Como cada verano, George y Amal Clooney han regresado al lugar en el que se enamoraron, hace más de una década, el Lago de Como (Italia), y a su palacete, Villa Oleandra, situado en este idílico enclave. Un nuevo viaje a Europa en el que, además, tenían prevista una cita muy especial: un evento benéfico de su Fundación Clooney por la Justicia (Clooney Foundation for Justice).
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El objetivo era recaudar fondos para la organización que pusieron en marcha en 2016 y que se dedica a promover la justicia, ofreciendo asistencia legal gratuita a quien lo precise para defender la libertad de expresión y los derechos de las mujeres en más de cuarenta países. Como explican desde su página web, además, supervisan y denuncian juicios injustos; y siguen casos que han sido olvidados o "han desaparecido" del foco mediático -como ejemplo, subrayan la implicación de Amal en el caso de las mujeres yazidíes que sufrieron abusos y fueron esclavizadas por el ISIS o su apoyo a las supervivientes de atrocidades en Congo y Sudán-.
Así que, en esta ocasión, George y Amal se convirtieron, una vez más, en los perfectos anfitriones por una buena causa.
Primero, recibieron a sus invitados en su residencia, y después, tomaron un barco para dirigirse a Villa Passalacqua, donde tuvo lugar la cena. Un espectacular espacio, también a orillas del lago, que se asienta en las propiedades que, antaño, pertenecieron al Papa Inocencio XI, aunque la villa, tal y como se ve actualmente -y que, ahora, es uno de los hoteles más exclusivos de Europa- fue construida a finales del siglo XVIII por el arquitecto milanés Carlo Felice Soave para el conde Andrea Lucini-Passalacqua, descendiente de una de las principales familias nobles de Como.
Para este nuevo evento, Amal, que siempre destaca por su elegante e impecable estilo, se decantó por un look sencillo: un vestido color buganvilla con una abertura lateral de "infarto", que dejaba al descubierto sus piernas; y que combinó con un clutch y unos tacones de color dorado.
La abogada libanesa-británica llevaba, entre sus manos, unas rosas -a juego con su modelo-; mientras que George optó por un traje y camisa negra.