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El yoga que perdura a través de los siglos

Creemos que vivimos en una sociedad estresada y estresante desde hace no tantos años, porque tal vez no somos conscientes de que el ser humano se ha visto inmerso en el ajetreo de sus preocupaciones desde que el mundo es mundo. El yoga viene a confirmarlo, pues se trata de una disciplina que busca la armonía entre cuerpo y mente y se apoya en la meditación. Como dijo Patanjali, en el siglo III a.C, “el yoga es el cese de las fluctuaciones de la mente”, pues ya en esa época se consideraba que pensábamos demasiado, que lo hacíamos de forma caótica y que el verdadero secreto de nuestro bienestar consiste en saber focalizar.

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La palabra yoga viene del sánscrito

Hoy en día la palabra yoga está aceptada y recogida por el diccionario de la RAE, pero procede originalmente del sánscrito. Significa algo tan gráfico como colocar un yugo a dos bueyes, para que el camino de ambos sea el mismo y aprovechar su energía. Esto es una metáfora, cuando se medita se está conectado, se produce una unión y se concentran esfuerzos.

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Una disciplina milenaria

Hace relativamente poco que el yoga se practica en todo el mundo. Hacia mediados del siglo XX esta disciplina fue abriéndose paso lentamente en los países nórdicos, obtuvo su mayor apogeo en los años 80, y ha continuado su desarrollo hasta nuestros días. Sin embargo, Sir John Marshall, un arqueólogo británico, descubrió indicios de la práctica del yoga se remonta aún más atrás de lo que se creía, pues dio con una figura antropomórfica datada en el siglo XVII a.C. en la que se puede ver a una persona con las piernas cruzadas, rodeada de animales y en actitud de meditación. Por tanto, se puede pensar que el yoga tiene la friolera de 37 siglos a sus espaldas.

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Los gurús de la India piden no olvidar los aspectos emocionales del yoga

No nos cansamos de considerar a esta práctica como beneficiosa para la mente, sin embargo el ajetreo diario no nos permite centrarnos demasiado en este aspecto y lo que prima en las sesiones de yoga de los gimnasios es conseguir las asanas y trabajar, a fin de cuentas, el cuerpo. Parece que los efectos de la meditación sobre la mente son más bien secundarios, producto de un buen desarrollo físico de las asanas. Por eso los gurús de la India inciden en recordar que ambas cosas deben de ir de la mano, cuerpo y mente, y que la complejidad mental es mucho mayor de la que estamos concediendo en nuestra práctica. Según ellos, debemos implicar nuestra personalidad en la meditación hasta el punto en el que este estado mental incida en nuestros aspectos emocionales, sociales, espirituales y mentales.

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El yoga no para de cambiar

Hemos dicho que es una disciplina milenaria, pero el yoga no ha parado de evolucionar a lo largo del tiempo. El tipo de asanas que se realizan ahora no tienen nada que ver con las milenarias. La postura del triángulo, por ejemplo, no está recogida en ningún tratado de yoga antiguo, como tampoco lo está la famosa postura del perro mirando hacia abajo. De hecho, existen muchas teorías sobre que gran parte de las posturas más populares realmente tuvieron su inicio en occidente y luego pasaron a la India. Según investigadores de la SOAS de Londres, aquellas posturas que son para estar sentado son más propias de una raíz milenaria, que las que implican movimientos a cuadrupedia o más erguidos.

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Existe el Día Mundial del Yoga

El 21 de junio de todos los años se celebra en todo el mundo el Día Internacional del Yoga. Fue a raíz de la Resolución 69/131 de las Naciones Unidas, que concedió esta mención al yoga por sus beneficios para la salud y por su importancia como bien inmaterial de la humanidad. Desde entonces todos los años este día queda reservado para la celebración de actos en todo el mundo que homenajean esta práctica. Pero, lo que es más importante, se hacen sesiones multitudinarias de yoga en grupo en plazas y parques emblemáticos de todo el mundo.

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La dieta yogui busca el equilibrio

Lo que comemos tiene una influencia directa con nuestro estado de ánimo, y por supuesto, con nuestra forma física. Como no podría ser de otra forma, la práctica integral del yoga implica adaptar la alimentación para buscar un equilibrio y una coherencia suficiente para que los beneficios de esta práctica sean integrales. Esta dieta yóguica es lactovegetariana, pues la leche y sus fermentados son los únicos alimentos que incluye de origen animal. Ni huevos, ni por supuesto carne ni pescado están incluídos en esta dieta. No es solamente una cuestión nutricional sino que atiende sobre todo a una actitud ética sobre la alimentación. Encontrar un tipo de alimentación que no sea agresiva, ni con el exterior ni con nuestro interior, es la máxima de la dieta yóguica, que por eso mismo rechaza los sabores amargos, picantes, demasiado salados y las preparaciones demasiado frías o calientes.

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Compatibilidad religiosa

Muchos consideran erróneamente que el yoga es una religión, o que lo ha sido con anterioridad. Lo cierto es que esta práctica nunca parece haber pretendido ni formar parte ni convertirse en una religión, en tanto que no busca explicar el origen de la vida ni se posiciona de forma clara acerca de cómo debe vivir el ser humano. Sí es cierto que marca unas pautas para lograr el equilibrio, físico, espiritual y ético. Y que además la meditación podría confundirse con la oración. Es por este motivo que todas las grandes religiones del mundo han tenido sus reservas para definir al yoga o para admitirlo. La propia religión católica se expresó acerca del yoga en 1989 cuando Juan Pablo II en un documento de la Congregación para la Doctrina de Fe alertaba sobre de que el único objeto de contemplación cristiano es Dios, y que por tanto el yoga puede servir para prepararnos antes de la oración, pero sin confundir que ambas cosas no son lo mismo.

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100 años practicando y enseñando yoga

Täo Porchon-Lynch nació en la India en 1918, aunque hoy en día vive en Nueva York. Tiene 100 años y, según cuenta ella misma, conoció el yoga cuando apenas tenía 8 años pero le prohibieron practicarlo porque se suponía que “no era un ejercicio propio de señoritas”. Es, según el Libro Guinness de los Récords, la instructora de yoga más longeva del mundo. Siendo una centenaria sigue practicándolo a diario y enseñándolo a sus discípulos.

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Di “ohmmmm”

Para los neófitos, la sílaba “ohm” seguro que evoca el yoga, pero en realidad se corresponde con una variedad concreta de esta disciplina. Pronunciar y, sobre todo, escuchar, la sílaba “ohm” es una práctica exclusiva del “nada yoga”, también denominado “yoga del sonido”. Esta variedad considera que el sonido es una forma de energía y que impacta con nuestro ser: cuerpo, mente y espíritu. En sus sesiones se utilizan instrumentos musicales o la voz humana para producir esa impacto de vibración en nuestro cuerpo y mente, y así motivar la meditación y ejercicio.

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