Creció en una granja de tabaco en Kentucky y siempre quiso huir de aquella manera de vivir porque “lo odiaba”. Pero ahora, George Clooney valora por encima de todo la vida rural que ha construido para sus hijos Ella y Alexander, de ocho años, inspirándose en su infancia para darles una existencia más normal y alejada del bullicio de Hollywood. El famoso actor y su familia son vecinos de Brignoles desde el verano de 2021 y para los poco más de 18 mil habitantes de este encantador pueblo de calles empedradas de la región de Provenza-Alpes-Costa Azul, en el sur de Francia, es bastante habitual cruzarse con el ganador del Oscar y su mujer mientras, por ejemplo, compran pan en la boulangerie o paseando a sus dos perros san bernardo Rosie y Nelson, este último regalo del intérprete a Amal en 2024, por su 46 cumpleaños.
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Al igual que su buen amigo Brad Pitt, que adquirió, en 2008, el magnífico Château Miraval en el mismo departamento de Var – entonces junto a Angelina Jolie-, o George Lucas, propietario del Château Margüi en Châteauvert desde 2017, Clooney se decidió a invertir en bienes raíces en Francia con la esperanza de llevar una vida tranquila. Adquirió entonces la Domaine de Canadel, una finca vinícola que abarca una villa de estilo provenzal del siglo XVIII con piscina y pista de tenis y 172 hectáreas de terreno, incluyendo bosques, un olivar, un viñedo -se elabora vino blanco-, un lago y un campo de lavanda. Y no importa si eso le obliga a viajar regularmente a Estados Unidos por motivos de trabajo: prefiere ofrecer este entorno tranquilo a sus hijos antes que crezcan en una gran ciudad.
De su vida en su “granja”, como se refiere Clooney a su propiedad de 8 millones euros, aseguraba recientemente en una entrevista en Esquire que es “bueno para ellos. No están pegados a sus iPads. Cenan con los adultos y tienen que recoger la mesa. Tienen una vida mucho mejor. Tenía miedo de criar a nuestros hijos en Los Ángeles, en la cultura de Hollywood. Tenía la impresión de que nunca tendrían una oportunidad en la vida. En Francia, a la gente le da un poco igual la fama. No quiero que vayan por ahí preocupados por los paparazzi. No quiero que los comparen con los hijos famosos de otras personas".
Lejos de ese ambiente del que el actor y su mujer, huyeron los pequeños Clooney pasean en un tractor conducido por su padre a lo largo de sus "cien hectáreas de viñedos" y olivares y le ayudan con el mantenimiento de la finca, como cuenta en la entrevista. En primavera, había que pintar una valla de la granja con un aceite protector. No contrataron a ningún pintor, el actor fue con Ella y Alexander, la pintura y los pinceles: "Al principio daban pinceladas muy pequeñas. Y yo les decía: "Nooo, pintad la maldita valla". Entonces se pusieron como locos a pintar la valla y acabaron cubiertos de pintura, aceite y demás".
Son varias las ocasiones en las que Clooney ha expresado lo mucho que le gusta residir en La Provenza: "Al crecer en Kentucky, lo único que quería era alejarme de una granja, huir de esa vida", declaró el actor el pasado año durante la inauguración del cine Liberté en Brignoles en presencia del alcalde de la localidad, Didier Brémond, con quien mantiene una relación muy cordial, y del presidente de presidente de Cinéwest, Daniel Taillandier. "Ahora me encuentro de nuevo en esa vida. ¡Conduzco un tractor y todo eso! Es la mejor oportunidad para tener una vida normal".
En Brignoles George y Amal viven discretamente, pero sin esconderse. De hecho, están muy implicados en la vida de la comunidad. Se han involucrado en la creación de una granja municipal para que los niños coman mejor en el colegio, según desveló el edil: “Me dijo: "Te apoyo y te ayudo en una operación como esta, porque quiero implicarme a nivel local, y me interesan los niños, y más aún la alimentación". Así que dijimos: "vamos a hacer este proyecto juntos"; y al poco de instalarse donaron 20.000 euros a un pueblo vecino para reconstruirlo tras las inundaciones.
Clooney también puede ejercer como padre de familia en público sin sentirse el centro de los flashes. Se le puede ver en la escuela primera de sus mellizos participando en un torneo de baloncesto y mostrando su buena forma física a los 64 años. En ocasiones, también se puede ver a Amal comprando navettes au saumon (pasteles de salmón) en una tienda de la zona. Y a George le gusta almorzar en Picotte, un restaurante local, o en la Hostellerie de l'Abbaye de la Celle, cuyo menú está firmado por Alain Ducasse.
Una vida radicalmente opuesta a la que el protagonista de Buenas noches, buena suerte pregonaba hace unos años, cuando aseguraba que no deseaba tener hijos y estaba considerado el soltero de oro de Hollywood. Ahora, su discurso ha cambiado radicalmente: “Me siento increíblemente afortunado de haber conocido a esta increíble mujer. Siento que me tocó la lotería. No pasa un solo día sin que me sienta el hombre más afortunado del mundo. Es fantástico”, asegura sobre Amal, la mujer que se cruzó en su camino, trastocó todos sus planes y lo convirtió en padre (por partida doble) a los 56 años.
