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La edad no es la culpable de que engordes, según una nutricionista

Estos son los verdaderos motivos por los que tu dieta no tiene éxito


8 de junio de 2025 - 18:00 CEST

Contrario a lo que siempre se ha creído, la edad no es un impedimento para la pérdida de peso, según un reciente estudio de la nutricionista, doctora en farmacia y catedrática de Fisiología de la Universidad de Murcia, Marta Garaulet y la científica taiwanesa Hui-Wen Yag, publicado en el International Journal of Obesity. Al contrario, a mayor edad, mayor motivación y constancia, y mayores garantías de éxito. Además, las personas más mayores abandonan menos la dieta. Vamos a entender por qué con la ayuda de esta experta.

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Por qué la edad no es un impedimento para perder peso

Se puede perder el mismo peso y de una manera eficiente, tanto si se tiene 18 años como si se tiene 50 o 75. ¿Por qué? Pues resulta que cuántos más años tenemos más importancia tiene la salud, por encima del dinero y el amor. Es decir, se convierte en una auténtica prioridad: "Con el paso de los años somos más responsables, más conscientes de nuestra salud y se tiene una mayor adherencia a cualquier tratamiento de salud, como lo es una dieta", explica la doctora Marta Garaulet. 

En definitiva, tener más años no es un inconveniente sino una ventaja para perder peso porque hay mayor constancia y mayor capacidad para cumplir con un cambio de hábitos, incluso si se han cogido unos kilos de más en la periomepausia. Además, "las personas adultas se lo toman más en serio y abandonan menos la dieta", asegura la experta.

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La genética tampoco es determinante para la pérdida de peso

Hay que desmontar otro mito: la genética tampoco es un factor determinante para la pérdida de peso. ¿Por qué? "Después de estudiar 1.900 variables en más de 5.800 pacientes hemos llegado a la conclusión de que la genética no es un factor determinante en la pérdida de peso. Es cierto que se puede nacer genéticamente con una mayor facilidad para perder peso, pero es igual de cierto que esto no impide que nos desanimemos y abandonemos. De hecho, la genética solo influye en la velocidad con la que perdemos peso", apunta la Dra. Garaulet. 

Es decir, la genética puede influir en cuánto peso vas a perder a la semana, pero no en el peso final alcanzado. Simplemente la genética influye en que tardes más o menos en conseguir tu objetivo.

Qué factores influyen realmente para que tu dieta tenga éxito

1. Motivación: se pierde más peso y más rápido

"A mayor motivación, mayor adherencia al tratamiento, por lo que el resultado es una mayor pérdida de peso y a mayor velocidad", asegura Marta Garaulet. Esta experta ha comprobado que cuándo se tiene ilusión, ya sea por motivos de salud, estéticos, sociales o psicológicos se pierde más peso y antes. "Hay que buscarse una motivación fuerte, como ser la madrina de una boda, comprarse ropa en tiendas de ropa con tallas normales, poder abrocharse los zapatos o los deportivos, bajar un agujero del cinturón, caminar 10.000 pasos al día en lugar de 7.000… Pueden parecer ilusiones superficiales, pero mantienen una motivación y adherencia alta a la dieta", asegura la experta.  

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2. Autoseguimiento: mejores resultados a largo plazo

El segundo es el autoseguimiento. Es decir, convertirte en tu propio coach. "Si la tónica habitual es ir al médico, que te recete un fármaco y tomártelo sin más, la responsabilidad es del otro no tuya. Lo mismo pasa cuando vas al endocrino o al nutricionista y te prescribe una dieta", comenta la catedrática de fisiología. Es decir, hacer dieta implica tomar las riendas de tu salud, implica un cambio de actitud, de hábitos de vida e implica aceptar ser tu propio coach porque todo depende de ti. 

¿Cómo puedes convertirte en tu propio coach? "Aconsejo escribir en una libreta lo que comemos cada día, hacerle fotos a la comida, supervisar el tamaño de los platos en los que comemos y el ambiente que nos rodea cuando lo hacemos, llevar un registro de los horarios de comida, de los de sueño y de la actividad física. E ir poniéndonos pequeñas metas de mejora, así como objetivos alcanzables a corto plazo cada semana", detalla la doctora Garaulet. Esta experta asegura que con el autoseguimiento de los hábitos se obtienen mejores resultados a largo plazo.

3. Ejercicio: pierdes peso más rápido pero no más

El tercero es el ejercicio. Y aquí toca desmontar otro mito: "Se pierde prácticamente el mismo peso, tanto si haces ejercicio como si no. Para que te hagas una idea, si de media pierdes unos 500-600 gramos a la semana, con el ejercicio puedes llegar a perder unos 180-200 gramos más. Aparte de que, "por sí solo el ejercicio no es válido para perder peso. Es cierto que se puede estar más fuerte, más funcional, pero la pérdida de peso no va a ser mucho mayor", advierte Marta Garaulet.

En lo que sí influye directamente es en la velocidad a la que pierdes peso: "Tiene una influencia directa en la velocidad a la que se pierde peso, pero si no hay un cambio de alimentación no hay pérdida de peso", advierte la experta. Lo más indicado es combinar el ejercicio cardiovascular con el de fuerza y realizarlo mínimo tres días a la semana, además de ir andando siempre que se puede en lugar de coger el coche, subir las escaleras en lugar del ascensor…

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4. El que más influye para que tu dieta fracase: el picoteo

El mayor villano para que tu dieta no funcione es el picoteo. "Es la variable que más influye en el fracaso de los procesos de pérdida de peso", asegura la Dra. Garaulet. Este suele estar asociado al hambre emocional. Es decir, te pones a picotear cuando estás enfadada, aburrida, triste, sola o estresada, lo que hace que abandones tus buenos hábitos alimenticios. Además, el picoteo suele ser de alimentos ricos en azúcares y grasas con lo cual estás boicoteando tu pérdida de peso. 

"Por culpa del picoteo la gente termina abandonando antes y se siente culpable", apunta la experta. ¿Qué puedes hacer? Pasarte al picoteo saludable y, cuando te dé por saltarte la dieta, procura que sean alimentos de bajo IG: frutas (manzana, kiwis, frutos rojos, melón, sandía), verduras (palitos de zanahoria, pepino, apio o pimiento), encurtidos (pepinillos, cebolletas), frutos secos (un puñado), yogur natural desnatado o kéfir, hummus, aguacate, huevos cocidos, quesos bajos en grasa, tostada de pan integral con miel y pescado en conservas (sardinas, anchoas, caballa). 

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