Guillermo Fernández Vara ha fallecido este domingo 6 de octubre en Badajoz a los 66 años, a consecuencia de un cáncer de estómago con el que llevaba lidiando dos años. La noticia ha conmocionado a su tierra, Extremadura, donde fue una figura muy querida, pero también ha puesto el foco en su faceta más íntima: la de esposo, hijo y padre. A lo largo de su vida, tres mujeres marcaron su historia personal y le acompañaron en sus momentos más difíciles: su esposa, María Luisa Martínez; su madre, María Lourdes Vara Mira; y sus hijas, que formaron parte esencial de ese círculo cercano que le sostuvo hasta el final.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 5 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 5 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Su esposa: protagonista de lo cotidiano y lo imprescindible
Cuando a finales de 2023 se confirmó el diagnóstico de cáncer de estómago para Fernández Vara, fue con a María Luisa Martínez con quien compartió la noticia con serenidad. En aquel anuncio público, él mismo expresó que aquel momento le permitía “vivir otra vida”: apreciar el presente, empequeñecer los problemas y valorar lo realmente importante.
En esa lista de lo esencial, Vara recalcaba el abrazo de sus dos hijos y el de su mujer, María Luisa Martínez. Ella fue quien le dio apoyo emocional, quien sostuvo decisiones y quien acompañó cada paso incierto del tratamiento. Incluso cuando la enfermedad le exigía reposo, largas jornadas en tratamientos, ella fue constante. Él relataba: “Paso mucho tiempo tumbado, sobre todo los días siguientes al tratamiento, con lo cual tengo mucho tiempo para pensar.”
Y no solo pensar, sino aferrarse al cariño de los suyos. En una de sus últimas apariciones públicas, Vara declaró: “Yo quiero seguir viviendo, pero lo quiero hacer por los míos, por vosotros y por tanta gente que nos necesita y por eso, compañeros y compañeras, merece la pena vivir, merece la pena luchar.” Ese 'por los míos' incluye especialmente a María Luisa, compañera inseparable desde hace décadas, presente en las alegrías y en los días oscuros. En su vida cotidiana la pareja construyó un refugio, un espacio de confianza y calma, donde lo urgente dejaba de serlo, donde bastaba con un abrazo para aliviar cualquier cosa.
Su madre: una huella imborrable
María Lourdes Vara Mira fue una presencia fundamental en la vida de Guillermo Fernández Vara. La que fue su principal pilar falleció el 23 de enero de 2018 a los 96 años en Madrid. Su partida supuso un golpe profundo para él, quien siempre destacó la figura materna como una de las más determinantes en su vida. Criado en Olivenza, en el seno de una familia con tradición jurídica, Guillermo aprendió desde joven valores como la responsabilidad, la entrega y la firmeza. Su madre le enseñó a escuchar antes de hablar y a no ceder ante la adversidad, principios que marcaron su carácter y su trayectoria. María Lourdes no solo fue un apoyo constante en lo personal, sino también una inspiración silenciosa en su forma de entender el servicio a los demás.
Sus hijos: refugio íntimo y compañía en la adversidad
Guillermo Fernández Vara siempre destacó a sus hijos como una parte esencial de su vida afectiva. En múltiples ocasiones los mencionó junto a su esposa, María Luisa Martínez, cuando hablaba de lo que realmente tenía valor: su abrazo, su compañía y el cariño compartido. Aunque el diagnóstico de cáncer en 2023 transformó muchas rutinas, nunca perdió de vista lo que más le importaba: su familia.
En ese sentido, los últimos meses estuvieron marcados por pequeños gestos de cercanía y celebraciones que reafirmaban esos lazos. El pasado 13 de septiembre asistió a la boda de su hijo Guillermo con María García Balanzategui en la parroquia de Santa Eulalia de Mérida, un momento que simbolizó cómo, incluso en medio de la enfermedad, había espacio para la celebración y para disfrutar del tiempo juntos.