A Raphael no hay quien le pare. "Renació" el pasado 15 de junio, en una inolvidable actuación en el Teatro de Mérida, que marcaba su esperado regreso seis meses después de que le diagnosticaran un linfoma cerebral primario, del que ya está recuperado. "Sí, tuve miedo, pero muy medido. Para estas cosas soy muy valiente", confesaría en una entrevista en la televisión pública.
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No era, sin embargo, la primera vez que hacía frente a un contratiempo de salud. Hace más de dos décadas, en 2003, se sometía a un trasplante de hígado… y, de nuevo, al poco, volvería, triunfante, a los escenarios —en esa ocasión, a uno de los grandes, el Teatro de la Zarzuela, de Madrid—, donde se ha forjado la leyenda de la canción.
Antes de retomar su gira, "Raphaelísimo", el próximo 6 de septiembre en Elche (Alicante), el cantante, de 82 años, disfruta de un merecido descanso junto a los suyos. Acompañado de su mujer, Natalia Figueroa, su apoyo incondicional; su hija, Alejandra Martos, y su nieto Carlos Arenzana, pasa estos días de verano en su isla favorita, Ibiza, donde encuentra su refugio, al que ya se retiró en abril, para resurgir con esa fuerza arrolladora que siempre le ha caracterizado.