¿Puede un color hacernos sentir más tranquilos, concentrados o felices? La respuesta es sí, y de eso trata la psicología del color: una disciplina que estudia cómo los tonos que nos rodean impactan en nuestro estado de ánimo, comportamiento y bienestar. Para Sigfrido Serra, interiorista valenciano con un estilo vibrante pero equilibrado, el color no solo decora: transforma.
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En esta entrevista, nos abre las puertas de su universo cromático para descubrir cómo elegir paletas que se adapten a nuestra vida y personalidad. Porque, como él dice, "el color tiene mucho que decir, pero hay que saber escucharlo".

Gamas cálidas para el salón
"El salón es el alma de la casa", nos cuenta Sigfrido. Es ese lugar donde se conversa, se comparte, se descansa… Por eso, apuesta por paletas cálidas y amables: tonos arena, terracotas suaves, verdes oliva claros… Colores que psicológicamente generan sensación de seguridad y confort visual. "Son colores que invitan a quedarse", explica, y no es casualidad: el ojo humano los percibe como cercanos, acogedores, familiares.
"Suelo empezar por una base neutra —blanco roto, marfil, crudos— y a partir de ahí, voy incorporando acentos más potentes como el verde pistacho o el borgoña. La clave está en que el color no grite, sino que dialogue”, explica. En "La Sala", el espacio que diseñó para la firma The Masie en Casa Decor (sobre estas líneas), estos matices funcionaron de maravilla en elementos concretos: una librería, un cuadro, un tejido especial o incluso un separador visual.
Para el interiorista, el equilibrio llega al combinar esos colores con materiales nobles: madera natural, lino lavado y fibras vegetales que aportan calidez. La luz natural hace el resto, modulando los tonos y creando una atmósfera viva, cambiante y profundamente habitable. "El salón es el mejor lugar para expresar quién eres… sin tener que decir nada", dice.
Que reine la calma
"El dormitorio debería ser una especie de santuario. Aquí no hay lugar para estridencias", afirma. Sus favoritas: gamas serenas como los azules grisáceos de este proyecto, con lámparas de Original BTC; beis con matices rosados o grises cálidos que acompañen al blanco roto. Tonos que reducen la frecuencia cardíaca y relajan la mente.
Además de elegir bien el color, presta especial atención a las texturas: lino, algodón lavado o paneles decorativos que sumen profundidad sin abrumar. Y como toque final, siempre incluye una pequeña obra de arte con un color que rompa con sutileza la monotonía.
Energía controlada
En la cocina se mezcla lo funcional con lo creativo. Por eso, Serra propone tonos que estimulen, pero no saturen: verdes medios, azules atenuados o grises pálidos. En espacios pequeños, recomienda usar patrones que añadan dinamismo, como hizo en este proyecto de Altea, con rayas en blanco y turquesa. "Y si te apetece arriesgar, apuesta por pequeños acentos en rojo teja, ocre o naranja tostado, colores que, desde la psicología, activan el apetito y despiertan los sentidos".
Estudio en casa
Si el reto es concentrarse, el color puede ayudarte. Por eso, en zonas de trabajo o estudio, Sigfrido recurre a tonos como el verde salvia, el beis empolvado o grises cálidos. Todos ellos favorecen la estabilidad emocional, reducen el estrés visual y generan una sensación de orden y calma.
"El entorno tiene que ayudarte a sostener la atención, no a perderla”, comenta. Por eso incorpora también matices como el azul celadón o el verde mineral, muy efectivos para mantener una mente despejada.
"En zonas de lectura o meditación, me encantan los colores que envuelven", dice, y menciona el tostado o el ladrillo suave como opciones para generar una atmósfera tipo "cueva acogedora". En ambientes más activos, un verde pistacho o un papel pintado como este, de Mindthegap (firma que distribuye Gancedo) con motivos abstractos sobre un fondo claro, son geniales para poner una chispa de vitalidad.
Baños que relajan… ¡y aseos que impresionan!
Para Sigfrido, el baño es el lugar donde nos reencontramos con nosotros mismos. Para generar esa atmósfera, emplea gamas que inducen serenidad: tonos tierra, verdes lavados, azul ceniza… Colores que ralentizan el ritmo interno y transmiten higiene, calma y bienestar.
Un recurso que utiliza a menudo es el papel pintado, sobre todo si tiene textura textil o dibujos orgánicos. En baños principales, funciona genial como fondo discreto que aporta interés visual sin robar protagonismo. Pero donde realmente se permite jugar más es en los aseos de cortesía: "Ahí me atrevo con estampados más intensos dentro de las mismas gamas suaves, como un verde con motivos vegetales (este es de la firma Petra Palumbo)o un terracota con textura", explica.
Tip de experto
"La luz lo cambia todo", dice Serra. Un color puede verse radicalmente distinto según la hora del día o la orientación del espacio. Y ese es, según él, uno de los errores más comunes: aplicar colores sin tener en cuenta la iluminación. Por ejemplo, el "Azul naval" de Bruguer con el que se han pintado las paredes de esta buhardilla se verá fresco y envolvente en una estancia orientada al sur. En cambio, una habitación con luz del norte puede volverse apagado o incluso triste. "Lo mismo que cuando se abusa de los neutros, sin entender sus matices; se corre el riesgo de que un blanco puro resulte clínico", dice.
Por eso, antes de elegir una paleta, analiza cómo entra la luz en cada estancia. "No se trata de evitar colores, sino de entender cómo y dónde aplicarlos", apunta el interiorista.
Errores que se pagan caros
Uno de los fallos más repetidos es dejarse llevar por las modas. Según Sigfrido, elegir colores sin pensar en cómo nos afectan emocionalmente puede hacer que nos sintamos incómodos sin saber por qué.
"El negro, por ejemplo, tiene mala fama en decoración, pero bien usado puede ser comodísimo y elegante. El problema nunca es el color, sino no entender su contexto o no saber cómo equilibrarlos", dice. Y si no, mira lo ideal que queda este papel pintado de The Curious Department, con madera clara y toques dorados.
Colores con personalidad (la del cliente)
¿Existe una fórmula infalible entre personalidad y paleta cromática? "No, pero sí muchas pistas. Algunos necesitan espacios silenciosos, otros —como los propietarios de esta vivienda de Valencia, diseñada por Sigfrido Serra— vitales y enérgicos. Lo importante es saber leer eso".
El interiorista nos cuenta que, antes de empezar un proyecto, investiga el universo emocional del cliente. "Les pido imágenes que les emocionen, incluso aunque no tengan nada que ver con decoración", cuenta. Elabora moodboards observa cómo se mueven, qué objetos eligen o cómo hablan de sus recuerdos. "Más que preguntar por su color favorito, trato de escuchar entre líneas".
El color como recuerdo emocional
¿Y si el color despierta emociones? Según Sigfrido, ocurre más de lo que imaginamos. Desde quien rechaza un tono porque le recuerda a una mala etapa, hasta quien pide incorporar uno que lo conecta con su abuela o con un viaje inolvidable.
“Es precioso trabajar con esa carga simbólica de forma consciente", confiesa. Y añade que en entornos corporativos, también tiene en cuenta los colores de marca, aunque siempre con un giro que haga del espacio algo personal. Así lo hizo cuando la empresa Hager le encargó el diseño de su espacio en Casa Decor 2024: jugó con el blanco y el azul para recrear un club lleno de energía y frescura.
Colores que hablan de ti
Para Sigfrido Serra, el color no es una elección caprichosa, sino una herramienta vital que debe estar en sintonía con quien vive el espacio. “El estilo de vida lo determina todo. No es lo mismo decorar para una familia con niños y mascotas que para alguien que vive solo y trabaja desde casa. Los colores deben acompañar, no estorbar: calma donde hace falta pausa, alegría en los espacios compartidos, materiales que resistan el trote diario…", insiste.
¿Y si el cliente se encapricha con un color que no encaja? El interiorista lo toma con diplomacia: escucha, propone alternativas y busca versiones más coherentes con su identidad. "No queremos casas disfrazadas, sino espacios que hablen de quien los habita", dice.
A veces basta con cambiar una cortina, una alfombra o los cojines para transformar una estancia y, de paso, acompañar ese nuevo momento vital en el que uno se encuentra. En este caso, un proyecto de Tinda's Project, la base neutra facilita mucho las cosas porque permite jugar con pequeños toques de color según el estado de ánimo, la estación del año o simplemente porque apetece un cambio, sin miedo a que algo desentone.