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La cara de nuestros interlocutores siempre nos ha dado pistas de cómo se sienten a nuestro lado, si disfrutan de nuestra compañía o si, por el contrario, les estamos incomodando. Los gestos de los ojos y la boca, pues, son una parte importante de la comunicación. A veces, dicen más que las propias palabras. Pero, ¿cómo saber interpretar este lenguaje en tiempos de COVID-19 y de mascarilla? Podemos tomar nota de lo que nos cuentan los expertos psicólogos de ifeel, que han elaborado un listado de las actitudes corporales más comunes para que podamos saber si nuestro comportamiento durante la pandemia incomoda a nuestro interlocutor y evitarlo. 

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Gestualidad facial 

Arqueo de cejas y ojos abiertos (acompañados de un movimiento de las manos y retirada de todo el cuerpo) cuando ven que nos acercamos mucho para saludar o hablar. Es el típico gesto con el que se indica sorpresa o alarma y surge de manera automática y muy rápida. Deberíamos interpretarlo como una señal de rechazo o de que nos ponen un límite.

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Contacto visual 

El contacto visual demuestra interés, independientemente de que sea negativo o positivo. Cuando alguien nos mira directamente a los ojos está realmente interesado en lo que decimos o hacemos, pero si la mirada se va hacia otro lado, ese interés está claramente diluido y probablemente nuestro interlocutor tenga ganas de irse.

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Postura de brazos

Se da la situación cuando nuestro interlocutor se acerca con los brazos por delante “dibujando” la distancia que vamos a mantener. Es decir, nos saludan extendiendo los brazos hacia nosotros, pero sin acercarse, indicando que no nos podemos acercar a ellos con todo nuestro cuerpo. Los brazos cruzados también señalan que el sujeto está a la defensiva, dependiendo siempre del contexto.

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Postura de piernas 

Las piernas cruzadas indican que la persona está cerrada. Esto se puede llevar al plano mental, al emocional e incluso al físico. Si nuestro interlocutor cruza las piernas cuando le estamos proponiendo un plan de ocio en pandemia, y si además lo acompaña con algún mensaje verbal más directo, es probable que no esté muy cómodo. Una pierna en movimiento muestra ansiedad o irritación.

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Señales de estrés

Ser demasiado insistente con una persona que lleve al extremo el miedo al contagio puede ocasionarle estrés pasajero. Atento a las señales: cuello tenso, ceño fruncido, mandíbula cerrada mirada baja…

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Mensajes indirectos

A veces, con la intención de ser asertivos (es decir, expresar nuestra necesidad sin dejar de respetar al otro) se opta por dar un rodeo, dar un mensaje indirecto que resulte poco violento, que haga que el otro no se sienta ni atacado, señalado ni acusado. Para ello se usa lo que se conoce en el lenguaje coloquial como lanzar una indirecta. Por ejemplo, nada más llegar a la escena acompañan el saludo de frases del tipo “qué difícil esto de saludarse sin tocarse, ¿verdad? Pero es lo que hay”, “qué pena esto de no tocarse, a ver si se acaba pronto esto y volvemos a saludarnos con normalidad y no como ahora” ... Es decir, no nos dirán directamente qué van a hacer o no hacer, sino que queda implícito en otros mensajes.

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Conducta física 

La conducta “pandémica” de una persona nos puede dar muchas pistas sobre su percepción. De esta forma, si alguien no se nos acerca del todo cuando nos lo encontramos, si no se quita la mascarilla para nada, si se echa gel hidroalcohólico continuamente en las manos o si sabemos de antemano que apenas sale de casa, probablemente estemos ante una persona que tenga bastante respeto a la pandemia y no le haga gracia las reuniones sociales.

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Mensajes verbales directos 

Cuando nos indican proactivamente y sin rodeos, con palabras claras, que no quieren que nos acerquemos ni que les toquemos. Pueden hacerlo de una manera relativamente tajante, a riesgo de que lo interpretemos como “borde”, frío o directamente hostil, pero con la ventaja de que su mensaje quede claro. También pueden decirlo de una manera más cuidadosa y asertiva, que no está reñida con ser claro, firme y directo. Si lo hacen así, aunque aparentemente se genera un roce durante un momento, en realidad no tenemos por qué sentirnos incómodos con el mensaje. Algunos ejemplos de señales verbales directas serían decir “date por abrazado”, “me acercaría más pero ya sabes que no podemos”. Tenemos que ser capaces de discurrir que una persona que no quiere un abrazo probablemente no reciba bien una propuesta para salir a cenar o quedar en grupo.

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