Tendemos a pensar que comer poco es el pasaporte a una vida larga y sin enfermedades, pero la línea entre alimentación consciente y ortorexia (u obsesión por llevar una vida saludable) es más fina de lo que parece. Mientras lo primero nos conduce a sentirnos ligeros y vivir de forma más sana, lo segundo se traduce en irritabilidad y cansancio a corto y largo plazo.
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Por eso, la medicina de la longevidad matiza cada vez más el mensaje: no se trata de pasar hambre, sino de aprender a no sobrecargar constantemente al organismo. Te contamos cómo y cuánto hay que comer para no solo vivir más sino también hacerlo en mejores condiciones.
El objetivo, según indica el doctor Esquide, no es comer poquísimo, sino comer lo suficiente y de forma inteligente para mantener músculo, energía y órganos en buen estado. Pero ¡cuidado! El "me da igual, es casero" también pasa factura, en palabras del experto. Guisos muy grasos, aperitivos infinitos y postres saturan igualmente los sistemas que regulan inflamación, azúcar y grasas en sangre.
"La moderación también aplica a lo casero: la clave es la cantidad y la frecuencia", indica el médico. Esto quiere decir que, ni siquiera cuando optamos por alimentos hechos en casa podemos permitirnos, como dice el doctor, vivir permanentemente en "modo banquete".
Alimentos que tienes que priorizar si quieres vivir más (y mejor)
Para el doctor Esquide, una buena estrategia de longevidad pasa por priorizar alimentos calidad y no hacer recortes a ciegas en nuestros menús diarios. Recomienda consumir más proteína de calidad para proteger el músculo, verduras y frutas variadas, grasas saludables (AOVE, frutos secos, pescado azul) y carbohidratos de absorción lenta. "Reducir lo que sobra sin tocar lo que sostiene tu estructura corporal es mucho más efectivo que "quitarse la cena" sin criterio", explica.
"Comer "como un pajarito" y hacer poco ejercicio es la tormenta perfecta para perder músculo con la edad", asegura. Y explica que es algo que se asocia a más caídas, más fragilidad y más enfermedad. "Comer para vivir más implica también alimentar bien el músculo y combinar una nutrición cuidada con ejercicio de fuerza adaptado", insiste.
El músculo: el auténtico secreto de la longevidad
"Pasar hambre de forma crónica no es sinónimo de longevidad, sino de pérdida de masa muscular, fatiga y peor función inmunitaria, sobre todo a partir de los 40–50 años", asegura el doctor Jesús Esquide, especialista en Medicina del Envejecimiento y Longevidad con más de 30 años de experiencia y fundador de la Clínica Longevytum.
"Los músculos no se construyen solo con pesas, sino con decisiones diarias que alimentan la energía, la longevidad y la claridad mental", dice por su lado Mariola Corega, bicampeona del mundo de fuerza y resistencia, pentacampeona de España de halterofilia y tercera del mundo y medalla de oro internacional en crossfit. Cuenta con más de cuarenta años dedicados al movimiento, la fuerza y la salud femenina y se ha convertido en una evangelizadora del fitness consciente y mentora de salud integral para mujeres.
Para ella, nutrirse no es contar calorías, sino darle al cuerpo lo que necesita para rendir, sanar y sostenerte. Su método Priorízate integra el movimiento, la respiración, la fuerza y la alimentación consciente.
Considera que lo que comes puede ser tu medicina o tu freno. "La clave no es la perfección, sino la presencia. Escuchar el hambre real, elegir alimentos vivos y mantener una relación amable con la comida es parte del entrenamiento", sostiene.
La nutrición como parte de un todo
Ahora bien, aunque el experto reconoce que la alimentación juega un papel importantísimo, también asegura que otros factores como el estrés, el sueño, la actividad física, el alcohol y el tabaco influyen tanto o más que la cantidad exacta de calorías que se consumen a lo largo de un día. "Pensar que todo se resuelve "comiendo poco" simplifica en exceso un proceso biológico complejo", indica.
Así lo defiende también Irene Domínguez, responsable del departamento de Nutrición de Palassiet Wellness Clinic. "La longevidad no es solo cuestión de genética. El estilo de vida y los hábitos son fundamentales, por ello, proponemos un enfoque integral donde la nutrición, el ejercicio, la salud mental y emocional junto con la ciencia trabajan en armonía", asegura. "Un abordaje compartimentado solo fragmenta el bienestar impidiendo un beneficio mantenido en el tiempo, en cambio, la sinergia entre los distintos profesionales es la clave para una vida más saludable y activa", comenta.
