La Nochebuena tiene algo de termómetro emocional en las familias, y más aún cuando el apellido que preside la mesa forma parte del imaginario colectivo español. Este año, la cita navideña de Bertín Osborne ha dejado una imagen poco habitual: la reunión de sus tres hijas —Alejandra, Eugenia y Claudia, fruto de su matrimonio con la recordada Sandra Domecq, y Ana Cristina, nacida de la relación de su exmujer con Fernando Portillo— celebrando juntas la víspera de Navidad. Han sido Eugenia Osborne y Ana quienes ha compartido las imágenes de una velada íntima, elegante y sin aspavientos. Las cuatro hermanas con looks muy diferentes, acordes a su estilo. Bertín, visible en las instantáneas y protagonista de algún selfie cómplice, completa la escena.
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Eugenia Osborne y su look pastel con encaje
Eugenia ejerce desde hace tiempo como punto de equilibrio entre tradición y modernidad dentro del clan. Su elección para la cena de Nochebuena habla precisamente de eso: una feminidad suave, nada literal, construida a base de capas y contrastes. Apostó por una estética lencera reinterpretada con blazer blanca de doble botonadura de Tot-Hom. El top, delicado y fluido, y los pantalones satinados en rosa empolvado de Zara—con ese volumen bombacho que esta temporada ha regresado desde los años veinte y los códigos orientales— componían una paleta muy acorde con el espíritu de la noche.
Completó el look con sandalias joya de Manolo Blahnik, joyas discretas y un beauty look reconocible, con su característico bob a capas y un maquillaje en tonos tierra.
Ana Cristina Portillo: el riesgo como seña de identidad
Frente a la contención cromática de Eugenia, Ana Cristina Portillo, a quien Bertín considera una hija más, optó por un registro más atrevido. Su conjunto azul vibrante de su propia firma, con estampado de leopardos, aportaba el punto inesperado de la noche. La combinación de camisa con cuello mao y falda midi estilo pareo, rematada con un nudo frontal, demostraba un gusto por las siluetas favorecedoras y por los estampados que no buscan pasar desapercibidos.
El look se completaba con sandalias doradas de tacón, pendientes extralargos y un peinado pulido, moño bajo y raya al medio, que equilibraba el conjunto. Ana Cristina representa ese perfil menos conocido para el gran público, pero con un estilo claro, más experimental, menos sujeta a los códigos tradicionales asociados al apellido Osborne.
Claudia Osborne, fiel a un clasicismo contemporáneo
Claudia Osborne se mantuvo fiel a una fórmula que conoce bien y que rara vez falla: negro, terciopelo y líneas limpias. Su vestido de manga larga, con escote en V y un volante lateral, apostaba por una elegancia reconocible, casi heredada, que conecta con una cierta idea de sofisticación atemporal. No es casual que Claudia, empresaria y comunicadora, suela optar por este tipo de piezas: transmiten solidez, discreción y una presencia segura.
El peinado, moño bajo pulido con raya al centro, y un maquillaje natural y favorecedor, reforzaban esa imagen de sobriedad.
Alejandra Osborne y el poder de los detalles
Interiorista de profesión, Alejandra Osborne entiende el equilibrio visual como pocas. Su elección también pasó por el negro, pero desde una lectura distinta: vestido clásico de manga larga, cuello redondo y falda con volumen, elevado gracias a unos pendientes XL que aportaban carácter y un punto escultórico al conjunto.
Optó por un moño alto y un maquillaje con énfasis en la mirada.
Una mesa larga, una historia compartida
Más allá de los looks, las imágenes de la mesa navideña —larga, pensada para muchos comensales, con Bertín Osborne presente— muestran una familia tradicional y cercana. Hay algo profundamente simbólico en esta reunión de hermanas, unidas por la figura de un padre mediático y por la memoria de Sandra Domecq, cuya elegancia y discreción siguen siendo una referencia inevitable cuando se habla de sus hijas.