Rocío Camacho ha dado un paso más junto a su ya esposo, Guillermo Aylon: una luna de miel en un destino de película. Después de vivir una ceremonia mágica en Madrid, la feliz pareja ha volado hasta la Polinesia francesa para instalarse durante unas semanas en las islas de Bora Bora, donde no han escatimado en romanticismo ni planes imposibles de olvidar. “Ojalá estas fotos se las enseñemos en un futuro a nuestros hijos y sonriamos de solo recordar lo que supusieron estas semanas. Que suerte tenerte”, ha escrito Rocío en una emotiva dedicatoria para su marido, dejando ver la emoción que le provoca cada instante que comparten en este paraíso tropical.
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La escapada no ha sido sencilla: la luna de miel empezó en Nueva Zelanda y ha continuado, con mucho estilo, en sus días en Bora Bora. Allí han disfrutado de una jornada de actividades variadas, algunas más aventureras y otras más tranquilas, pero todas con un objetivo: conectar, celebrar y dejar huella. Desde motos de agua hasta baños entre peces de colores Rocío y Guillermo están en un auténtico sueño. "Te merecer el amor que siempre intentas darle a los demás", explicaba la influencer.
Celebrando su 31 cumpleaños
Rocío ha cumplido 31 años en su destino soñado, y lo ha hecho de la forma más íntima y especial junto a su marido. Un día inolvidable aderezado con una corona de flores, un espíritu de complicidad y momentos únicos que han compartido muy cerca del mar.
Durante estos días, la pareja ha disfrutado de un sinfín de momentos inolvidables, aprovechando al máximo la magia del lugar. Han recorrido las aguas cristalinas del atolón en motos de agua, descubriendo rincones de ensueño. También se han sumergido entre peces tropicales, buceando en un escenario lleno de corales y colores vibrantes. La pareja ha compartido divertidos partidos de tenis bajo el sol y han sabido detener el tiempo para contemplar, en silencio, la inmensidad del paisaje. Entre risas, abrazos y miradas cómplices, Rocío y Guillermo han querido que esta etapa de su vida quede marcada con instantes que ambos recordarán siempre.
La historia detrás del “sí, quiero”
Un año después de su pedida en Formentera, Rocío Camacho y Guillermo Aylon confirmaron su compromiso con una ceremonia civil celebrada en Madrid. El marco elegido fue el Castillo de Batres, un palacio-fortaleza renacentista al sur de la capital que guarda historia y poesía. El enlace tuvo lugar a las 17:30 y en ese momento Rocío reveló algo que había mantenido guardado: su vestido. Firmado por Lorenzo Caprile y confeccionado por encargo, fue su elección ideal: “No quería sentirme disfrazada ni que fuese un vestido que viese en 20 años y me arrepintiese de haber elegido. Es clásico, sencillo y elegante”, contó a ¡HOLA!.
Más de 200 invitados se congregaron para ser testigos del compromiso entre amigos, figuras del mundo digital y familiares: entre ellos, Rocío Osorno, Teresa Bass, Sara Fructuoso, Gonzalo Cidre, Claudia Martinez, Sophie Tatar, Marta Carriedo e Isa Ramos.
Previo al gran día, celebraron una preboda el viernes, seguido del enlace al día siguiente, repleto de sonrisas y emoción contenida. “Toda una vida va a ser poco para todo lo que quiero vivir contigo”, declaró Rocío al compartir imágenes que muestran el amor y la ilusión del momento.
El acto fue un espectáculo de detalles: un palacete que al caer la noche se convirtió en un escenario de ensueño, la pomerania negra de la pareja que robó miradas antes del “sí, quiero”, lámparas de araña que realzaban la elegancia del banquete y la luminosidad del entorno. La influencer confesó que aún “no asimila” lo que sucedió aquella tarde, inundada de emoción y belleza.
Sobre su relación con Guillermo, Rocío se mostró sincera y emocionada cuando declaró: “Pensaba que, en la sociedad que vivimos, era prácticamente imposible encontrar un amor como el de mis padres, pero he descubierto que existe. Para mí el amor es encontrar en una pareja a tu mejor amigo”. Sobre su esposo, dijo con cariño: “Lo que más me gusta de él es la capacidad de adaptación que tiene a todo, la tranquilidad que me transmite y... que cocina muy bien”, admitía entre risas.
Ambos se conocieron en un ambiente poco habitual para el romance: una discoteca. En 2021, cuando Rocío se encontraba emocionalmente vulnerable tras una ruptura, aquella noche cambió su destino. “Recuerdo como si fuese ayer entrar al sitio, verle y decirles: ‘Oye, ese chico es muy mono, ¿no?’”. Con apenas unas palabras intercambiadas y conversaciones frenéticas por WhatsApp durante un mes mientras él trabajaba en Estados Unidos, el flechazo fue real: “El mismo día que volvió quedamos y el resto es historia...”.
Para Rocío, el amor fue también un aprendizaje. Hace unos años le dijo a esta revista: “Nunca necesite a nadie para ser feliz, pero que, cuando alguien me haga feliz, dé el 100 % sin pensar en si lo que recibiré de vuelta será lo mismo, porque lo que dejamos en los demás es siempre lo que damos, no lo que nos devuelven”.