En las últimas semanas, un visitante de más allá de nuestro sistema solar ha acaparado titulares. El cometa 3I/ATLAS es el protagonista de una auténtica 'película cósmica': un intenso debate que mezcla ciencia, desinformación y la eterna pregunta: ¿estamos solos?
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Entre el pánico por supuestas “alertas de defensa planetaria” y las conspiranoicas teorías de que podría ser tecnología alienígena, se esconde una fascinante historia de descubrimiento científico. Y lo primero que hay que dejar claro es que 3I/ATLAS no representa ningún peligro para la Tierra.
¿Ha activado la NASA su protocolo de defensa?
La respuesta corta es un rotundo NO. Aunque circularon noticias alarmistas asegurando que la NASA había tomado medidas drásticas por el cometa 3I/ATLAS, esta narrativa es completamente falsa.
La confusión surgió a raíz de una campaña de observación de la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN), una iniciativa científica de la ONU en la que participa la NASA. Se trata de un ejercicio rutinario de astronomía para recopilar datos y mejorar técnicas de rastreo, no de una alerta de impacto inminente.
El veredicto oficial de la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria de la NASA es claro: 3I/ATLAS no figura en la lista de objetos peligrosos. Pasará a unos 270 millones de kilómetros de la Tierra (el 19 de diciembre), distancia enorme que descarta cualquier riesgo.
Como resume el físico Javier Santaolalla en National Geographic, lo ocurrido es que se ha mezclado “Armageddon con Independence Day”, simplemente para “generar pánico”.
De ’Oumuamua a 3I/ATLAS: por qué Avi Loeb plantea una hipótesis no natural
Si no hay riesgo de impacto, ¿por qué tanto revuelo? La clave está en su rareza. 3I/ATLAS es apenas el tercer visitante interestelar detectado, después de Borisov (2019) y de ’Oumuamua (2017), aquel misterioso objeto con forma de cigarro que no tenía cola de cometa, pero sí una aceleración extraña que desconcertó a la comunidad científica.
El físico de Harvard Avi Loeb, que entonces defendió la posibilidad de que ’Oumuamua no fuera un simple cuerpo natural, vuelve ahora a plantear una hipótesis similar con 3I/ATLAS. No porque haya pruebas definitivas, sino —como recuerda Santaolalla— por la acumulación de anomalías:
- Forma: podría ser aplanado, algo poco común en cometas.
- Trayectoria: viene de fuera del sistema solar, pero se mueve dentro del plano de la eclíptica, donde orbitan los planetas.
- Composición: abunda el CO₂, escasea el agua y se han detectado trazas de níquel, un metal usado en naves espaciales.
- Origen: procede de la misma región del cielo donde en 1977 se captó la famosa Señal WOW!, una transmisión de radio breve y potente detectada por el radiotelescopio Big Ear (Ohio) que nunca volvió a repetirse y sigue siendo un enigma.
- Actividad: expulsó vapor de agua a razón de unos 40 kilos por segundo cuando aún estaba lejos del Sol, algo poco habitual.
Para Loeb, no es un único dato, sino la suma de todos los anteriores, lo que invita a considerar hipótesis alternativas. La mayoría de astrónomos, sin embargo, recalcan que todo lo observado puede encajar en el comportamiento natural de un cometa.
La 'prueba de fuego' que quedó oculta
El debate se intensificó a finales de octubre, cuando 3I/ATLAS alcanzó su perihelio, el punto más cercano al Sol. Para Loeb, era la prueba de fuego:
- Si era un cometa, debería fragmentarse o expulsar gases de forma natural.
- Si era artificial, podría permanecer intacto o mostrar una aceleración no gravitatoria.
El problema es que en ese momento quedó oculto por el resplandor solar, lo que cegó a los telescopios terrestres. Loeb sugirió que la coincidencia era “sospechosamente conveniente”, aunque la mayoría de la comunidad científica no ve razones para pensar que se trate de algo más que un fenómeno natural.
Ciencia frente a lo paranormal
¿El más grande y antiguo? Podría medir hasta 5,6 km de diámetro y tener entre 7 y 11 mil millones de años, lo que lo haría más antiguo que nuestro propio sistema solar. ¿Su composición extraña? Probablemente, se formó en un sistema estelar distinto, rico en hielo de dióxido de carbono. ¿El níquel? Podría estar en forma de un compuesto volátil que se descompone bajo la luz solar.
En palabras de Javier Santaolalla: “Lo raro no solamente no se evita, sino que se abraza. La ciencia falla mucho en ciertos ámbitos, pero son esos errores y anomalías los que hacen que la ciencia avance”.
En definitiva, 3I/ATLAS no es una amenaza, pero sí un visitante extraordinario que nos recuerda lo mucho que nos queda por aprender del cosmos.
