En la región francesa de la Provenza acaba de dar comienzo la celebración Cézanne 2025; una conmemoración que celebra en Aix-en-Provence a uno de sus más ilustres habitantes, Paul Cézanne (Aix-en-Provence, 1839-1906). Con motivo de este homenaje a uno de los padres del arte moderno, se acaba de inaugurar en el Museo Granet, Cézanne en Jas de Bouffan; una extraordinaria exposición internacional, con más de un centenar de obras del artista.
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Además, se incita al visitante a continuar ahondando en su legado explorando la ciudad natal del pintor y sus alrededores, con rutas artísticas por su taller Des Lauves y la casa familiar La Bastide du Jas de Bouffan, que acaban de ser renovados, o a través de la naturaleza y los paisajes que tanto inspiraron la obra del célebre pintor, con sus románticos viñedos provenzales. Esta propuesta es un recorrido intimista y profundo, directo a los lugares emblemáticos en los que Paul Cézanne vivió casi 40 años de su vida.
Eugenio D´Ors, sobre Cézanne
Para los interesados en tener una mirada alternativa y más profunda, al margen de los enfoques habituales, les recomiendo el libro Cézanne (Editorial Acantilado) del filósofo español Eugenio D’Ors (1881-1954). Este libro nos ofrece una aguda disección de la figura del pintor basada en su relación de amistad con el escritor y dramaturgo francés Émile Zola (1840-1902), uno de los grandes exponentes del naturalismo.
También nos muestra al Cézanne legendario, su vida según ha llegado hasta nosotros por medio de la historia, o a través de su obra. La historia de amistad con Zola es muy particular; se conocieron en su juventud, en Aix-en-Provence, cuando ambos estudiaban en el Colegio Bourbon. Una amistad basada en sus ideales y sueños creativos, que fue forjándose en el tiempo hasta la publicación del libro de Zola La Obra en 1886, cuando ambos vivían en París, y que terminó produciendo la ruptura entre ellos.
“[Fue] un niño amable y soñador, con una sensibilidad que le alejaba de la gente”
Zola, en su novela de estilo naturalista, que se nutre de la realidad más próxima, describe el mundo artístico del París de finales del siglo XIX con detalles de los artistas contemporáneos que frecuentaba. Su personaje principal, Claude Lantier, es caracterizado como un pintor fracasado, angustiado y desesperado. Cézanne se sintió retratado en esta figura y, por tanto, vio traicionada su amistad.
Según relata Eugenio D’Ors en su libro, tanto los biógrafos como su marchante Ambroise Vollard “han insistido mucho sobre el carácter egoísta y poco amistoso de la conducta de Zola hacia el pintor”. Después de este episodio, Cézanne se refugió en su Provenza natal. Al final, la caricaturización del personaje literario deformó también la imagen que el público tenía de Cézanne. Fue tachado de bárbaro ingenuo, de loco genial, débil, neurótico, misántropo y anarquista.
La confusión generó una versión legendaria del pintor. Estéticamente se le describe como creador truculento, de pincelada imprevista y carente de lógica. Cézanne siempre aspiró a exponer en el Salón Oficial, pero fue una y otra vez rechazado, hasta que, por fin, en el año 1882, lo consiguió. Pero la dicha duró poco porque cuatro años después se publica La Obra y la mitificación del artista hace que Cézanne huya, se evapore y que su vida se torne en un misterio hasta su muerte.
Vollard fue una figura esencial en el ascenso y reconocimiento del pintor, pues había comprado muchas de sus obras cuando todavía no había conseguido el éxito comercial. Pero el marchante se topó con no pocas dificultades para encontrar al artista, pues ya había desaparecido de París. Su apoyo llegó a ser decisivo cuando organizó su primera exposición individual en la galería que Vollard tenía en París. Todo esto contribuyó a dar a Cézanne una visibilidad y una proyección vital.
El verdadero Cézanne
Después llegó una corriente de simpatía y afloró el verdadero Cézanne de la historia. Un niño amable y soñador, pero con una sensibilidad nerviosa que le alejaba de la gente y le llevaba a convivir con la soledad. Su padre, Louis Auguste, tuvo en sus inicios una sombrerería y negocios de compraventa cuyo éxito comercial hizo que se volviera banquero. Por él, Cézanne comenzó sus estudios en la Escuela de Derecho de Aix, pero su vocación se reveló muy temprano y su padre al final cedió permitiéndole que fuera a estudiar arte a París en 1861. Su estancia en París está marcada por su dificultad para entablar relaciones duraderas debido a su carácter tímido y desconfiado. Pero allí forjará amistades artísticas, como Pissarro, que le acompañará toda su vida.
Cézanne no era un antiacadémico, sino que deseaba a toda costa lo contrario, serlo a su modo, de una forma racional, estructurada y lógica, pero también revolucionaria. Y no basada en sus instintos, los cuales estaban dotados de un lirismo y musicalidad extraordinarios. Sus inicios en el uso del color son trazos gruesos que paulatinamente en el tiempo se irán volviendo más finos en su pintura. “Esto acabó por hacerla tan austera, que la capa de color forma un todo con la tela”, nos describe D’Ors. Cézanne en sus comienzos entró en un grupo impresionista en el que se encontraban, además de Pissarro, Manet y Renoir, entre otros. Pero, a pesar de haber expuesto con ellos en sus comienzos, sus ideales eran distintos.
En 1899 regresa a Aix donde por fin podrá fundirse con la naturaleza, saliendo diariamente a pintarla al campo. En 1906, ya enfermo y mientras pintaba al aire libre, le sobrevino una lluvia de otoño que le produjo un desvanecimiento y posteriormente un síncope que ya no superaría. Falleció el 22 de octubre de 1906. Dejaba un lienzo inacabado, una versión siempre incompleta y que siempre ocupó su pensamiento: Las Bañistas. Cézanne ha pasado a la historia del arte como un genio glorioso. Post-impresionista en sus comienzos, después reaccionario al impresionismo y finalmente defensor de la estructura y el racionalismo. Fue el precursor del cubismo. Según Eugenio D’Ors cabría afirmar hasta cierto punto que, “igual que se dijo que toda la poesía antigua venía de Homero, toda la pintura moderna viene de Cézanne”.