La vida de Robert Prevost cambió para siempre tras convertirse en la máxima autoridad de la Iglesia Católica. El 8 de mayo entró a formar parte de la historia como León XIV, el Papa número 267 de la historia. La fumata blanca anunció que el cónclave había acabado y el cardenal protodiácono Dominique Mamberti pronunció su nombre en el balcón de la basílica de San Pablo.
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Este domingo, el pontífice ha cumplido 70 años y lo ha celebrado de la forma más cercana posible: acudiendo a sus redes sociales para compartir con sus seguidores esta jornada tan especial, que se produce casi un mes después de que cumpliese 100 días en el Vaticano. "Queridos amigos, hoy cumplo setenta años. Doy gracias al Señor y a mis padres; y doy también las gracias a todos los que se han acordado de mí en sus oraciones", ha expresado Provost en un tuit compartido en X -antes Twitter-.
Hasta ahora, su mandato ha estado marcado por una fuerte tendencia hacia la diplomacia, aunque todavía no ha tenido especial presencia en los eventos que marcan la agenda mundial. Otra de las características que más ha llamado la atención desde su elección ha sido su retorno y reintegración de algunas de las tradiciones que Francisco había eliminado.
Desde el uso vestimentas litúrgicas, pasando por la decisión de retomar la muceta roja y los pantalones blancos bajo la sotana, el deseo de volver a vivir en el palacio apostólico, tomar vacaciones en Castel Gandolfo o restablecer la solemne procesión del Corpus Christi por las calles de Roma bajo el palio: León XVI ha retomado algunas de las costumbres que el argentino había eliminado.
Coincidiendo con esta fecha tan especial, y una semana después de canonizar a Carlos Acutis, el primer santo millennial, León XVI ha concedido su primera entrevista, hablando de algunos de los retos y desafíos a los que la humanidad se enfrenta. En el diálogo con la periodista Elise Ann Allen de Crux Media, el pontífice ha explicado que lo que más le está costando en convertirse en un líder mundial, y que espera "ser capaz de confirmar a otros en su fe, porque ese es el papel fundamental que tiene el sucesor de Pedro".
La conversación, adelantada por el medio ya mencionado y El Comercio, es un extracto de las memorias que publicará este otoño y que en España editará Random House. En ellas, Prevost admite que todavía tiene "una enorme curva de aprendizaje" como Papa por delante, pues se encuentra cómodo "en la parte pastoral", es decir, en el trato cercano con los feligreses, pero "el aspecto totalmente nuevo de este trabajo es haber sido lanzado al nivel de líder mundial". En esa faceta, admite, se siente "desafiado, pero no abrumado": "Estoy aprendiendo mucho sobre cómo la Santa Sede ha tenido un papel en el mundo diplomático durante muchos años. (...) Todo eso es nuevo para mí en cuanto a la práctica".
Hablando sobre los desafíos que afronta la sociedad, inundada entre guerras y conflictos, León XVI ha apelado al fin de la polarización. "Tenemos que seguir recordándonos el potencial que tiene la humanidad para superar la violencia y el odio que nos divide cada vez más. Vivimos en tiempos en los que la polarización parece ser una de las palabras del día, pero no está ayudando a nadie. O si está ayudando a alguien, es a muy pocos, mientras todos los demás están sufriendo".
No se olvida de sus raíces: béisbol y Chicago
Desde el preciso instante en el que se convirtió en León XVI , todo lo que tenía que ver con Robert Prevost generó una gran curiosidad, especialmente su parte más personal y privada. En el colegio Santa María de la Asunción de Chicago no podían imaginar que uno de los chicos que pasó por sus aulas en la década de los 60 se convertiría en el primer Papa estadounidense. El Santo. Así le llamaban sus compañeros y también sus hermanos mayores, Louis y John Prevost. Miguel Ángel Martín, amigo español del Papa, resaltó de él las siguientes cualidades: "Cercano, sencillo, profundamente humano e integrador, tranquilo, sereno y discreto".
"Soy estadounidense, y me siento muy estadounidense, pero también amo mucho al Perú, al pueblo peruano, por lo que eso es parte de lo que soy", ha admitido a Crux Media. El pontífice, gran amante de los deportes, ha dejado caer a quien apoyaría en un posible cruce balompédico entre ambas naciones: Perú, "pero solo por lazos afectivos". Pasando del fútbol al béisbol, Prevost ha admitido que, "en casa, crecí siendo aficionado de los White Sox, pero mi madre era de los Cubs, así que no podías ser de esos aficionados que excluyen al otro bando. Aprendimos, incluso en los deportes, a tener una postura abierta, dialogante, amistosa", admite.
Sus años como misionero en Perú marcarán el estilo que dará a la Iglesia católica, pues "la perspectiva latinoamericana es muy valiosa para mí". Asimismo, recuerda su "conexión con el Papa Francisco" como elemento clave para su mandato, que comienza a dar sus primeras pinceladas.