, poderosa, sin miedo a mostrar una versión más desenfadada de sí misma. Combinó el vestido con zapatos de tacón blancos, pendientes de diamantes y un labio rojo, un toque de color que rompía con la pureza del blanco y aportaba una sensualidad muy “Old Hollywood”.
Este look, según se ha revelado, fue el que llevó durante la cena de ensayo, una velada más íntima previa a la ceremonia principal. En las imágenes compartidas por Ralph Lauren, se aprecia la espalda entrelazada del vestido y el brillo sutil de los bordados, un detalle que, en movimiento, debía ser hipnótico. Su peinado, una coleta alta con volumen, y su maquillaje natural con labios rojos componían un equilibrio perfecto entre sofisticación y frescura.
La boda, celebrada el 27 de septiembre en Montecito, California, fue uno de los eventos más comentados del año. La actriz y cantante de 33 años, y el productor musical de 37, unieron sus vidas en una ceremonia rodeada de amigos, familiares y nombres ilustres como Taylor Swift, Paul Rudd, Ed Sheeran, Martin Short y Steve Martin, sus inseparables compañeros de Solo asesinatos en el edificio. Pero si hubo algo que convirtió la boda en un fenómeno cultural, fueron los cuatro vestidos de novia que Selena eligió, todos firmados por Ralph Lauren.
El primero fue un diseño de satén drapeado a mano con escote halter y falda fluida, una reinterpretación moderna de los vestidos de Carolyn Bessette y las divas de los años 30. Después, mostró un vestido con falda de encaje transparente y velo largo, que evocaba la delicadeza del romanticismo clásico. Para la fiesta, optó por un modelo midi con escote off-the-shoulder, perfecto para bailar. Y ahora, este cuarto look —el blazer minidress con flor XL— llega como epílogo perfecto: un guiño a la novia moderna que no teme desafiar los códigos tradicionales.
Días después de la boda, Selena compartió en sus redes un mensaje que conmovió a sus seguidores: “Alex Russo es mamá. Ojalá algún día lo sea yo también”, escribió refiriéndose a su personaje en Los Magos de Waverly Place. La artista ha hablado abiertamente de su deseo de formar una familia y de los retos médicos que le impedirían llevar un embarazo, algo que —como ella misma ha dicho— ya ha aprendido a aceptar con esperanza.
Cada vestido que ha compartido desde entonces parece contar una parte de esa historia. El primero, el de la ceremonia, hablaba del amor clásico. El segundo, del sueño romántico. El tercero, de la alegría y la libertad. Y este último, el blazer minidress, del futuro, de esa versión adulta y segura de sí misma que Selena proyecta hoy. En cierto modo, sus cuatro looks trazan una narrativa visual de crecimiento y reconciliación: de la estrella Disney a la mujer plena que mira hacia adelante.