"Han pasado muchas cosas y todo eso me ha enriquecido un montón. Y siempre me he quedado con eso, pensar que los años te suman sabiduría, experiencia y paz", nos dice Manuela Vellés. Tiene una belleza delicada y luminosa. Rasgos como de dama victoriana, que la cámara multiplica.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 5 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 5 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
La conocimos cuando tenía apenas 20 años como la Caótica Ana de Julio Medem, triunfó en Camino, La chica de ayer, o La Señora; fue parte del fenómeno Velvet y, además de lanzarse al mundo de la música, en los últimos años la producción y el guion también forman parte de su trayectoria profesional. La vida le dio un vuelco cuando, después de coincidir con el cineasta Ibon Cormenzana en Alegría, Tristeza, decidió mudarse a Barcelona y ha sido madre de dos hijos, de los que está "totalmente enamorada".
—Acabas de estrenar Cuatro paredes, un proyecto muy especial, junto a tu pareja, el director Ibon Cormenzana.
—Sí, nace con la idea de hacer cine social, porque, junto a Ibon, tenemos una productora, Mundo Cero, y ese es el propósito. El germen fue imaginar una familia de clase media que, por una circunstancia de la vida, cae en la pobreza extrema en un año. Nos dimos la mano con Save The Children, nos presentaron a mujeres a las que están ayudando en distintos barrios de Barcelona y Madrid y, de primera mano, nos contaron sus historias. Fue muy conmovedor. En este caso, yo también soy productora y participé en el guion junto con Roger Danés, Alfred Pérez-Fargas e Ibon.Y para mí abordar el tema de la maternidad desde las dificultades de una madre era también muy inspirador.
—Tu anterior película también abordaba el tema de la maternidad, aunque desde otro punto de vista. Haber sido madre ¿hace que ahora te interesen más los proyectos que, de alguna manera, pueden tocarte en ese aspecto?
—Bueno, ahora mismo es un papel que puedo encarnar de una manera natural. He hecho también muchos personajes distintos y que me encantan y no son madres, pero lo que sí puedo decir es que, desde que lo soy, si se trata de un proyecto que yo desarrollo, me fijo más en qué mensaje lanza al mundo, pensando que es algo que podrían llegar a ver mis hijos o que quiero que exista en el mundo como pieza y no tanto para entretener, para hablar de temas que te importan, problemáticas que existen… Es como me siento ahora. Y luego, pues sí, para desarrollar un papel de madre, ahora ya sé las teclas que tengo que tocar, sé dónde están.
—La productora que habéis fundado, Mundo Cero, con la que ayudáis a otros, tiene que ver con esta filosofía…
—Sí, y añadiría que, aunque son temas duros, porque son reales, intentamos que arrojen siempre una esperanza al final. Los dos, tanto Ibon como yo, somos muy optimistas y ese es el espíritu de Mundo Cero, que, de alguna manera, siempre se puede empezar de cero.
—Guion, producción… ¿No tenías suficiente con la faceta de actriz y las dificultades que ya de por sí tiene la profesión?
—(Ríe). Vengo de una familia de escritores y de guionistas. Escribir siempre me ha gustado —escribo canciones— y, de alguna manera, es algo natural en mí. Producir lo hago de la mano de Ibon, que es productor desde hace muchísimos años. Voy aprendiendo y aportando en lo que pueda, en configurar un proyecto y mimarlo y cuidarlo. Como actriz, hay épocas en las que trabajas más y otras menos, y siempre he pensado en emplear todo ese tiempo, por eso me puse también a hacer música, aunque ahora, con la maternidad, tengo mucho menos, la verdad.
—Y sigues con la música: hiciste varias canciones para El bus de la vida.
—Sí. He hecho canciones para películas como encargo y también estoy haciendo mis propias canciones; voy lenta, pero ya llevo grabadas unas cuantas. Y lo hago por diversión, porque es mi pasión, me encanta y lo disfruto. Yo creo que es bueno como artista todo lo que puedas diversificar.
—¿Cómo es trabajar en pareja para vosotros?
—Estamos disfrutándolo mucho. Nos conocimos trabajando; entonces, yo ya era actriz y él, director. Y siempre me ha hecho sentir muy cómoda, es un director que deja aportar a los actores y eso es muy gustoso, porque, al final, no quieres ser simplemente un instrumento para contar algo con tu voz y tu cuerpo, sino aportar artísticamente. Ibon siempre me ha dado esa oportunidad y creo que los dos nos enriquecemos el uno al otro. Y cuando tienes una familia en común es más sencillo también colaborar juntos en proyectos, porque, al convivir, encontramos los huecos más fácilmente.
—Debutaste con apenas 20 años con Julio Medem. Y hace ya 18 de aquel momento. ¿En qué has cambiado en estos años?
—Un buen viaje ya. Por un lado, me parece que fue hace nada, y en el fondo me siento igual que esa niña cuando me pongo, por ejemplo, en un photocall y digo: "¡Socorro! ¿Qué hago aquí?" Sigo teniendo esa especie de vértigo. Pero sí, hay muchísimo... Me encanta mirar atrás y ver el bagaje de la experiencia de mi vida, porque han pasado muchas cosas y todo eso me ha enriquecido un montón. Y siempre me he quedado con eso, pensar que los años te suman sabiduría, experiencia y paz.
"No soy nada tecnológica, no sé usar ninguna aplicación…en el mundo práctico soy nula —ríe—. Pero te canto una canción, te interpreto, soy muy amorosa, muy cariñosa. Y creo que tengo bastante intuición"
—Formaste parte de un fenómeno como fue Velvet. ¿Qué recuerdos tienes de aquella época?
—Fue una época estupenda y muy divertida. Recuerdo cuando empezamos, probándonos el vestuario, las sesiones de baile, prepararme para cantar en la serie, que me gustó muchísimo… Con los productores, con Teresa Fernández Valdés, me sigo llevando superbién. E hice mucha amistad con Paula, con Cecilia Freire, con Marta Hazas, con Javier Rey (con el que compartí más series), y cuando nos vemos seguimos manteniendo ese cariño. Creo que fue muy buena época para todos y nos sentimos muy orgullosos. Yo venía más de hacer más cine que tele y para mi carrera fue un impulso muy bueno.
—En los últimos años, te hemos visto menos. ¿Se debe a tu cambio de vida, cuando te marchaste de Madrid y te fuiste a vivir a Barcelona por amor?
—Se debe básicamente a que he tenido dos hijos. Y quien diga que eso no para tu carrera… Es que es imposible. Empecé pensando: "Puedo con todo". Tuvimos dos hijos muy seguidos y entonces tienes toda la energía del mundo, y me duró un buen trecho. Lo que sucede es que comienzan a crecer y vas priorizando cada vez más ¿qué proyectos hago?, ¿cuánto tiempo voy a estar fuera de casa? Te enamoras de tus hijos totalmente. Y mi proyecto vital es mi proyecto personal, lo tengo absolutamente clarísimo. Aunque voy desarrollando otras facetas que quizá no son tan visibles, pero sí están ahí. Y, de hecho, he trabajado bastante compaginando la vida de madre, lo cual es muy duro y muy cansado, pero he ido haciendo ahí mis proyectos y midiendo bien el tiempo que quería estar en mi casa.
"¡Me parece que fue hace nada! En el fondo me siento igual que esa niña. Pero me encanta mirar atrás y ver el bagaje de la experiencia de mi vida" nos dice la actriz, que debutó hace casi 20 años con Julio Medem
—Tienes varios proyectos, cuéntanos.
—Sí, ahora estoy presentando esta película; en verano, tengo dos rodajes de películas y, en enero, empiezo un proyecto de teatro; haremos gira y en septiembre estrenaremos en Madrid. Por eso hay que compaginar bien, porque tampoco me gusta parar de trabajar. Mis hijos siguen siendo pequeños, pero no son bebés y, para mí, el trabajo es también mi terapia y mi forma de vida, o sea, nunca dejaría de hacerlo.