Con grandes gafas de sol negras, el rostro muy serio y visiblemente afectada, Carla Bruni ha acudido al Tribunal de Apelación de París este lunes para acompañar a los abogados de su marido, Nicolas Sarkozy, durante la audiencia de libertad provisional. Todo un gesto de apoyo personal en el que la exprimera dama también tuvo el respaldo de Pierre y Jean, dos de los hijos del político. Finalmente, la justicia francesa ha decidido poner en libertad vigilada a Sarkozy
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 5 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 5 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
La Fiscalía solicitó este mismo lunes al Tribunal la liberación de Sarkozy, quien lleva veinte días en la prisión de Santé en París, tras ser condenado a cinco meses de prisión por asociación ilícita relacionada con la financiación de su campaña presidencial de 2007 con supuestos fondos libios.
Carla Bruni estuvo arropada por parte del clan Sarkozy y se ha echado en falta a Louis Sarkozy, quien recientemente se convirtió en padre, y Giulia, de 14 años, la hija del matrimonio Sarkozy Bruni que tenía colegio.
La decisión sobre la solicitud de libertad bajo supervisión judicial para el expresidente Sarkozy se ha conocido a última hora de la mañana de este lunes. La salida efectiva de la cárcel del expresidente podría ser inmediata.
Durante la audiencia para revisar su petición de libertad bajo fianza, Nicolas Sarkozy declaró lo siguiente sobre los días que lleva en prisión: "Sé que este no es el lugar para debatir los méritos de mi caso. Pero jamás tuve la idea, ni la insensata intención de pedirle dinero al señor Gadafi. Y nunca confesaré algo que no hice. Siempre he respondido a todas las citaciones del tribunal. Nunca imaginé que llegaría a los 70 años e iría a prisión. Es una prueba impuesta. Es dura, muy dura. Deja huella en cada preso porque es agotadora. Soy consciente de la gravedad de los cargos que se me imputan, pero tres semanas en la cárcel de La Santé no cambiarán mi actitud. Soy francés, señor presidente, mi familia está en Francia. Y respetaré todas las obligaciones que se me imponen. Quiero dar las gracias al personal penitenciario que ha demostrado una humanidad excepcional y ha hecho soportable esta pesadilla".