Damiano David no sólo triunfa sobre los escenarios: los outfits y estilo de la estrella italiana que está causando sensación


Abanderado de la nueva tendencia andrógina y excéntrica, al límite, inspirada en grandes figuras del rock


Damiano David durante su concierto en Madrid© Getty Images
Luis NemolatoDirector especiales ¡HOLA!
25 de septiembre de 2025 - 6:23 CEST

Que ¿quieres saber qué prenda es la que más te favorece? Y no, no nos referimos a la idónea para ir a una entrevista de trabajo o la que te va ni que pintada para presentarte en la comida de domingo de los padres de tu novia —o tu novio— o esa con la que asistir a una boda y que en ¡HOLA! te hagan report sobre “la invitada perfecta”... No, no hablamos de esa. Hablamos de ese outfit que hace resaltar tu atractivo, que te hace sentir seguro de ti mismo, capaz de arrasar con todo, ese con el que estás dispuesto a ponerte el mundo por montera… Pues bien, atento/a que vamos con la revelación: es esa prenda que, cuando te la pones, los demás solo piensan en quitártela. En arrancártela a pedazos para desnudarte cuanto más rápido, mejor, porque eres puro sex appeal, eres puro… sexo. O sea,  eres… Damiano David. Porque esta crónica va —o iba— sobre los “outfits” del italiano en su gira mundial, esos que lo han convertido en uno de los hombres más deseados de la industria. Que si el pantalón palazzo, que si la camisa cruzada de paillette cobre, que si la manga jamón, que si el tacón cubano, que si el smokey & sweaty eye … Sin embargo, como ocurrió en Madrid o Barcelona esta semana —o como está a punto de suceder en París, Londres, Roma, Tokio o Sao Paulo— en cuanto el romano sale al escenario solo quieres verlo tal y como su madre lo trajo al mundo, por mucho que lleve éste encima. Es decir, sin una sola nano micra de tela tapándole un centímetro de piel de su torso, de su pierna o de su brazo tatuado… Que ¿exageramos? Para nada. Los 18.000 espectadores que cumplimos con el debido “sold out” al ex líder de Maneskin vivimos esa epifanía aún dentro de la enajenación colectiva que reinaba en el Movistar Arena. Y tuvo forma: la de un grito ahogado gutural. O mejor dicho, la de un silencio inaudito y generalizado cuando esas mismas 18.000 gargantas asistían, secas perdidas, al momento en el que el cantante quiso ponerse del derecho la canottiera nacarada y volvía a vestirse cuando ya nos habíamos hecho a la idea de que lo veríamos a pecho descubierto por toda la eternidad. Sí. Así. Desnudito. Como ahora en nuestros sueños. 

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© Getty Images

Porque Damiano David, digno heredero de Mick Jagger y David Bowie pero también de David Byrne, Robert Palmer o Bryan Ferry, no es solo una de las grandes estrellas de la música, o un ganador de Eurovisión ( y de Factor X, aunque quedara segundo), o un ídolo de la generación Z con más de siete millones de seguidores, o un asiduo a la Met Gala, o un rostro familiar de las revistas de gossip en el país transalpino, o un cantante que, en menos de dos/tres años, ha adelantado por la derecha a otras estrellas de su país como Fedez, Tiziano Ferro o Marco Mengoni o, ni mucho menos, un mero ejemplo de la nueva masculinidad, de esa revolución estética y sexual que abanderó Harry Styles en la música y Timothée Chalamet en el cine y que con mayor o menor índice de androginia siguen como religión Jacob Elordi, Barry Keoghan, Austin Butler, Troye Sivan, o los españoles Guitarricadefuente o Manu Ríos. Damiano es mucho más. Porque, a diferencia de todos ellos —y también con mayor o menor índice de lentejuela y sombra de ojos—, Damiano no es asexuado cuando, al mismo tiempo, no se cansa de jugar con los límites de la virilidad. Y eso lo convierte en irresistible.

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Si todos tenemos un pasado, obviamente, el italiano también. De chaqueta de ante, Levis’ 501, camisa Ralph Lauren azul Oxford. Un niño del Parioli, uno de los barrios más pijos de Roma —donde sucede Baby, la Élite italiana con ídolos teen como Benedetta Porcaroli, Alice Pagano y Lorenzo Zurzolo o Giuseppe Maggio (instagramea, instagramea, que nos lo vas a agradecer)—, que cantaba en vía del Corso, (la Preciados de Roma, por hacer el paralelismo) para hacerse la “molona” y “la guay”... De hecho, si ves alguno de los pases de casting de Maneskin en YouTube, vas a alucinar (o no tanto) porque, pese a ese aire de pijo folk con ínfulas underground rollo Seattle —como Kurt Cobain pero en castaño—, Damiano no deja a nadie indiferente. Damiano es distinto. Pelo largo, pendientes con plumas, kimonos de terciopelos, pedrería, turquesas, corales, eyeliner… ¿Indie barroco italiano? Llamémoslo así porque la sombra de Alessandro Michele, ya fuera en Gucci o ya sea hoy en Valentino, es muy pero que muy alargada. 

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La evolución hacia el glam era la natural. O tampoco tanto porque, en ese vaivén, lo étnico podría haberse convertido en Romina Power —o en Lucio Corsi rollo lánguido—, pero no ocurrió… Le dio una vuelta de tuerca al momento glitter y le dio sopas con onda a Achille Lauro, que parecía el epítome del queer rock europeo vistiéndose de Isabel I y perlándose la cara. Lo suyo era mucho más cañero. Como que con Victoria de Angelis y sus aspas de cinta aislante en los pezones casi resucitan la censura en la UER, pero lograron esquivarla (cambiando también algunos versos de su Zitti e buoni) vestidos de seda metalizada por Etro, con pantalones como corsés. Así, levantó el italiano el micro de cristal a Barbara Pravi y devolvió al siglo XXI al festival musical más grande y longevo de la televisión.

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Acababa de nacer LA nueva estrella —o Mesías— del rock, esa de la parecíamos huérfanos desde hacía décadas. También con todos sus excesos. O sea, con la leyenda del “sexo, drogas y alcohol” por bandera. En lo estético, que de eso vamos aquí, también nos volvió loquis. Que si ahora me rapo la cabeza; que si ahora me tiño de platino; que si ahora, me pongo una coquilla, que si ahora también me quito la coquilla… Podría haberse convertido en Maluma… O en Bad Bunny… Pero quién sabe si por ese “je ne sais pas quoi” de los nacidos en el país de la bota, por muy abandonado a su suerte —o a la decadencia— que estuviera, como a Jude Law, la ojera siempre le favorece y es un gentleman.

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Llegó la separación o el cese temporal de la convivencia con el resto de sus compañeros de Maneskin, su huida a Los Ángeles, su ruptura con Giorgia Soleri —a la que dedicó la melancólica Coraline— y con la que llevaba aaaaños, su enamoramiento con la ex Niña Disney Dove Cameron y su encuentro consigo mismo, con su nuevo yo… Lo que contó durante su concierto en Madrid Iñigo Quintero mediante, vaya…. Y nos encontramos con un Damiano David que volvía a sus raíces. Porque Damiano en Funny Little Fears es muy Clark Gable, muy Cary Grant, muy Douglas Fairbanks, pero también y muy Vittorio Gassman, muy Marcello Mastroianni, muy Vittorio de Sica, muy Gian Maria Volontè y, para los momentos de fiesta, un poquito Renato Zero. 

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Su encuentro con Michele Potenza, su estilista, es uno de los más productivos estéticamente hablando de los últimos años. A él le debemos ese aire de neo dandy que a veces juega con el bondage. Del Space man all’italiana llegamos alla bella stampa con un poquito de Bertolucci y Marlon Brando bailando un último tango en París. Ocurrió en Sanremo, en 2023, cuando flirtearon para enamorarse —siempre metaforicamente— en 2025. Y el abruzzese (como Monica Bellucci) formado con otros grandes de Milán como Stefano Guerrini o Cerioni, jugó a colocarle Valentinos y Versaces que, sobre sus hombros, le sentaban como a un mafioso del Chicago de los años 20. Y así, tanto con traje Cruzado color tabaco, camisa mantequilla, bigote años 30 consiguió hacerlo tan sexy como con un pantalón fucsia y un lazo lavalier o una chancha Adidas, calcetín y calzoncillo y camiseta de tirantes para recoger las cartas en su buzón de Beverly Hills. Tan sexy. Tan masculino. Tan hipersexualizado. 

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Pero refinado y elegante. Así tituló la prensa su llegada al país de los Sioux. Parece mentira con el cuerpo tan pintarrajeado, con esa mirada maliciosa y esa sonrisa torva pueda ser la quintaesencia de lo chic, pero su magnetismo pansexual todo lo puede. Ha sido telonero de los Rolling Stones en el Allegiant Stadium de Las Vegas, ha actuado en el Madison Square Garden de Nueva York, ha sido first line en el Line Up de Coachella, protagonista del show de Jimmy Fallon, se ha sentado junto a la gurú de la moda Anna Wintour, incluso se lo ha relacionado con la otra monstruo de la música europea, ésta, con acento de San Cugat del Valles. Véase: Rosalía.

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No era verdad. Como sabemos, solo tiene ojos para Cameron. Repetimos, solo tiene ojos para Cameron. ¿O es que pensabas que cuando miraba hacia abajo en su concierto y bizqueaba buscando quién sabe quién… era a ti? No, cariño, era a ella. A Dove. Que estaba, está y estará sentada en el foso durante el recital y durante toda su gira… Y todas sus canciones se las canta a ella. Por eso, te invitamos a volver a subir la vista y mirar hacia arriba. Te invitamos a soñar. Al menos, con esa burra en la que, en perchas, cuelgan esas prendas que a todos nos gustaría despedazar con nuestras propias manos sobre su cuerpo. La camiseta perla de Moschino, las camisa blanca de popelín de Armani, los trajes de cinturilla alta de Valentino, las joyas de Bvlgari, los vaqueros flare cut de Diesel… Y si quieres sentir su cuerpo sobre el tuyo, te recomendamos la colección cápsula que hizo con Glenn Martens para la Casa Italiana: camisetas y camisas como un calco de sus músculos, tattoos y tendones, para que sepas lo que es vivir acariciado bajo su piel. En seda y también, en látex.

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