1/9 © Jose Hevia para Estudio Vilablanch

Los downlights y los focos LED han vivido mejores épocas. Estos focos empotrados en el falso techo que iluminan hacia abajo han ido viendo, año tras año, como decrecía su uso en los diseños de interiores. Los motivos son varios, para comenzar que no son idóneos cuando se quiere dejar un techo de interesante valor arquitectónico a la vista, como los que pertenecen a casas antiguas y cuentan con vigas o están ricamente ornamentados. Pero es que también es importante señalar que, en la actualidad, los puntos de luz que se introducen en el hogar se pretende que tengan un gran peso en la decoración.

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2/9 © Garmendia Cordero Arquitectura

Mejor completados con otras luces

Fueron una de las herramientas favoritas de los diseñadores de iluminación profesionales varias décadas atrás, pero en el ámbito doméstico hoy los focos empotrados sobre todo se emplean en la cocina, el baño, los pasillos y el vestidor. El motivo no es otro que pueden crear ambientes de poca personalidad y hasta fríos, nada acorde con las demandas de diseño de nuestra época. Para evitarlo selecciona focos dimmables, es decir, en los que puedes seleccionar la calidez y la cantidad de la luz en función del momento del día.

Otro inconveniente si te limitas a crear una iluminación general con focos empotrados, es que pueden generase sombras molestas en algunas zonas, como las esquinas. Acaba con ellas añadiendo otras fuentes de luz ambiental y puntual más acogedora.

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3/9 © Tinda’s Project Interiorismo

Así pues, el uso exclusivo de focos empotrados en el techo casi queda relegado a oficinas y comercios, pues en las viviendas, cuando se emplean, van acompañados de otras luminarias, como vemos en esta cocina diseñada por Tinda’s Project Interiorismo, donde una tira LED ilumina la encimera y el office se acompaña de una pareja de lámparas suspendidas. De este modo se puede seleccionar la ambientación que se necesita para cada actividad, si es desayunar, lo ideal es prender solo las lámparas suspendidas, para preparar y cocinar la general a base de focos y, para fregar platos, encenderemos la luz sobre la encimera.

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4/9 © Belén Imaz para EME 157

Más datos importantes

En estancias principales como el salón o el comedor, es habitual que se ilumine con focos pero que estos no se empotren a la pared quedando planos y totalmente discretos, sino diseños de superficie que den forma a un ambiente en el que estos elementos buscan destacar y en el que los haces de luz sean orientables.

Además, es una decisión acertada en casas de techos altos (al acercar el punto de luz) o cuando se ve directamente el forjado y no existe un falso techo, como vemos en esta vivienda de arquitectura de estilo industrial diseñada por EME 157.

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5/9 © Dröm Living

Buena elección en pasillos

En los distribuidores y pasillos los focos empotrados en el techo son una solución acertada para la iluminación general, siempre y cuando se haga un uso correcto de ellos, es decir, no se debe abusar. Ten en cuenta que el foco empotrado ideal en las zonas de paso es el que tenga un ángulo de apertura cerrado que proporcione un haz de luz fuerte y concentrado, mientras que en espacios de mayores dimensiones deberá ser más abierto.

Si lo prefieres, puedes completar este tipo de iluminación a base de focos empotrados cada unos 70 cm, con otra a modo de apliques de pared o tiras LED tipo foseado.

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6/9 © Almeda Estudi

Recurso habitual en baños

Insistimos en que los focos no son viables si no existe un falso techo, y como los baños suelen contar con él y, algunos, ser bastante oscuros, es por este motivo que los focos empotrados tienen más presencia en estos ambientes. Otro motivo es que es una forma discreta de iluminar, ofreciendo una estética limpia.

No obstante, antes de decidirte por uno u otro modelo toma el metro y mide la distancia entre el forjado y el falso techo pues, por lo general, el cuerpo de la luminaria varía entre los 5 y los 20 cm de profundidad y quizá haya algún modelo que debas descartar. A diferencia de las zonas de paso, más estrechas, aquí conviene que el ángulo de luz sea abierto y menos concentrado. Refuerza esta iluminación general con otra puntual en la zona del espejo.

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7/9 © Oliva Iluminación

Evita el 'efecto cueva'

En el salón o el comedor lo mejor es apostar por una luz difuminada en lugar de los focos empotrados que dejan en penumbra esquinas con un doble efecto: restar espacio visualmente y crear un poco acogedor ‘efecto cueva’. Una buena solución es la que vemos en la propuesta, con una luz perimetral que baña suavemente todo el área de televisión sin provocar fuertes sombras.

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8/9 © Femont Galvan Designers

Atención con la fuga de energía

Las ventanas de poca calidad o las cajas de las persianas son las causas más probables de que una vivienda resulte menos estanca, aunque también puede deberse a la instalación de focos empotrados en el techo, dado que al crear agujeros pueden producirse esas fugas de energía, perdiendo confort térmico o teniendo que gastar más en climatizar el hogar. Así que en caso de querer poner unos, te aconsejamos que escojas luminarias herméticas.

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9/9 © Jordi Anguera para Dom Arquitectura

Crea ambiente

Tanto si instalas focos empotrados en el techo como si no, el verdadero secreto de un proyecto lumínico exitoso es conseguir profundidad y variedad de matices y ello se logra apostando por diferentes puntos de luz: de pie, de sobremesa, flexos…

Por otra parte, la calidez de la luz adecuada dependerá de la actividad que se realice en cada estancia. En un dormitorio y un salón debe haber una luz cálida y, por ejemplo, en la cocina y el baño una fría, con áreas que resulten más acogedoras como el office o bien la zona de cortesía (que se crea con el lavabo, la encimera y el espejo).

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