En un momento en que las redes sociales se inundan de looks de invitada impecables, lograr destacar se ha convertido en todo un arte. Las madrinas, además, juegan en una liga especialmente exigente: deben encontrar el equilibrio entre la elegancia clásica y las nuevas tendencias, mantener la sobriedad sin renunciar a la personalidad, y hacerlo bajo los códigos de estilo que marca el protocolo en estos casos. Colores, volúmenes, tejidos, tocados… cada elección debe comunicar algo.
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Por eso, cuando una madrina consigue brillar sin artificios, solo por su naturalidad y por un trabajo de costura bien hecho, el resultado nunca pasa desapercibido. Es el caso de María que, con un vestido firmado por Sole Alonso, nos ha conquistado por su manera de reinterpretar los códigos del buen vestir. Hoy conocemos su historia.
Un vestido ideal para madrinas del norte
Era la primera vez que María tenía la misión de acompañar a un hijo hasta el altar y por eso apostó por una mano amiga que le ayudara a confeccionar a medida un vestido tan especial. “Vino a mi taller directamente porque nos conocemos desde niñas. Confía mucho en mí”, reconoce Sole Alonso. Partieron de dos cuestiones básicas para perfilar el resultado final: tener en cuenta el lugar de la celebración y la época del año en la que se celebraba la boda.
Fue un enlace que tuvo lugar el pasado 6 de septiembre en Santander, por lo que este look de invitada se reflejaba en las directrices que han seguido otras madrinas del norte, cuyo estilo es reconocible a simple vista: selecto, refinado y con un punto sorprendente. Porque si algo define a estas mujeres es su capacidad para moverse entre dos mundos, el de la elegancia discreta y el de la moda con guiños de tendencia.
La premisa principal estuvo clara desde el principio. “Ella me enseñó fotos de vestidos que le gustaban a modo de inspiración. Todos eran muy sencillos, pero con algún toque especial”, explica. Y así lo dictan los cánones más tradicionales: la estética de un vestido de madrina debe ser cuidada y coherente, no llamar la atención en exceso, pero tampoco pecar de ser demasiado simples.
Un look moldeado en dos partes
Lo primero que decidieron en el taller fue un corte “acorde con su altura y buena planta” y el tejido base. Se acabaron decantando por un satén lavado para la falda, en un color verde grisáceo que no solo le favorecía, sino que resultó ser plena tendencia este año. “Era también lo que más le apetecía. No quería ir de un color que tuviera demasiada fuerza, ella buscaba algo más suave”. Hablamos de un tono profundo, pero discreto, con un matiz grisáceo que queda muy elegante y natural, porque no es nada saturado. Tampoco es demasiado frío, ni demasiado cálido, y aporta siempre una sensación de equilibrio en el look.
“Luego quisimos proponerle un tejido distinto para hacer la parte de arriba, así que teñimos una triple organza con mucho cuerpo, a la que también dimos un lavado para que quedase con ese aspecto envejecido de la falda”, explica Sole. Primero modelaron este cuerpo de manga asimétrica en un maniquí y luego lo probaron en ella.
Sole Alonso nos explica que es un diseño muy especial porque está hecho de una sola pieza y no tiene más costura que la del centro de la espalda. “Eso le da un aspecto sofisticado y muy particular. Cuando María lo vio, le gustó muchísimo”, asegura. Una obra magistral de costura que esta madrina remató con un discreto broche.
Sin embargo, echó en falta un toque de color en la falda, una pincelada de fantasía que le diera el remate definitivo. “Por eso, hicimos unas pruebas para imaginar cómo quedarían unas flores. Poco a poco, el bordado de la falda fue tomando forma y color”.
Los detalles florales son garantía de éxito en los looks de invitada, ya sea en estampados (que se desaconsejan más para total looks de madrina, a no ser que sean muy sutiles), como en pequeñas dosis. Los bordados que aportaban a la falda algo de relieve y volumen resultaron ser la solución ideal para redondear el look.
“Tras la primera prueba, que en realidad es la más aburrida, María estaba un poco inquieta. Sin embargo, después de la segunda, estaba tan sumamente encantada que a la siguiente sesión nos trajo una botella de champán para celebrar lo precioso que estaba quedando su vestido”, recuerda Sole.
Complementos que contrastan y suman
Los complementos, la mayoría de las veces, tienen la capacidad de potenciar este tipo de vestidos de por sí maravillosos. De ahí que María confiara en Mimoki para rematar su estilismo con un tocado.
En este caso, apostó por la naturalidad de la rafia y logró el contraste perfecto para el tono de su vestido, incluyendo un guiño floral que creaba coherencia en el look. “María llevó una flor desestructurada en un tocado alado asimétrico. Es una estructura de rafia moldeada a mano y deshilachada”, nos explican desde la firma. Una pequeña obra de arte que combinó con un bolsito de mano a tono y unos salones del mismo color que el vestido.
La estilista Rebeca Pulido se encargó de maquillar y peinar a María en esta cita tan especial y lo hizo potenciando su lado más natural. Porque a veces, tener el melenita corta puede resultar un reto a la hora de peinarse para ser la invitada perfecta. Y más si eres madrina y debes ceñirte al protocolo llevando un tocado, pero nada más lejos de la realidad. Con ella optó por dejar su melenita suelta con ondas sutilmente marcadas, dejando total protagonismo a este look de madrina perfecto y tan aplaudido en redes.