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Jennifer Aniston se olvida de quitarle la etiqueta a su abrigo: 'Lo más triste es que me lo he puesto cuatro veces'


12 de diciembre de 2016 - 13:27 CET

¿Quién no se ha olvidado alguna vez de quitarse la etiqueta de una prenda nueva y ha salido a la calle sin darse cuenta? Pues bien esto es lo que le ocurrió a Jennifer Aniston a su llegada al estreno de su película Office Christmas Party en Nueva York. Radiante con un elegante mono de color negro y un abrigo del mismo color, la actriz se olvidó de quitarle la etiqueta a su abrigo de la firma Céline y paseó por la alfombra roja de la premiere sin percatarse de este pequeño detalle.

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Días después y tras darse cuenta de lo sucedido, Jennifer acudió al programa de Jimmy Kimmel y contó la anécdota. La actriz comentó que lo grave del asunto no fue el descuido sino que este abrigo ya lo había llevado en otras ocasiones: “Aquí viene lo más triste de esta historia, me he puesto este abrigo cuatro veces. Me lo habían regalado amablemente después de haber rodado un anuncio, me lo llevé a casa y no me preocupe de más, para ser honesta. Y ahora después de ponérmelo cuatro veces, me ocurre esto. No sé en qué estaba pensando, la verdad. Y encima ni siquiera era una etiqueta pequeña”.

El presentador Jimmy Kimmel no dudó en bromear durante el programa sobre esta historia y le preguntó: ¿Lo robaste, no? Una forma de tormarle el pelo que Jennifer se tomó con humor y le contó una anécdota de su infancia que la dejó traumatizada. “Cuando tenía ocho años robé cuentas para hacer collares de una mercería. Iba de camino a casa de mi amiga Monique, sin nuestros padres… eso ya dice bastante de cómo funcionaban las cosas entonces. Éramos jóvenes y pensábamos que éramos las mejores. Cuando llegamos a su habitación las pusimos todas encima de su cama, pensando en todos los collares que podríamos hacer. No intentamos ocultarlas ni nada … no éramos unas ladronas demasiado listas. Y su madre nos pilló. Tuvimos que regresar a la tienda para devolverlas”, recordó Jennifer, que en aquel momento creyó morir de la vergüenza. Tal fue el bochorno que nunca más volvió a caer en la tentación de volver a llevarse nada que no fuera suyo.

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