Así es 'La casa Guinness', la serie de Netflix sobre la familia que triunfó con cerveza y cayó en desgracia


La producción sobre el famoso imperio cervecero llega a la plataforma este jueves 25 de septiembre


'La casa Guinness': la historia real (con maldición incluida) detrás de tu nueva obsesión en Netflix© Netflix
27 de septiembre de 2025 - 15:23 CEST

Una familia poderosa, un imperio cervecero y una maldición que parece no perdonar ni a sus herederos. Netflix estrena este jueves 25 de septiembre La casa Guinness, una ambiciosa serie inspirada en hechos reales que nos traslada a la Irlanda del siglo XIX para mostrar los orígenes de una de las dinastías europeas más influyentes. Fundadores de la legendaria cerveza negra, los Guinness acumularon fortuna, títulos nobiliarios y alianzas con la realeza… pero también tragedias, muertes prematuras y escándalos que recorrieron el mundo. Su historia es más oscura —y adictiva— de lo que imaginas. ¿Quieres descubrir cómo, una vez más, la realidad supera a la ficción? Aquí te lo contamos.

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© Netflix

El origen de un imperio

Todo empezó en 1759, cuando Arthur Guinness, con apenas 34 años, utilizó las 100 libras que su padrino, el arzobispo de Cashel, le había dejado en herencia para firmar un contrato de arrendamiento por 9.000 años de una pequeña cervecería en desuso en St. James's Gate, Dublín, por la que pagaba 45 libras anuales. Su visión empresarial, su ambición y una receta particular de cerveza negra sentaron las bases de lo que acabaría siendo uno de los grandes símbolos de Irlanda: la Guinness.

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En menos de un siglo, la producción superaba el millón de barriles al año y su apellido ya era sinónimo de prestigio. Pero el éxito profesional contrastaba con una vida personal marcada por la pérdida. Arthur se casó con Olivia Whitmore con quien tuvo 21 hijos, aunque solo diez llegaron a la edad adulta. Una primera señal de que el esplendor de la dinastía también iba acompañado de una cadena de tragedias difíciles de ignorar.

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Sir Benjamin Guinness: expansión y consolidación

El nieto de Arthur, Sir Benjamin Guinness, fue quien consolidó definitivamente el legado familiar. Hijo de Arthur Jr., no solo llevó la fábrica a una escala industrial sin precedentes, sino que situó a la familia en los círculos más exclusivos del Reino Unido. Fue nombrado baronet por la reina Victoria y más tarde, su hijo Edward se convertiría en conde de Iveagh.

Pero su influencia no se limita a los negocios. Durante su etapa como alcalde de Dublín, Sir Benjamin financió la restauración de la catedral de San Patricio, impulsó numerosas iniciativas públicas y reforzó el vínculo entre la familia Guinness y el desarrollo de la ciudad. Bajo su mando, la marca ya era un símbolo nacional… y la saga, una dinastía consolidada de empresarios, políticos y filántropos con títulos nobiliarios, castillos y acceso directo a la realeza británica.

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Filantropía y récords: un legado más allá del negocio

La vocación social de los Guinness quedó clara con Edward Guinness, hijo de Sir Benjamin, quien destinó una parte importante de su fortuna a mejorar las condiciones de vida de los más vulnerables. Entre sus obras destacan donaciones millonarias a instituciones clave como el Royal College of Surgeons. Además, a finales del siglo XIX fundó el Guinness Trust, una organización creada para construir viviendas a precios asequibles. Aunque hoy ya no está vinculada a la familia, sigue activa y es uno de los primeros ejemplos de responsabilidad social empresarial a gran escala.

Décadas más tarde, otro miembro del clan dejaría una huella inesperada. En 1951, Sir Hugh Beaver, entonces director general de la cervecera, tuvo una discusión durante una cacería sobre cuál era el ave de caza más rápida de Europa. Al no encontrar la respuesta en ningún manual, decidió crear uno que, además, sirviera como estrategia de marketing para promover la marca. Así nació el Libro Guinness de los Récords, una recopilación de datos sorprendentes y marcas insólitas que terminó convirtiéndose en un fenómeno editorial global y, de paso, en otra forma —mucho más inesperada— de inmortalizar el apellido.

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Una maldición que persigue a la familia

A pesar de su fortuna, títulos nobiliarios y su cercanía con la realeza, la historia de los Guinness está marcada por un patrón inquietante: desgracias, muertes tempranas y accidentes que alimentan la leyenda de una maldición familiar. Walter Edward Guinness, primer barón Moyne, político británico y amigo cercano de Winston Churchill, representa uno de sus capítulos más trágicos. En 1944, en plena Segunda Guerra Mundial, mientras desempeñaba funciones diplomáticas en El Cairo, Egipto, era disparado por un grupo nacionalista que se oponía al dominio británico. Las tres balas que recibía le costaban la vida pocas horas después, un duro recordatorio de que el poder y el dinero no los protegían de la violencia.

Al año siguiente, la familia se enfrentaba a una nueva pérdida cuando Arthur Onslow Edward Guinness, hijo del segundo conde de Iveagh, moría a los 32 años en una misión militar del ejército británico en los Países Bajos durante la misma guerra.

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En la década siguiente, la desgracia volvía a golpearlos con fuerza. Tara Browne, hijo de Oonagh Guinness, era uno de los rostros más emblemáticos del Swinging London, el fenómeno cultural que transformó la capital británica con música, arte y libertad durante los años sesenta. Joven, carismático y heredero del imperio cervecero, se movía entre las figuras más destacadas de la época como los Rolling Stones, el poeta Jean Cocteau y los Beatles, con quienes mantenía una amistad cercana.  

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Su vida estaba llena de promesas y oportunidades, pero el destino le tenía reservado un final prematuro. En diciembre de 1966, mientras conducía su Lotus Elan por el centro de Londres acompañado por su novia, la modelo Suki Poitier, se saltó un semáforo en rojo y chocó contra un camión estacionado. Aunque fue trasladado rápidamente al hospital, no pudieron salvarlo y falleció al día siguiente con apenas 21 años. El joven no llegó a heredar la fortuna familiar a la que hubiera accedido al cumplir los 25 años. 

Su trágica muerte dejó una marca indeleble en la cultura popular, ya que se dice que inspiró a los Beatles para componer su famosa canción A Day in the Life, que narra un accidente automovilístico y menciona a “un chico que perdió el control en un coche”. Aunque Paul McCartney, gran amigo de Browne, negó durante mucho tiempo que el tema fuera sobre él, la historia quedó grabada como el eco de un futuro truncado. Ese mismo año, el infortunio  se cebaba nuevamente con la familia y también moriría el marido de Lady Brigid Guinness con 54 años. 

Otro capítulo oscuro de la saga lo protagonizó Lady Henrietta Guinness, descendiente directa de Arthur, quien en 1961 sufrió un grave accidente automovilístico al regresar a Londres en su Aston Martin. Aunque sobrevivió, nunca se recuperó completamente de las secuelas que le provocó y, en 1978, terminaba con su vida lanzándose desde un puente en Umbría, Italia. Antes de que terminara ese mismo año, la familia volvía a enfrentarse al dolor con la muerte del pequeño Peter Guinness, de solo cuatro años, en otro accidente de coche.

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La vida parecía no darles tregua y las tragedias no cesaron en los años siguientes. En 1986, Olivia Channon —hija de Paul Channon, miembro del gabinete de Margaret Thatcher, y vinculada a la familia Guinness a través de su madre, Ingrid Wyndham, exesposa de Jonathan Guinness— falleció por una sobredosis en los pasillos del Christ Church College de la Universidad de Oxford, justo después de terminar sus exámenes finales. Apenas dos años después, John Guinness perdía la vida al resbalar a unos 150 metros de altura en una zona helada del Monte Snowdon en un accidente que sumó otro nombre a la ya extensa lista de desgracias familiares.

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La historia más reciente de los Guinness también está marcada por la pérdida. En el verano de 2020, Honor Uloth, hija de Lady Louisa Jane Guinness y nieta de Benjamin Guinness, tercer conde de Iveagh, fue encontrada inconsciente en el fondo de la piscina familiar en Chichester, Sussex (Reino Unido). Aquel viernes 31 de julio, había ido a la mansión para pasar el día con unos amigos en una barbacoa, pero fue su hermano Rufus, de 15 años, quien la descubría por la noche. 

© @honor.uloth

Honor fue trasladada con vida a un hospital cercano y, posteriormente, al St. Thomas de Londres, donde falleció el 6 de agosto a los 19 años. La autopsia confirmó que no había consumido alcohol y que la causa de la muerte había sido un fuerte golpe en la cabeza. Aunque se barajaron diferentes hipótesis, las circunstancias exactas nunca llegaron a esclarecerse,  añadiendo así otro doloroso episodio a la leyenda de una maldición que parece perseguir a esta ilustre familia desde hace generaciones, dejando claro que la fortuna y el éxito no siempre son sinónimo de felicidad.

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¿Qué vamos a ver en La casa Guinness?

Creada por Steven Knight, conocido por Peaky Blinders, y comparada con Succession, sigue el impacto que tiene la muerte de Sir Benjamin Guinness —artífice del éxito de la destilería Guinness— en la vida de sus cuatro hijos: Arthur, Edward, Anne y Ben. La historia arranca justo después de su fallecimiento y muestra cómo su decisión de dejar el control del negocio cervecero a dos de sus hijos genera tensiones y cambios en la familia y en la sociedad dublinesa del siglo XIX.

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Con un reparto que incluye a Anthony Boyle, Louis Partridge, Emily Farin y Fionn O’Shea, la serie mezcla hechos reales y ficción para explorar no solo la influencia de los Guinness en la industria y política, sino también las luchas personales de sus miembros en una época de grandes transformaciones.

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