El verano invita a disfrutar de la playa, la piscina y las terrazas al aire libre, pero también puede pasar factura a la piel. El enrojecimiento, la tirantez y el ardor son señales claras de que la exposición solar ha sido excesiva. La experta en dermocosmética y formulación Ana Santamarina, fundadora de Santamarina Cosmetics, explica cómo minimizar el daño y favorecer la recuperación con una rutina específica que calma, hidrata y protege.
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El post solar, que no es cualquier crema
Tras un día de sol, la hidratación de la piel se convierte en una prioridad. Pero no vale cualquier crema. “El post solar se diferencia de una hidratante convencional porque tiene características específicas”, señala Santamarina. Según la especialista, debe tener textura ligera y refrescante e incluir activos clave como:
Pantenol al 5%, un potente reparador e hidratante. Centella asiática, con propiedades calmantes y antiinflamatorias. Betaglucano, un polisacárido que reduce el enrojecimiento y favorece la regeneración cutánea.
Para el rostro, Santamarina recomienda reforzar la hidratación con una mascarilla calmante, idealmente con betaglucano, que aporta frescor inmediato y ayuda a restaurar la piel tras la exposición solar.
¿Y si ya te has quemado?
Cuando la piel muestra claros signos de quemadura, lo primero es bajar la inflamación. La experta aconseja aplicar una compresa fría sobre la zona afectada y, a continuación, utilizar un bálsamo reparador con óxido de zinc.
“El óxido de zinc forma una barrera protectora sobre la piel irritada, calma, repara y actúa como ligero antiséptico”, explica Santamarina. Si además el producto incorpora pantenol al 5% o centella asiática, su efecto reparador será aún más completo.
Este cuidado debe repetirse varias veces al día. Eso sí, conviene evitar exfoliantes, aceites esenciales o ingredientes irritantes como el mentol o el alcanfor hasta que la piel esté completamente recuperada.
La importancia de la protección extrema tras la quemadura
Cuando la piel ya ha sufrido una lesión solar, la prioridad es mantenerla alejada del sol. En este punto, cualquier protector solar químico podría causar más irritación. Por eso, la especialista recomienda optar por ropa con protección UPF y, sobre todo, evitar la exposición directa durante varios días.
Nunca arranques la piel que se pela
Un gesto tan común como desprender la piel muerta puede ser contraproducente. “Arrancar la piel que se pela puede dañar la piel nueva, que es más fina y sensible”, advierte Santamarina. Además, aumenta el riesgo de provocar microlesiones, infecciones o manchas posteriores. Lo mejor es dejar que el proceso de regeneración siga su curso natural.