Entre reuniones, compromisos sociales y jornadas largas, picar algo se ha convertido en un acto casi inevitable. Pero hacerlo con estilo requiere un conocimiento delicado de las normas no escritas que rigen el comportamiento en público. Protocolo y etiqueta no son meras formalidades: son herramientas para moverse con gracia y consideración, incluso cuando saboreas un snack. El dilema llega cuando ese momento de disfrute se cruza con la vida social o profesional: nadie quiere ser recordado como quien abre una bolsa ruidosa en plena reunión, ni como la invitada que deja migas en el vestido durante un cóctel.
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Comer snacks no está reñido con la sofisticación
La buena noticia es que comer snacks no está reñido con la sofisticación. De hecho, con unos ajustes sencillos, y mucha conciencia del entorno, puede convertirse en un gesto chic y hasta estratégico. Lo confirman los expertos en protocolo, quienes aseguran que “no se trata de renunciar al placer, sino de hacerlo con gracia y consideración hacia los demás”.
Marina Fernández, directora de comunicación de la Escuela Internacional de Protocolo y Eventos, explica que la etiqueta y el protocolo van de la mano: “las buenas maneras son códigos que... podemos aprender y que forman parte del protocolo… Serían uno de los pilares del protocolo". Esto implica elegir bocados que no comprometan tu imagen ni el entorno: frutos secos, uvas o chips vegetales horneados, envueltos con cuidado para parecer tan refinados como tu outfit.
En la era digital, influencers especializados en buenos modales replantean estas normas con humor y precisión. De entre ellos, William Hanson, director de The English Manner y exmayordomo del rey Carlos III, aconseja comportarse con naturalidad, sin caer en dramatismos: pequeñas acciones, como el modo en que tomas una patata frita, pueden reflejar nobleza y estilo.
Evita hacer esto en reuniones importantes
Por su parte, “Protocolo y Etiqueta”, una creadora de contenido con formación en protocolo, destaca gestos cotidianos que marcan la diferencia. Según ella, empezar a comer o beber antes de que lo haga el anfitrión es una descortesía común, tanto en encuentros formales como informales. En un plano similar, revela que mojar pan o galletas en bebidas puede parecer poco higiénico y descuidado; su consejo: evita hacerlo en reuniones importantes, incluso si en casa te lo permites sin problemas.
Esta sensibilidad hacia los detalles revela un principio central del buen protocolo: cada gesto habla de ti. Como dice Clara Guillén, asesora de imagen y protocolo, “la verdadera elegancia no consiste en evitar la vida real, sino en saber vivirla con estilo, incluso en los momentos más simples”. Y así se logra que un simple snack se convierta en un pequeño ritual de sofisticación.