Eugenia Martínez de Irujo ha querido darse un capricho tras asistir el pasado sábado a la boda de su hermano Cayetano y Bárbara Mirjan en Sevilla, un enlace de lo más importante para la Casa de Alba al que acudió junto a su marido, el productor musical Narcís Rebollo, y su hija, Tana Rivera. La duquesa de Montoro fue una de las grandes protagonistas de la ceremonia -por la forma que tuvo de hablar con los invitados y por el especial regalo que otorgó a los recién casados-, por eso, ha decidido tomarse unos días de descanso: ha organizado una escapada de lo más especial junto a un miembro de lo más importante para ella: su perro Pepe.
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Con unas vistas envidiables al mar, Eugenia ha pasado un fin de semana de tranquilidad y relax junto a su canino. En las fotos que la duquesa de Montoro ha compartido en sus redes sociales solo hay espacio para su pequeño Pepe, el rey de la casa. Ni rastro de su marido, su hija o amigos. Los nervios tras el enlace de Cayetano han pasado factura y Eugenia no ha dudado en darse tiempo y atención: no hay nada mejor que mimarse a una misma cuando el cuerpo lo requiere.
Protagonista en la boda de Cayetano
En la iglesia del Cristo de los Gitanos, Eugenia Martínez de Irujo fue una de las grandes protagonistas del enlace de su hermano Cayetano junto a Bárbara Mirjan. No solo fue una de las invitadas más risueñas y cercanas con los allí presentes, también hizo gala de su vitalidad, carisma y cariño al vivir uno de los grandes momentos de la velada. Avisada por su hija Tana Rivera de que Curro Romero estaba entrando al recinto, la duquesa de Montoro se acercó a saludar al torero, actualmente en un delicado estado de salud, con muchísima efusividad, y también a su mujer, Carmen Tello, a quien dijo: "Hija, llámanos un día, aunque sea para comer".
Eugenia y Narcís acudieron juntos al enlace, y le dieron una auténtica sorpresa a los novios: la sorpresa, sin embargo, no se desveló hasta que Cayetano y Bárbara llegaron a Las Arroyuelas, situada en la localidad sevillana de Carmona, donde continuó la celebración. De hecho, mientras los invitados disfrutaban del cóctel, la duquesa de Montoro y su marido, sorprendieron a los recién casados cuando les llevaron a una de las naves de la finca y les dieron el regalo. Se trata de una moto con sidecar de época. Concretamente, un modelo BMW de mediados de los años 50 del siglo pasado, completamente restaurando, que la marquesa de Montoro y su marido les dieron a los novios el mismo día de la boda.