Sofía Loren siempre ha sido mucho más que una actriz: es un símbolo de la belleza mediterránea, una mujer que se mantuvo firme en sus convicciones cuando Hollywood intentó uniformarla bajo cánones imposibles. En los años cincuenta, mientras la pantalla grande adoraba a rubias etéreas como Marilyn Monroe o Grace Kelly, a Loren le sugirieron “arreglar” su nariz, suavizar sus facciones y adelgazar su silueta. Ella se negó. “Me aceptarían como era, o no me aceptarían en absoluto”, recordaría después. Esa rebeldía contra la homogeneización estética es, quizás, su primer y más duradero secreto de belleza.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 5 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 5 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
A los 91 años, Loren continúa siendo un referente de glamour y autenticidad. Su carrera está marcada por películas icónicas como La ciociara (con la que ganó un Óscar en 1962, siendo la primera actriz en lograrlo por una película en lengua extranjera), Matrimonio a la italiana o Ayer, hoy y mañana, donde su magnetismo no dependía de trucos de iluminación ni de artificios: estaba en su manera de habitar cada personaje con una sensualidad natural. Y ese magnetismo sigue intacto, sostenido por una filosofía clara: “Nada hace a una mujer más bella que creer que lo es”.
El poder de la confianza
Ese lema, repetido a lo largo de su vida, se adelantó décadas al movimiento body positive. Loren transformó lo que otros consideraban defectos —labios grandes, nariz prominente, cabello indomable— en sus señas de identidad. Su confianza es, sin duda, el secreto que cualquiera puede replicar a cualquier edad: aprender a celebrar lo que nos hace únicos. Ella misma lo resumía en su libro Women & Beauty (1984): “Debemos creer que tenemos una belleza especial, única, y no abandonarla nunca”.
Una dieta al estilo italiano
La actriz nunca escondió su amor por la pasta. “Todo lo que ven, se lo debo al espagueti”, bromeaba. Su alimentación, lejos de las dietas extremas, se ha basado siempre en la sencillez de la cocina mediterránea: verduras frescas, frutas, pescado, pollo, frutos secos y, sobre todo, aceite de oliva extra virgen. Evita azúcares y procesados, modera el pan y brinda con una copa de vino tinto en la cena. Ese equilibrio, que parece más un ritual de placer que una disciplina, le ha permitido mantener energía y vitalidad sin privaciones.
Oliva, su elixir secreto
No es casual que el aceite de oliva sea protagonista tanto en su mesa como en su tocador. Sofía Loren lo aplica directamente en la piel y en el cabello para hidratar y dar brillo. Junto a este gesto, confía en rituales sencillos: loción de agua de rosas para tonificar, crema con vitamina A para nutrir, leche fría e incluso un cubo de hielo para desinflamar el rostro al despertar. Más que sofisticación, su rutina es constancia, casi un homenaje a los remedios de antaño que aún hoy resultan efectivos.
Una de sus confesiones más curiosas es que se daba auténticos baños con aceite de oliva para hidratarse, una práctica que en los años sesenta sonaba excéntrica pero que hoy podría estar en cualquier menú de spa de lujo.
Movimiento y descanso
Sofía nunca fue devota de los gimnasios. Prefiere caminar una hora diaria, hacer estiramientos y rutinas breves de tonificación. Lo combina con un hábito infranqueable: dormir al menos ocho horas. “Cuida de tu cuerpo y él cuidará de ti”, suele decir. Una disciplina que, unida a su sentido del humor —recordaba que al llegar a Los Ángeles pensó que la gente que corría por las calles huía de un terremoto—.
El arte del maquillaje
En el imaginario colectivo, Loren está asociada a la mirada felina: eyeliner negro, cejas definidas y labios rojos intensos. Este estilo no nació de un maquillador estrella, sino de la propia actriz, que experimentaba hasta encontrar lo que resaltaba sus rasgos. “Cuando pruebes un pintalabios, sonríe. Solo así sabrás cómo se ve de verdad”, aconsejaba. Ese juego con el color y la expresión es otro de sus secretos: usar el maquillaje como aliado para realzar, nunca para esconder.
La suya fue una belleza icónica en pantalla. En Ayer, hoy y mañana protagonizó, frente a Marcello Mastroianni, un striptease que pasó a la historia: nada vulgar, todo elegancia y magnetismo. Allí, su eyeliner perfecto y su melena voluminosa completaban una imagen de seducción que aún hoy se estudia como una de las escenas más sensuales del cine.
Juventud como estado mental
Quizás el secreto más inspirador de todos es su actitud frente al tiempo. En entrevistas recientes, al ser preguntada por su juventud eterna, respondió: “No hay secreto. Este es el rostro con el que nací. Lo importante es cómo me siento por dentro, lo segura y feliz que soy”. Para Loren, la belleza está indisolublemente ligada a la alegría, a los afectos —sus hijos, sus nietos— y a la capacidad de seguir creando.
En esa ecuación también aparece el amor: Carlo Ponti, su gran compañero de vida, fue quien siempre la animó a mostrarse tal como era. Para Sofía, la felicidad sentimental era también una “crema de juventud”.
A los 91 años, Sofía Loren encarna la lección más simple y a la vez más difícil de la belleza: cuidarse sin obsesión, disfrutar de lo esencial, reivindicar lo propio y vivir con pasión. Sus secretos —aceite de oliva, pasta, descanso, eyeliner y sobre todo confianza— no son fórmulas inalcanzables, sino gestos cotidianos que cualquiera puede incorporar. Y quizá por eso, porque su juventud nace más del espíritu que del espejo, sigue siendo eternamente joven.