El tenista croata Marin Cilic, de 29 años, ha jugado este sábado el mejor partido de su vida. No ha sido sobre la cancha, sino ante el altar y con la mujer que se ha convertido en su esposa. La iglesia de San Nicolás de Cavtat -a 16 kilómetros al sur de Dubrovnik- se ha vestido de gala para acoger el enlace del jugador con su novia, Kristina Milkovic, licenciada en Psicología y Ciencias Políticas, a la que conoció hace una década en la Copa Davis. Toda la ciudad ha vivido con gran expectación la boda de uno de sus ídolos y fueron muchos los que se agolparon a la entrada del templo para ver el desfile de invitados, que llegaron en coches eléctricos de alta gama de la marca Tesla.
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Como manda la tradición, la estrella de la tierra batida fue el primero en llegar. Muy elegante, con un esmoquin negro con pajarita y flor en la solapa, fue recibiendo a sus familiares y amigos. Minutos más tarde hacía la entrada la novia, que lució un diseño clásico, con escote barco, el pelo suelto ligeramente ondulado y un ramo de peonías blancas. Como guiño a Croacia, Kristina se puso unos llamativos pendientes de oro de Konavle, muy típicos de la zona. Tras la ceremonia, la pareja se fundió en un romántico beso. Mientras, sus seres queridos les tiraron pétalos de rosas blancas.
Después da darse el “sí, quiero”, los recién casados y sus cerca de 400 invitados se desplazaron a Revelin Fortness, donde disfrutaron del banquete nupcial y de la actuación del cantante croata Gibonni, según informa la prensa local. Estaba previsto que los tenistas Goran Ivanisevic y Ana Konjuh acudieran al enlace y se ha rumoreado con la posibilidad de que el tenista suizo Roger Federer hubiera asistido a la fiesta nocturna.
La pareja decidió sellar su amor en Dubrovnik, pues en esa ciudad Marin y Kristina se vieron por primera vez en 2008 durante la Copa Davis. Poco a poco su amistad fue dando paso a otros sentimientos más fuertes y comenzaron su bonita historia de amor. Antes de casarse la pareja convivió en el piso de Marin en Zagreb y a partir de ahí Kristina se convirtió en una asidua a casi todos los partidos del astro de la raqueta. En alguna ocasión el jugador aseguró que su novia le traía “felicidad” a la cancha y que en su abrazo encontró el consuelo después de perder las finales de Wimbledon.