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Hace un año, el 7 de noviembre de 2020, Reino Unido afrontaba su segundo confinamiento provocado por la pandemia por Covid-19. En casa de Álvaro Picardo, en el barrio londinense de Pimlico, él acababa de sustituir una pantalla vieja de una lámpara. En lugar de tirarla, se decidió a pintarla. Justo en ese momento, y sin saberlo, comenzó la historia que iba a cambiar su mundo.

 

El principio de una nueva aventura

Cuando Álvaro terminó de pintar aquella primera lámpara quedó sorprendido por el resultado. Pero, sobre todo, se maravilló de lo mucho que había disfrutado esa primera experiencia artística. “Durante aquellas semanas confinados me dediqué a pintar todas las pantallas de la casa. Supe entonces que había descubierto algo nuevo y que no quería dejarlo de lado. Comencé a investigar si había algo parecido en el mercado y comprobé que no había muchas personas que pintasen pantallas y, en cualquier caso, su estilo era muy diferente al mío”, explica el artista. Álvaro se decidió entonces a abrir una cuenta en Instagram (@handpainted_lampshades) y a publicar las fotos de las pantallas que pintaba. Los seguidores subían como la espuma.

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Por amor al arte

La trayectoria anterior de Álvaro Picardo no había tenido mucho que ver con el arte. Estudió ESADE en Barcelona a finales de los años 80 y comenzó una carrera profesional que duró unos años, pero que nunca le satisfizo por completo.

Con el tiempo fue buscando otros derroteros más creativos hasta que, al cumplir los 50, se decidió a comenzar una nueva vida como panadero. “Disfruté mucho de esta etapa que duró casi dos años, a pesar de los madrugones y los turnos de trabajo de 10 y 12 horas. Sin embargo, tuve que dejar ese trabajo por problemas de salud. Fue entonces cuando nos sorprende la pandemia y el confinamiento y mi mundo da un vuelco total gracias a la pintura y a un objeto tan simple como las pantallas de lámparas”.

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La magia de los objetos cotidianos

Las pantallas de lámpara que pinta Álvaro son únicas, muy especiales. Sus diseños, a veces sencillos y otras más complejos, tienen un gran poder visual y son capaces de elevar la decoración de cualquier espacio, sea cual sea el estilo imperante en él.

“Me encanta la idea de utilizar un soporte como las pantallas. Son un elemento que estaba completamente olvidado y que, sin embargo, no falta en ninguna casa. Disfruto convirtiéndolas en parte de la decoración, y dándoles un protagonismo que nunca habían tenido”.

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Piezas únicas

Álvaro busca la diferencia en sus trabajos. Le gusta pensar que, aunque el diseño se repita, cada pantalla es única y distinta al resto. “Está todo hecho a mano, el dibujo inicial y todas y cada una de las pinceladas. Esto hace que no salgan dos pantallas completamente iguales. Intento huir de la monotonía de los interiores idénticos y aportar algo de personalidad a las estancias a través de mis pantallas. Es un medio más para conseguirlo”.

A la hora de trabajar, pinta las pantallas por encargo. Para él los mejores proyectos son aquellos en los que el cliente le da carta blanca para elegir el diseño y los colores.

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Una segunda oportunidad

Las primeras pantallas que pintó Álvaro eran viejas, reutilizadas. Eran las que tenía en su propia casa. Le gusta la idea de darle a un objeto sencillo una segunda vida diferente y mucho más especial y lo hace siempre que puede. “No siempre es posible reutilizar pantallas usadas y entonces, cuando se necesita una pantalla nueva, se la encargo a un artesano amigo que las fabrica a mano. De esta manera consigo la pantalla que necesito para cada proyecto, del tamaño y la forma adecuada y, sobre todo, hechas a mano como mi propio trabajo. Esto es importante para mí”.

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Sus fuentes de inspiración

Cuando le preguntas a Álvaro de dónde toma la inspiración para sus diseños enseguida se advierte que no existen límites para él. Todo puede hacer surgir la chispa de una idea nueva: los artistas que admira, diseñadores que descubre en Instagram, tendencias artísticas y arquitectónicas, influencias clásicas o modernas, etc.

“Encuentro inspiración en todo lo que me rodea. Simplemente andando por la calle veo cosas que me interesan y despiertan algo en mí, hago una foto y la guardo en mi archivo de ideas. También leo revistas de decoración, acudo a exposiciones, museos... Londres es una fuente de inspiración continua y ser curioso en esta ciudad siempre ayuda”.

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De formación autodidacta

Álvaro es un ejemplo claro del increíble poder de la imaginación. Él no tenía ninguna formación en técnicas pictóricas, pero se decidió a probar guiado por ese afán de desarrollar proyectos creativos en los que el arte y la sensibilidad son esenciales.

“Soy totalmente autodidacta, aunque cuento con el apoyo y la ayuda de algunos amigos artistas como Beñat Olaberria, un pintor vasco afincado como yo en Londres. Su experiencia y sus enseñanzas me ayudan a conseguir mis metas”, nos explica Álvaro.

Cuenta que en ocasiones le preguntan sobre técnicas e incluso le piden que imparta talleres para enseñar a pintar pantallas de lámparas, pero él considera que todavía tiene que aprender y practicar mucho más.

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La capacidad sanadora de lo handmade

Pintar es para Álvaro una especie de meditación. Un ritual construido a base de paciencia, de espera y de serenidad. “Nunca hubiese pensado que yo tendría el aplomo y la paciencia de pasarme horas y horas pintando líneas rectas y curvas sobre una pantalla y que, además, lo disfrutaría tanto. Me encanta crear nuevos diseños y después llevarlos al soporte, materializarlos en la superficie angular de la pantalla que te devuelve un resultado diferente al que puedas obtener en una superficie plana. Es sorprendente”.

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El poder de las redes

La clave para que las preciosas pantallas pintadas a mano por Álvaro hayan sido descubiertas está en la magia de las redes sociales. Es la prueba de que el mundo del siglo XXI es global y que todo sucede a una velocidad vertiginosa. “Sin Instagram mis pantallas no se hubieran dado a conocer tan rápido ni tan lejos. A veces soy crítico con los efectos que tienen las redes sociales en las personas, pero tengo que reconocer que sin ellas mi proyecto hubiera tardado mucho más tiempo en consolidarse. Gracias a Instagram decoradores, medios de comunicación y clientes han descubierto lo que hago. Y no solo en Reino Unido, sino en todo el mundo… Quién me iba a decir hace un año que hoy estaría enviando mis pantallas a Estados Unidos o a Australia”, nos cuenta Álvaro.

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