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Además de las pruebas que puede realizar el médico, tú también puedes chequear tu salud. La autoexploración que realices de tu cuerpo estará encaminada a detectar cualquier lesión en la piel, las mamas o mucosas, así como cambios en órganos como los riñones, el corazón o la respiración, para poder diagnosticar a tiempo, algunas enfermedades. 

A continuación te indicamos qué partes de tu cuerpo deberías explorar. Recuerda, no obstante, que la autoexploración no es una excusa para saltarte las visitas al médico para hacerte una revisión anual, al ginecólogo, al dentista o al oftalmólogo. Según tu edad, también puedes participar en los programas de detección precoz, como el análisis de sangre en las heces, para prevenir patologías como el cáncer de colon. 

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¿Te has parado a estudiar tu lengua?

“La lengua, como cualquier otra parte del organismo, puede expresar, en su morfología, coloración, hidratación y aspecto, una patología subyacente. Hay enfermedades, como déficits vitamínicos, que se expresan en la lengua. Igualmente puede ser una señal del grado de hidratación en el niño y en el anciano, y servir como ayuda en este sentido. Incluso se pueden detectar alteraciones neurológicas valorando su motilidad”, explica el doctor Ángel Nieto, médico internista del Hospital Vithas Nisa Pardo de Aravaca (Madrid).

Por eso, sacar la lengua frente al espejo para observar cómo está es algo que podemos hacer de vez en cuando. “La lengua debe tener un aspecto vital, sonrosada y con humedad. Se deben apreciar correctamente las papilas, y no debe tener material residual. La movilidad de la lengua debe ser total. Subjetivamente, el paciente "no debe notar" la presencia de la lengua; si se aprecia o es molesta puede indicar datos inflamatorios”, aclara el especialista. Por ejemplo, la inflamación se denomina glositis, y puede ser expresión de enfermedades infecciosas, autoinmunes, reumatológicas, alérgicas, etc. Por sí misma es una situación inespecífica, y hay que valorar el contexto clínico del paciente.

¿Y si está demasiado blanca?

La mayoría de las veces es por una lengua saburral. “La saburra es una capa de detritus y residuos mezclados con flora bacteriana, que no indica una enfermedad en concreto. En otras ocasiones puede haber infecciones por hongos (cándida) o incluso pueden ser expresión de enfermedades más serias; por ejemplo, la infección por VIH cursa con una afectación de la lengua que se denomina leucoplasia vellosa, en la cual hay una afectación inflamatoria blanquecina de la lengua”, alerta.

Por último, si detectamos que la lengua tiene un aspecto aframbuesado, con papilas prominentes y presentación inflamatoria, puede obedecer a enfermedades infecciosas como la Enfermedad de Kawasaki, una enfermedad generalizada de las arterias del organismo, aunque esta presentación se puede ver también en otras enfermedades”, concluye el especialista.

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Chequea tu corazón

¿Has pensado alguna vez en realizarte un autochequeo de tu corazón? Solo tienes que pararte a controlar las pulsaciones y contarlas. Hazlo por la mañana, antes de hacer cualquier tipo de esfuerzo, por ejemplo, al levantarte de la cama, para que la lectura del latido sea más precisa. 

Partiendo de un estado de reposo, es decir, sin haber hecho ejercicio físico, estando relajados y sin haber tomado sustancias excitantes como el café, "lo normal es que el corazón lata a 60 o 70 publsaciones por minuto. Si lo hace a más de 80, es alto. Si suben de 90, no es normal, y si son más de 100 hay que consultarlo con el médico", señala el doctor José Calabuig, jefe del Servicio de Cardiología de la Clínica Universidad de Navarra. Por contra, "las personas que tienen una frecuencia de latido más baja, entre 45 y 50, sobre todo si realizan un ejercicio aeróbico, no tienen por qué alarmarse si no presentan síntomas como mareos y si se trata de algo habitual", indica. Además, un corazón que late más lento, siempre que no obdezca a una anomalía, "se gasta menos", añade el cardiólogo. Ahora bien, notamos cambios en la frecuencia, sí hay que pedir cita. "Si no tenemos fiebre -que aumenta el número de latidos-, no hemos corrido, ni tomado café y, aún así, nuestra frecuencia es de 110, es aconsejable que hablemos con un especialista, puesto que podría tratarse de un problema de tiroides", recomienda. 

¿Se te sale del pecho? 

Lo normal es no notar el corazón. Sin embargo, a veces pensamos que se nos va a salir del pecho. ¿Por qué ocurre? ¿Hay que correr a urgencias? "Normalmente, no", tranquiliza el doctor Calabuig. Si analizamos la situación en la que ocurre, es probable que lleguemos a la conclusión de que estamos estresados, angustiados, o aterrorizados. En estos momentos, se segrega una serie de sustancias que hacen que el corazón se contraiga más fuerte. "Es eso lo que oímos. A veces se puede acompañar de un aumento de la frecuencia. Otras veces no. Pero, en general, no debe preocuparnos. Ahora bien, si lo sentimos en condiciones normales y empieza a latir más rápido y fuerte, puede tratarse de arritmias. Si hay 'caos' en el latido podría tratarse de una fibrilación auricular, que puede ser benigna, pero debe consultarse", aclara el especialista de la Clínica Universidad de Navarra. 

Dolor en el pecho

No debemos bajar la guardia cuando sentimos un dolor en el pecho, pero no hay que pensar siempre en lo peor. En primer lugar, es conveniente analizar cómo es el dolor y qué zona abarca. Por ejemplo, "si al imaginar dónde nos duele abarcamos la zona con la mano, o con el puño, y el dolor es opresivo, hay que prestarle atención", señala el experto. Pero si podemos señar el dolor con el dedo, lo más probable es que sea algo benigno. 

De hecho, hay personas, sobre todo deportistas, o después de haber estado en un mala postura, que experimentan un dolor repentino, asfixiante, como el de una puñalada bajo el corazón. No existe evidencia médica pero, según mi experiencia, opino que se trata de un pellizo de la pleura (el tejido que recubre los pulmones y la cavidad torácica), pero no los gases, como muchos piensan", concluye el doctor Calabuig. 

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Examina tu piel

¿Eres de las que se quema con frecuencia? ¿No tienes suficientes dedos para contar los lunares que salpican tu piel? ¿Tienes antecedentes familiares o personales de cáncer de piel o melanoma? Si contestas afirmativamente a estas preguntas tienes que extremar la vigilancia de tu piel. Según alerta la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV), cada año se diagnostican en España en torno a 74.000 casos de cáncer cutáneo no melanoma y unos 4.000 casos de melanoma, la evolución de las terapias y las técnicas quirúrgicas han hecho que, actualmente, exista una amplia opción de tratamientos para cada uno de los tumores cutáneos. Sin embargo, como en otras enfermedades el diagnóstico precoz es esencial.  Así, es necesario auto-examinarse la piel en busca de lesiones o lunares sospechosos y, en caso de que sufran algún cambio, consultar al dermatólogo.

Para ayudarnos, los expertos han elaborado un abecedario para estudiar el posible riesgo de melanoma en la piel. Así, debes prestar especial atención y acudir al dermatólogo si un lunar presenta estos aspectos:

Qué debes examinar

A         Asimetría

B         Bordes Irregulares

C         Color no homogéneo

D         Diámetro mayor de 6 milímetros

E         Evolución

Mira también tus pies

En el caso de los pies, el melanoma lentiginoso acral es el más común y aparece principalmente en el dorso de éstos, en las plantas, en los tobillos y en la región periungueal. Estos pueden variar en su coloración y se presentan desde un tono marrón al negro-azul, aunque también pueden ser amelanóticos (sin color).

“Dentro de los diferentes tipos de melanoma, el de tipo lentiginoso acral representa  entre un 2 y un 8% de los melanomas diagnosticados. Por este motivo, es esencial concienciar a la población de la importancia de proteger los pies de la incidencia del sol y de la autoexploración, ya que una detección precoz siempre es fundamental para detener la evolución de esta enfermedad”, según Maite García, presidenta del ICOPCV (Ilustres colegio de Podólogos de la comunidad valenciana).

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¿Cómo tienes el cabello?

El cabello puede revelar algunos aspectos de tu salud. “Cambios en la densidad o textura del pelo pueden indicarnos que haya enfermedades subyacentes, ya sea a nivel del organismo (tiroides, pacientes polimedicados); o a nivel del pelo en sí (distintos tipos de alopecia hormonal, por estrés, déficit vitamínico, dietas estrictas, etc.)”, señala la doctora Mayte Truchuelo, Dermatóloga del Instituto Dermatológico de Vithas Internacional.

Por otro lado, si lo tenemos demasiado seco puede ser que no nos estemos hidratando correctamente o que lo estamos maltratando. Por ejemplo, “el exceso de uso de secador, o el uso del mismo antes de que se haya secado de todo puede hacer que salgan burbujas dentro del pelo y ello lo hace frágil; el abuso de planchas de pelo, un frotado demasiado agresivo, pueden afectarle. Igualmente, la falta de mascarillas hidratantes puede hacer que se seque”, señala la especialista. Aún así, si nuestro cabello está demasiado dañado a pesar de los cuidados, sí puede ser conveniente consultar con un médico, ya que “determinadas patologías del tiroides sí que pueden producir cambios en la textura y fomentar la sequedad del pelo”, apunta.

¿Pierdo demasiado?

Una caída de más de 100-150 pelos al día se considera por encima de la media y por ello tendríamos que consultar con el dermatólogo. Asimismo, una caída inferior a esta, pero que genere placas donde se ve falta de pelo (placas de alopecia), también tendría que llevarnos a consultar con el especialista. “Hay ciertas enfermedades que, con el estrés, se pueden exacerbar y derivar en pelo canoso, como por ejemplo el vitíligo (perdida de pigmentación), que cuando afecta al folículo piloso hace que las zonas afectadas tengan el pelo blanco.  La otra causa más frecuente es la alopecia areata, que consiste en la pérdida de pelo en zonas circulares, sin picor ni otra molestia, que precisamente cuando se empieza a curar (repoblar) es cuando vemos los pelos blancos (pelos canosos)”, concluye la especialista Mayte Truchuelo.

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Exploración mamaria 

La autoexploración mamaria es, quizá, el autochequeo más extendido en la población. Sabemos que gracias a él y a la detección temprana, la supervivencia a cinco años es superior al 90%, por lo que nadie duda en que, al menos una vez al mes, tenemos que examinarnos los pechos en busca de cualquier anomalía.

Cierto es que podemos autoexplorarnos de manera casi inconsciente, es decir, palpándonos mientras estamos realizando otra actividad. Sin embargo, la manera más aconsejable de realizarse este control es fijar un momento y, de manera consciente, realizar la exploración a conciencia. Bastarán unos minutos.  

"El mejor momento para realizar la autoexploración mamaria es en la primera semana del ciclo, uno o dos días después que haya venido la menstruación, ya que es el momento en el que la mama tiene una menor influencia hormonal, tanto de estrógenos como de progesterona", señala la doctora Carmen Ara, responsable de la Unidad de Patología Mamaria de Dexeus Mujer, en Barcelona. "En las pacientes que ya no tienen menstruaciones (menopausia), es indiferente, aunque lo ideal es escoger un día fijo al mes (por ejemplo, el día 1 de cada mes)", apunta.

¿De pie o tumbada?

La autoexploración se debe realizar tumbada y del siguiente modo: al explorar la mama derecha el brazo derecho ha de estar detrás de la nuca y con la mano izquierda explorar la mama siguiendo una sistemática, que puede ser en el sentido de las agujas del reloj. Después, se debe comprobar que no hay secreción a través del pezón presionando suavemente. Por último, se realiza la palpación de la axila para evidenciar que no hay ganglios aumentados de tamaño, que también puede hacer de pie. Se repite la misma operación en la otra mama.

Posteriormente, en posición de pie con las manos en la cintura (en jarra) y elevando los brazos lateralmente hasta la altura de la cabeza se observa delante de un espejo para comprobar que no hayan retracciones de la piel y del pezón, cambios de forma, ni lesiones dérmicas o cambios de coloración.

Por otro lado, no te alarmes si detectas un bulto en el pecho, puesto que puede tratarse de un quiste simple o de un fibroadenoma, un tumor benigno. Pero no lo dejes pasar. Pide cita con tu ginecólogo o, mucho mejor, con un especialista en patología mamaria para que te realice las pruebas y el seguimiento que estime conveniente. 

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¿Has echado un vistazo a tu orina? 

Si nunca te has parado a observar cómo es tu orina o tus hábitos de micción, deberías empezar a hacerlo porque también revela datos importantes sobre tu salud. Por ejemplo, si se bebe lo habitual, es decir, un litro, y se come algo de fruta y verdura, lo lógico es orinar de uno a un litro y medio, en unas seis o siete micciones diarias. Si orinas más, atenta a lo que dicen los especialistas:

"Ir al baño muchas veces y hacer mucha cantidad en cada micción, sin una ingesta grande de líquido, recibe el nombre de poliuria y lo pueden causar enfermedades tipo la diabetes o alteraciones de la hipófisis", alerta el doctor Carlos Guevara, urólogo, del Hospital Vithas San José (Vitoria-Gasteiz). 

Lo contrario, poca cantidad y escasas veces, si la ingesta de líquido no es escasa, puede ser debido a retención de líquidos por problemas cardiopulmonares, enfermedades de la función renal, o retenciones vericales. Se denomina oliguria. 

Si se tienen muchas ganas de orinar pero apenas hay cantidad, se tendría que "descartar una infección de orina y, si no es el caso, hay que pensar en la posibilidad de vejiga hiperactiva, un problema que impide que la orina se almacene normalmente", indica el especialista. 

En los hombres, por su parte, hay que revisar cómo está la próstata y si puede crear un problema obstructivo y por tanto origine una frecuencia miccional elevada.

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¿Has observado bien tus uñas?

Las uñas, al igual que otros anejos como el pelo, pierden su aspecto normal cuando determinadas patologías las afectan. Así, por ejemplo, “en un paciente con problemas respiratorios severos, las uñas se arquean excesivamente, convirtiéndose en lo que llamamos ‘uñas en vidrio de reloj’, o pierden igualmente su color rosado cuando una anemia severa afecta al paciente. Otras veces la enfermedad les afecta solo a ellas como es el caso de las infecciones ungueales”, señala la doctora Isabel Medina Baquerizo, Dermatóloga del Hospital Vithas Parque San Antonio (Málaga).

Por otro lado, si notamos las uñas muy quebradizas, es recomendable recomendable “un análisis de sangre para valorar los niveles de determinadas hormonas y vitaminas como el zinc, vitamina B6, vitamina D, hierro y hormonas tiroideas”. El déficit de estas sustancias causa problemas en las uñas y su reposición lo soluciona. Sin embargo, no son esas las únicas causas, ya que otras muchas enfermedades sistémicas o incluso determinados fármacos o profesiones pueden favorecer la fragilidad Ungueal.

¿Bandas blancas?

Otra de las afecciones comunes en las uñas es la aparición de bandas blancas. “Se trata de las conocidas ‘líneas de Mees’, bandas transversales blancas que suelen afectar a varias uñas, aunque también es posible verlas en una sola. Puede deberse a una insuficiencia cardiaca congestiva o una insuficiencia renal crónica, estados de malnutrición o tratamientos con quimioterápicos, entre otros. Su ubicación va cambiando con el crecimiento de la uña, por lo que es posible calcular el tiempo transcurrido desde su aparición”, advierte.

Por último, "es importante estar atentos al engrosamiento ungueal, ya que suele ser causado, en la mayoría de los casos, por infecciones micóticas (es decir por hongos). Es muy importante también no medicarnos por nuestra cuenta con lacas para las uñas ya que enmascaran la patología y en muchos casos no solucionan el problema dificultando posteriormente el diagnóstico por parte del especialista. Por ello, ante un engrosamiento ungueal, es necesario acudir al médico sin tratar en casa", concluye la experta. 

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¿Te sale bigote?

Este exceso de vello podría deberse al Síndrome de Ovario Poliquístico, un trastorno que provoca un exceso de producción de hormonas masculinas, que a su vez producen un incremento de peso, ciclos menstruales irregulares, acné y vello en la cara, en el vientre, en el pecho y en la espalda. Una de cada diez mujeres puede padecerlo y es necesario acudir al especialista puesto que pueden aumentar el riesgo de padecer infertilidad.

En el origen de esta enfermedad, según explica el doctor Jan Tesarik, de la Clínica MarGEN, de Granada, "puede existir una coordinación defectuosa de reacciones hormonales que provoca que los folículos (cavidades de los ovarios en las cuales se desarrollan los óvulos) crezcan pero no expulsen el óvulo en el momento oportuno, por lo cual los folículos se acumulan en los ovarios y se convierten en quistes", explica. 

"Los primeros indicios del síndrome de ovarios poliquísticos son ciclos irregulares, más bien largos, y ausencia de ovulación. Se puede detectar midiendo los cambios de la temperatura basal (en reposo). La sospecha se puede confirmar por un examen ginecológico y por un análisis de sangre. Estos exámenes también pueden determinar el grado de la anomalía para recomendar el tratamiento adecuado", explica. 

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¿Cómo me ves?

Gozar de una buena salud visual es esencial y, para ello, debemos visitar al especialista. Pero, ¿cómo saber si debemos adelantar la cita con el oftalmólogo? "Estas situaciones te darán la voz de alarma", señala Antonio Fernández, óptico y optometrista de Visionlab. 

- Tropezar con frecuencia.

- Torcer o desviar un ojo o ambos

- Visión borrosa, ya que puede ser una señal de un problema de visión mayor como el astigmatismo, la miopía, la hipermetropía o la degeneración macular.

- Frotarse los ojos frecuentemente

- Acercarse demasiado al televisor

- Guiñar un ojo

- Entrecerrarlos

- Dolor de cabeza

Enfermedades graves

También tenemos que estar atentas para detectar precozmente algunas enfermedades que podrían aumentar el riesgo de ceguera. Se trata del glaucoma y de la degeneración macular. 

"La primera es una enfermedad visual degenerativa causada por el aumento de la tensión ocular, es decir, de la presión que se produce en el interior del ojo. El glaucoma, por lo general no presenta síntomas evidénciales pero puede derivar en la pérdida de visión permanente. Por eso, debemos estar atentos a posibles señales repentinas como dolor en el ojo, cefaleas, halos rodeando las luces, dilatación de las pupilas, pérdida de visión, ojos rojos, náuseas y vómitos", indica el experto. 

La degeneración macular, por su parte, es un trastorno ocular, concretamente de la retina, que disminuye lentamente la visión central y aguda, lo cual dificulta la lectura y la visualización de detalles. Es una pérdida lenta de la visión, sobre todo, en personas de más de 60 años.

"Es indispensable estar atentos y buscar signos que puedan ayudar a detectar  la enfermedad en sus primeras etapas, ya que existen varios tratamientos, medicamentos, terapia con láser y vitaminas que ayudan en la enfermedad, aunque, actualmente, no hay cura", lamenta Antonio  Fernández. 

Se recomienda prestar atención a la disminución de la visión central, tanto de cerca y a distancia. Usamos la visión central durante la conducción, la lectura o la visión de imágenes, figuras o colores. Estar atentos de la aparición de visión borrosa y sombras distorsionadas u oscuras y puntos pequeños que con el tiempo pueden desarrollar y crecer.

Asimsimo, un ejercicio para comprobar la ausencia de esta enfermedad es visualizar una rejilla con líneas rectas y comprobar que no se distorsionan, es decir,  que no se ven torcidas, rotas, onduladas, dobladas o dañadas. Otra opción es enfocar los ojos en un objeto cubriendo uno de los ojos mientras se visualiza el objeto. Si el tamaño del objeto cambia puede ser síntoma de degeneración macular en uno o en los dos ojos.

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¿Te fatigas demasiado?

¿Sientes que te cansas más que antes? ¿Aceleras un poco el paso hasta el autobús y parece que te falta el aire? ¿Has dejado de realizar algunas actividades como, por ejemplo, bailar con tus amigas, porque acabas demasiado fatigada? Y, sobre todo, ¿eres o has sido fumadora? Si es así, deberías ir al médico. "Hacer un chequeo rápido de cómo es tu respiración es vital para detectar de forma precoz la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), sobre todo si tienes más de 35 años y fumas o lo has dejado. Por ser mujer, además, el riesgo de sufrir un problema a causa del tabaco es mayor, ya que ellas son más sensibles a las sustancias nocivas del tabaco", advierte el doctor Julio Ancoechea, jefe del Servicio de Neumología, del Hospital Universitario La Princesa, en Madrid. 

Pide cita si tu respiración falla

Tal como explica este especialista, ante un caso de problemas de respiración, no debemos dar por supuesto que puede tratarse de asma, sino que, sobre todo si somos fumadores o exfumadores, debemos pensar en esta enfermedad, una patología íntimamente ligada al consumo de tabaco, silenciosa, que avanza sin apenas dar síntomas hasta que se produce la disnea o dificultad respiratoria. "Al principio, el paciente no le da importancia pero, con el tiempo, empieza a renunciar a actividades que antes realizaba sin problema. Si la enfermedad avanza, su calidad de vida se reduce drásticamente", alerta el especialista. Y añade: "La EPOC es progresiva e invalidante, con frecuentes manifestaciones extrapulmonares y comorbilidades asociadas (enfermedades cardiovasculares, osteoporosis, depresión, entre otras). Su prevalencia aumenta con la edad. En España se producen 18.000 muertes por EPOC cada año", insiste el doctor que, recientemente, ha asistido a la 8ª Edición NeumoChiesi: Actualización en neumología 2018

La Epoc puede detecarse con una prueba muy sencilla, la espirometría, que consiste en valorar cuánto aire puedes expulsar utilizando un aparato denominado espirómetro. 

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