Estamos en un día decisivo para la princesa Leonor. Coincidiendo con el inicio de septiembre, arranca también el tercer y último curso de su formación militar, un camino que comenzó en 2023. Antes de adentrarse en este exigente universo, afrontaba el reto con ilusión y con la certeza de que le esperaban sacrificio, disciplina y un aprendizaje profundo. Hoy esas intuiciones se confirman. La experiencia está siendo enriquecedora por los valores y por los lazos personales que está forjando, amistades que ya son eternas. Tras su paso por el Ejército de Tierra y por la Armada, la heredera al trono se incorpora ahora al Ejército del Aire. Lo hace plenamente consciente del honor que representa formarse y servir junto a los hombres y mujeres de nuestras Fuerzas Armadas,. Además, sigue la estela de su padre y su abuelo, cuyo paso por la Academia General de San Javier recordamos a continuación.
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La experiencia del rey Felipe, un enamorado de la aviación que pidió romper el protocolo
El 2 de septiembre de 1987 ingresó en la Academia General del Aire de San Javier (AGA) el entonces príncipe de Asturias. Llevaba escasos días en la localidad murciana cuando realizó su primer vuelo de instrucción en un avión T-34. Lo acompañaba su instructor, el capitán Guillermo Quintanilla. Desde ese instante, don Felipe se enamoró de la aviación y, en palabras de su formador, "siempre quería más". Tuvieron que pasar casi cinco meses hasta que experimentó uno de los momentos más significativos: la suelta, es decir, su primer vuelo en solitario, sin la compañía de ningún instructor.
El actual jefe de Estado pilotó el 27 de enero de 1988 una avioneta Mentor C-101, un acontecimiento histórico. Aquella experiencia se vivió con gran expectación, aunque también con cierta inquietud. No en vano, pocos días antes un compañero murió en una aeronave similar y en circunstancias parecidas, una tragedia que conmocionó a la sociedad e incluso llevó a plantear la posibilidad de retrasar la fecha de su estreno en el aire.
Felipe VI no tardó en ganarse el cariño de sus compañeros y se integró con absoluta facilidad en un grupo que llevaba ya tres años compartiendo su día a día. El teniente coronel Javier Vidal, que coincidió con él en esa etapa, contaba en EsDiario algunas de las anécdotas más divertidas. "Éramos muy jóvenes, todos en torno a los 20 años, la expectación era increíble, teníamos unas normas de protocolo, pero nada más llegar las rompió: nos saludó y pidió que le llamáramos Felipe", recordó sobre el entonces heredero al trono, al que llamaban SAR. Se trata de un divertido juego de palabras, ya que son las iniciales de Servicio Aéreo de Rescate y a su vez las de Su Alteza Real.
Comentaba también que una tradición es afeitar en la nunca una T a los oficiales que vuelan solos por primer día, y aunque inicialmente nadie se atrevía a cortarle el pelo al príncipe de Asturias, finalmente un compañero dio el paso "y él lució con todo orgullo la marca". También resaltaba Vidal que Felipe de Borbón se ofreció a ayudarle a redactar un discurso que tenía que pronunciar en público, una responsabilidad que le asustaba: "Yo no tenía experiencia y no sabía ni como empezar y él me aconsejó cómo redactarlo". Este gesto es solo una de las muestras de las buenas relaciones que el Rey forjó con sus compañeros, un trato cercano que siguen manteniendo. Con ellos, según La Verdad, también disfrutó del ocio de Murcia, ciudad por la que se movía con un Lancia Delta blanco. Indican incluso que acudió a Varadero, uno de los locales de moda.
En 1988, don Felipe recibió los despachos de Teniente de Infantería, Alférez de Navío y Teniente del Arma de Aviación. Es además piloto de Helicópteros, con aptitud para el vuelo instrumental en el 402 Escuadrón de las Fuerzas Aéreas del Ejército del Aire; y está en posesión de las Alas de Piloto de Helicópteros del Ejército de Tierra y de la Armada. Tras su paso por San Javier volvió a Madrid para comenzar sus estudios de Derecho, con algunas asignaturas de Ciencias Económicas, en la Universidad Autónoma.
El rey Juan Carlos: el vuelo que no pudo hacer y una mascota de lo más sorprendente
La princesa Leonor sigue los pasos del rey Felipe, quien a su vez siguió los del rey Juan Carlos. En septiembre de 1958, el anterior jefe del Estado llegó a la AGA, formando parte de la undécima promoción. Ese mismo mes, concretamente el día 16, realizó su primer vuelo en la Bücker E.3B-174. También voló otros aviones como el Mentor y el Junkers Ju-52. Nunca realizó la suelta porque en esa época el programa era diferente. Los cadetes realizaban vuelos siempre con instructor a bordo y en diferentes tipos de aeronaves, pero no se contemplaba la posibilidad de tomar el mando en solitario.
El entonces Príncipe de España recibió el emblema de piloto militar el 15 de julio de 1959, tras diez meses de aprendizaje en los que llama mucho la atención, una anécdota que nunca ha llegado a confirmarse. Juan Antonio Pérez Mateos cuenta en el libro Un Rey bajo el sol que Juan Carlos tenía en San Javier un mono amaestrado. Indica que el animal se llamaba Fito, que llevaba puesto el uniforme y que aprendió a saludar. Las sanciones hicieron, según sus palabras, que Juan Carlos de Borbón tuviera que separarse de él.
Su paso por San Javier estuvo marcado por la disciplina y el compromiso, pero también tuvo tiempo para planes con sus amigos de la Academia. Recoge La Verdad que su contraseña para salir del cuartel era Sabatacha, que disfrutó de la gastronomía local en El Rincón de Pepe y acudió a algunos actos organizados por el marqués de Rozalejo en su finca de Roda.