Triunfar desde la cuna puede ser una maldición si no se lleva con madurez y, sobre todo, si no se tiene un entorno propicio para ello. Flashes, atención mediática, exposición y nóminas jugosas a una temprana edad: diversos ingredientes que pueden conducir al desastre. No hace falta remontarse a la época de Judy Garland o James Dean para comprobar lo que una dosis de Hollywood puede hacer a los perfiles con un don especial. Alcohol, estupefacientes, en ocasiones muertes tempranas y, en otras, una desaparición prematura de la primera línea de combate tras un burnout mediático.
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Salir del pozo de la fama tóxica es una tarea complicada, pero la nueva generación de estrellas Disney ha conseguido sortear todos los caminos y romper la maldición que perpetuaron otras generaciones. Demi Lovato, Selena Gomez, Miley Cyrus, Hilary Duff e incluso Zendaya: algunas de ellas han hecho un comeback grandioso y otras han mantenido la cordura tras abandonar la casa del ratón de orejas redondas, algo que no todo el mundo ha logrado -véase Macaulay Culkin o Lindsay Lohan, que recientemente ha regresado al foco tras protagonizar el remake de Freaky Friday y alguna que otra cinta navideña de Netflix-.
Culkin se convirtió en uno de los rostros más famosos del planeta con Solo en casa (1990), la cinta que marcó un antes y un después en su carrera como ídolo infantil. Sin embargo, la presión y la fama le llevaron a caer en una espiral y sufrió una espectacular caída en desgracia, que culminó con su detención en 2004 por posesión de marihuana, Xanax y clonazepam. El 2007 fue un año frenético para Lindsay Lohan: en agosto salió de su tercera estancia en un centro de rehabilitación en Utah, tras varios meses frenéticos en los que destrozó un Mercedes-Benz, estrenó la película I Know Who Killed Me, que fue un fracaso de taquilla, y fue arrestada en más de una ocasión. "Tengo claro que mi vida se ha vuelto completamente inmanejable porque soy adicta al alcohol y las drogas", afirmó la actriz de Tú a Londres y yo a California, donde actuó con tan solo 11 años.
Otra de las estrellas rotas de la fábrica de sueños fue Britney Spears, que aunque no fue del todo conocida por su etapa infantil, fue una de las integrantes del The All-New Mickey Mouse Club, programa televisivo del que todos querían formar parte, y en el que también estaban Christina Aguilera o Justin Timberlake. Su vida, cargada de luces y sombras, la ha convertido en un enigma, una pieza de colección en el museo sonoro de cualquier melómano. Entre movimientos de melena y looks inspirados en sus mejores pasarelas, no hay celebridad que se pueda resistir a los encantos de la marca personal de la cantante, que actualmente ni canta ni baila ni compone, solo sube vídeos a su Instagram.
¿Por qué Demi, Selena, Miley y Zendaya han conseguido evitar que la fama prematura acabe con sus vidas y carreras? Sin duda, muchas de ellas siguieron los pasos de los protagonistas anteriores, por lo menos en sus primeros años como estrellas adolescentes. Basta recordar cómo Demi Lovato, que ahora está viviendo una auténtica revolución vital, hablaba hace unos años de su adicción a las drogas: "No podía estar ni 30 minutos ni una hora sin cocaína, y la llevaba en los aviones", dijo la actriz, que este año se ha casado con Jordan Jutes, ha regresado a la música con el lanzamiento de It's Not That Deep y, además, es productora de Camp Rock 3, la continuación de la película que la convirtió en una estrella y que podría estrenarse en 2026 en Disney+.
¿Una nueva generación Disney?
Demi Lovato ha copado todos los titulares en el último año por su más que notable reconstrucción: la estabilidad es su fuerte y la prueba de ello es cómo se ha volcado a reformar los pilares que hace más de una década la destruyeron. La estrella se ha reconciliado con su pasado, metiéndose de lleno en el pozo de la nostalgia. No ha sido la única. Miley Cyrus se dedicó, durante años, a romper con la reputación que el éxito de Hannah Montana le había brindado. No quería saber nada de su peluca y canciones, de ahí que rompiera de forma radical con la imagen que de ella se tenía. Marihuana, titulares que hacían rabiar a la prensa de la crónica social, salidas de tono... y actuaciones en premios con las que quería plasmar que era una rebelde sin causa que no podía ser controlada.
Todo comenzó cuando, con tan solo 15 años, Annie Leibovitz -la fotógrafa de don Felipe y doña Letizia- la retrató en paños menores para Vanity Fair, una portada que fue muy polémica, pues todavía era una adolescente. Desde entonces, comenzó a entrar en una espiral de controversias que la convirtieron en la diana fácil de la prensa. Basta recordar sus vídeos fumando o su actuación en los MTV Video Music Awards de 2013: bailando de forma provocativa junto a Robin Thicke, haciendo twerking y restregándose un dedo de gomaespuma por todo su cuerpo. En realidad, lo que le pasó a Miley es que tuvo que actuar en su propio coming-of-age rodeada de críticas y flashes: su revolución personal y adolescente fue seguida y perseguida, lo que la llevó a reinventarse en infinidad de ocasiones.
Ahora ha encontrado su estilo y su camino después de varios choques de realidad -¡y un divorcio!-. La cantante consiguió ganar su primer Grammy con Flowers, el tema que volvió a situarla en la cima de la montaña de una industria que rechazó su versatilidad y atrevimiento, pero que ha acabado dominando. Hace cuatro años, y coincidiendo con el 15º aniversario de la serie de Disney Channel que la lanzó a la fama, Miley demostró el cariño que atesora hacia el personaje ficticio que le cambió la vida y que, en ocasiones, dejó de lado para poder crecer: "Aunque se te considera un alter ego, en realidad hubo un momento en mi vida en el que tú tenías más de mi identidad en tu guante que yo en mis propias manos... Mucho ha cambiado desde entonces. Fuiste como un cohete que me llevó a la Luna y nunca me trajo de vuelta", expresó. "Dar vida a Hannah durante esos seis años fue un honor. Estoy en deuda no solo con Hannah, sino con todos y cada uno de los que creyeron en mí desde el principio".
Por otro lado, está una de las protagonistas de este fin de semana, Selena Gomez, que se ha casado con el músico Benny Blanco después de un romance fugaz que se selló este sábado en una blindada boda en Montecito, California. La intérprete ha relanzado su carrera gracias a dos patas: su marca, Rare Beauty, una de las empresas de maquillaje y cosmética más queridas -y exitosas- en la actualidad; y su papel en Solo asesinatos en el edificio, la cándida y divertida serie de Disney+ con la que ha vuelto a subirse a la cima de la actuación. Selena tuvo muchos problemas durante su apogeo como cantante, no en vano, en el año 2016 tuvo que cancelar la gira europea de su tour Revival debido a su diagnóstico de lupus: la enfermedad que le provocaba ansiedad, ataques de pánico y depresión.
A todo ello se unió su tumultuosa relación y posterior ruptura con Justin Bieber, uno de los relatos favoritos de Hollywood. Su sufrimiento lo relató en Selena Gomez: mi mente y yo, un documental en el que se abría en canal sobre el lupus, sobre sus trastornos emocionales y sobre el peso de la fama. Ahora, no solo ha regresado a su apogeo al ser nominada al Emmy por su interpretación en Solo asesinatos en el edificio, sino que tiene un imperio gracias a su marca. Al igual que Demi Lovato, Selena ha regresado a sus orígenes protagonizando Vuelven Los Magos de Waverly Place, en la que se mete en la piel de Alex Russo más de una década después.
Otra de las grandes estrellas de Disney que, sin embargo, ha vivido alejada de la polémica y se ha labrado una carrera de lo más interesante como intérprete es Zendaya. Tras ser una de las caras más visibles de Shake It Up, la ficción que protagonizó junto a Bella Thorne, la actriz brilló en Euphoria, un paso adelante que le ha permitido trabajar con algunos de los directores contemporáneos más importantes: Denis Villeneuve, Christopher Nolan o Luca Guadagnino. Su vida no ha estado marcada por la polémica o la excentricidad, demostrando que un futuro distinto, y ordenado, es posible para las estrellas adolescentes que brillan de forma prematura. Zendaya, que además de ser una de las intérpretes más laureadas de la nueva generación de actores es un indiscutible icono de moda, también ha querido mantener su vida privada alejada de los flashes. Pocos son los detalles que trascienden acerca de su romance, y futura boda, junto al también actor Tom Holland. Lo suyo es, sin duda, una anomalía.