Desde hace unas semanas una nueva serie de época de Netflix conquista corazones desde el sofá: The Great. Olvida palacios ideales, reinas al uso, romances edulcorados y protocolos impecables. Aquí los salones imperiales brillan con pelucas, joyas y vestidos exuberantes mientras suenan canciones modernas, los nobles conspiran, se cruzan miradas intensas y los susurros esconden traiciones. Entre intrigas, guiones afilados y humor negro, esta ficción convierte la Rusia del siglo XVIII en un auténtico teatro de confabulaciones y lujo… y pone las cartas boca arriba: lo que vas a ver no es historia al uso, sino una tragicomedia descarada, irreverente y completamente adictiva.
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Aunque la serie se estrenó en 2020, The Great acaba de aterrizar en el gigante de streaming con sus tres temporadas completas y lo hace con un estilo que desafía todas las reglas del género. Creada por Tony McNamara, guionista de La favorita, la serie sigue la juventud y el ascenso al trono de Catalina la Grande en Rusia, desde su llegada a la corte hasta la planificación de un complot contra su marido, el emperador Pedro III, al que quiere sacar de la ecuación para siempre. Pero cuidado: no esperes una biografía académica ni un documental histórico, sino todo lo contrario porque se presenta como "una historia ocasionalmente real”. Con tono satírico, la serie mezcla ficción con hechos reales, intriga y exageración cómica, mostrando una corte imperial mordaz, llena de ironía y plagada de momentos imprevisibles.
Al frente del reparto tenemos a una descarada Elle Fanning que se mete en la piel de Catalina, una joven con ideas de ilustración y progreso que, lejos de pretender ser una mujer florero, llega a la corte esperando encontrar cultura y sofisticación. En cambio, se enfrenta a un matrimonio desgraciado y a un mundo lleno de absurdos, extravagancias y traiciones inesperadas. Para la actriz, que da vida a uno de sus papeles más brillantes, este personaje "es todo un icono feminista. Se enfrentó al hombre y eso es muy poderoso", explicaba en una entrevista con ELLE.
Por su parte, Nicholas Hoult da vida a Pedro III, un emperador excéntrico y a veces grotesco, cuya relación con el poder y su familia genera un constante humor negro. Entre sus excentricidades más memorables —y las escenas más llamativas— está la de mantener a su madre fallecida en una vitrina y hablar con ella como si estuviera viva, un guiño al humor descarado y absurdo que atraviesa la serie.
La química cómica entre sus protagonistas y las grandes interpretaciones de todo el elenco es uno de los mayores reclamos de la serie y el motivo por el que no serás capaz de dejar de mirar la pantalla. La espectacularidad del vestuario, que añade una atmósfera divertida y gamberra a la cotidiana tensión de palacio, y la impresionante escenografía, son otros dos alicientes por los que no deberías perderte The Great.
A diferencia de Los Bridgerton, centrada en un universo romántico y glamuroso, y de La emperatriz, que se inclina por una reconstrucción histórica más sobria y tradicional, The Great juega en otra liga dentro de las series de época. Tony McNamara apuesta por un enfoque mucho más libre en el que el poder y la estrategia priman sobre cualquier trama sentimental —la ambición de sus personajes es el verdadero motor del relato— y transforma la corte rusa en un escenario vibrante y sorprendente con escenas cortas, diálogos rápidos, giros que no imaginas y un humor absurdo que desmonta todo lo que esperarías de una ficción del género. Esa manera de reinterpretar a Catalina la Grande, lejos de los códigos habituales, la convierte en una propuesta atrevida, visualmente potente y con un ritmo que engancha desde el primer capítulo.
Tres temporadas, diez episodios por entrega y cada capítulo, de aproximadamente una hora, una pequeña locura. The Great se devora en un maratón de risas, traiciones y situaciones que no ves venir, pero que necesitas descubrir cómo se resuelven. Sin duda, todo un planazo quedarse en casa calentito viendo cómo Catalina decide reescribir las reglas —y la historia— y dejarte con ganas de más.