Federico y Mary de Dinamarca cumplen 21 años de casados. El 14 de mayo de 2004 la pareja contrajo matrimonio en la catedral de Nuestra Señora de Copenhague ante la mirada de centenas de invitados, entre los que había representantes de las monarquías de toda Europa. Una celebración que dejó escenas que aún a día de hoy son recordadas al detalle, como la del entonces príncipe llorando en el altar esperando a la novia, quien llegaba enfundada en un imponente traje nupcial lleno de guiños, y que también ha resultado imposible de olvidar. En homenaje a su aniversario, te contamos los detalles menos conocidos del vestido que la abogada australiana, actual reina de los daneses, eligió para su boda.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
El vestido de novia de Mary de Dinamarca
Quien dos décadas después se convertiría en reina de Dinamarca, confió en el diseñador danés Uffe Frank para la creación de su vestido nupcial. El resultado fue una pieza de alta costura para la que se emplearon 24 metros de satén forrado con seda de organza y 8 metros de encaje irlandés, similar al que constituye el velo.
El vestido presenta un corpiño entallado de escote barco, que destacaba por sus mangas francesas abiertas, conocidas como "mangas cala" por su similitud con la flor del mismo nombre. El corsé desembocaba en una pomposa falda armada con pliegues y una larguísima cola que se arrastraba a su paso en la entrada de la iglesia y aportaba al conjunto nupcial una majestuosidad propia de una princesa.
Algo prestado: un velo de encaje antiguo
Uno de los elementos más simbólicos del atuendo fue el velo de encaje irlandés, una reliquia familiar que fue tejida por unas monjas, según explican las fuentes, y que había sido utilizado previamente por la reina Ingrid de Dinamarca (nacida como Ingrid de Suecia) y sus hijas, las princesas Margarita, Benedicta y Ana María. Esto significa que data, aproximadamente, de las primeras décadas del siglo XX.
El hecho de que la Familia Real cediese a la abogada australiana esta pieza para su casamiento era un símbolo de integración en su linaje como futura reina consorte. Y es que cada pequeño detalle en su look escondía un significado de lo más emotivo, desde el vestido hasta el velo y, por último, su ramo de novia.
La tiara, un regalo de sus suegros
La tiara también fue un regalo de la familia de su nuevo marido, aunque se desconoce todavía su verdadera procedencia. Solo sabemos que Margarita II y el príncipe Enrique de Dinamarca se la obsequiaron a Mary para que la luciera en su enlace. Peinada con un moño bajo de efecto pulido y raya al medio, coronó el estilismo con esta romántica joya elaborada con diamantes sobre una fila de flores de lis.
Los pendientes que eligió fueron creados específicamente para su gran día por la experta Marianne Dulong, que todavía diseña piezas como estas para la actual Reina. Obrados con diamantes montados en platino, se rematan con perlas en forma de pera de los Mares del Sur.
Un recuerdo de su madre fallecida
Estas no fueron las únicas joyas que decoraron el look nupcial de Mary. Hubo una en particular, de gran valor sentimental, que fue mucho más discreta. Si bien Mary tuvo el apoyo de su suegra, la reina Margarita, en todo momento, la australiana dio el 'sí, quiero' a Federico sin su madre allí presente, puesto que había fallecido 7 años antes y ni siquiera llegó a conocer al príncipe heredero, quien hubiera sido su yerno.
Aun así, quiso mantenerla cerca durante la ceremonia y pidió al diseñador de su vestido que cosiera la alianza de matrimonio que había heredado de ella en el interior de la prenda, concretamente en la zona del corazón.
Un ramo de cascada con especies australianas
Terminó su estilismo nupcial con un original ramo con hortensias y rosas blancas en forma de cascada, de Erik Buch. El diseñador floral empleó distintas especies, algunas de origen australiano, como las flores de eucalipto, en un gesto que representaba la unión de sus dos mundos. Asimismo, el complemento contó con un lazo de seda en el que se leía la fecha de la boda junto a un monograma del matrimonio a modo de grabado.
Haz click para ver el especial de ¡HOLA! sobre Mary de Dinamarca, la primera reina consorte del país que ha nacido fuera de Europa y también la primera en el trono danés con una carrera universitaria. Princesa desde 2004, tras su boda con el heredero, Federico, lleva más de 20 años preparándose para el papel que ahora desempeña. ¡No te lo pierdas!