Si tuvieras que elegir quién está más "limpio", ¿apostarías por un hombre recién duchado pero con barba, o por un perro que viene de la calle? La intuición nos dice una cosa, pero la ciencia acaba de dar una respuesta que puede herir sensibilidades: tu mascota podría ser, microbiológicamente hablando, más higiénica que tu vello facial.
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Un revelador estudio realizado por la Clínica Hirslanden de Suiza ha puesto patas arriba la creencia popular de que los perros son una fuente excesiva de gérmenes en entornos médicos. El objetivo original era noble: saber si era seguro que los perros utilizaran las mismas máquinas de resonancia magnética (RM) que los humanos, ante la escasez de equipos exclusivos para veterinaria. La respuesta que encontraron fue totalmente inesperada.
18 hombres, 30 perros y una sorpresa microscópica
Para el estudio, los investigadores tomaron muestras exhaustivas de la barba de 18 hombres (de entre 18 y 76 años) y las compararon con muestras del pelaje del cuello de 30 perros de distintas razas. También analizaron sus bocas.
Los resultados fueron contundentes. El 100% de los hombres con barba analizados presentaba una carga microbiana "alta". En comparación, solo el 77% de los perros alcanzó esos niveles; el resto mostró una carga moderada.
Pero no se trata solo de cantidad, sino de peligro. El estudio halló que casi el 40% de las barbas humanas contenían bacterias patógenas peligrosas para nuestra especie. En los perros, este porcentaje bajaba al 13%. Incluso al comparar las bocas, las cavidades orales humanas resultaron tener "significativamente más microbios" que las caninas.
¿Por qué la barba es un imán de gérmenes?
No es que los hombres sean inherentemente sucios, es una cuestión de física. Las barbas, por su estructura, tienden a atrapar humedad, aceites naturales de la piel, restos de comida y partículas del ambiente. Esto crea un "microclima" cálido perfecto para que las bacterias proliferen si no se mantiene una higiene extremadamente rigurosa. El pelo del perro, aunque expuesto a la suciedad de la calle, no parece acumular el mismo tipo de carga patógena humana.
La ironía final: escáneres más limpios gracias a los perros
El hallazgo más irónico del estudio tiene que ver con las propias máquinas de resonancia magnética. Debido al temor (ahora sabemos que infundado) de que los perros contaminaran los equipos, los escáneres se desinfectaban rigurosamente después de cada uso animal.
¿El resultado? Tras los análisis, las máquinas usadas por perros mostraron un recuento bacteriano significativamente menor que las usadas exclusivamente por humanos, que suelen limpiarse con menos frecuencia entre paciente y paciente.
En conclusión, si te preocupa la higiene en un hospital, quizás deberías mirar menos al perro que entra en la sala y más a la barba del técnico que te atiende.
