Todos los que conocieron a Carlos Goyanes lo describen como un caballero. Un hombre sencillo y discreto que se fue de forma repentina y silenciosa durante las vacaciones que pasaba en su querida casa de Marbella hace ahora un año. El 7 de agosto de 2024 su luz se apagó para siempre, y aunque su ausencia sigue doliendo igual que el primer día, en su entorno se aferran al consuelo de que pasó esos últimos momentos rodeado de los suyos, de esos pilares fundamentales que daban sentido a su vida. Porque era un empresario de éxito que despuntó en el sector inmobiliario, pero ante todo era un marido profundamente enamorado de Cari Lapique, un padre orgulloso y un abuelo que sentía absoluta devoción por sus cinco nietos. Doce meses después de decirle adiós, su familia pasa este verano tan atípico entre homenajes y emotivos recuerdos.
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Bueno, auténtico, genial, transparente y divertido son solo algunos de los adjetivos con los que Carla Goyanes recuerda a su padre, al que ha querido homenajear de una manera muy significativa en esta complicada fecha. Ha organizado la primera edición del Torneo de Pádel Memorial Carlos Goyanes, como ha contado en ¡HOLA! Se trata de un encuentro deportivo sin ánimo de lucro en honor al empresario, que fue uno de los impulsores de esta disciplina en Marbella en sus inicios y fomentó su práctica. Han sido tres días de competición, pero sobre todo de compañerismo. Las 69 parejas de niños que han jugado en las instalaciones del Nueva Alcántara Club (NAC), en San Pedro de Alcántara, han disfrutado de unas jornadas inolvidables, llenas de sorpresas y mucha deportividad.
Al campeonato ha asistido también Cari Lapique, porque para ella no hay mejor medicina que ejercer de "abuelona". Sus cinco nietos tienen para ella un poder sanador, casi mágico, y son capaces de hacerla sonreír aunque no tenga fuerzas. Su visita a la Costa del Sol ha sido esta vez es más corta. No está pasando todas las vacaciones en Marbella al tratarse de un lugar lleno de recuerdos, especialmente en estas fechas. Y es que cabe recordar que este mismo mes de agosto se cumplirá también el primer aniversario del fallecimiento de su hija mayor, Caritina Goyanes, que nos dejó de manera repentina escasos días después que su padre. También en enero de 2025 perdió a su hermano Manuel tras una larga y silenciosa enfermedad.
"Hace un enorme esfuerzo, pero está flojita. Ahora todo se le viene encima con el aniversario. Temía el verano porque no sabía cómo le iba a afectar. Lo temía porque era consciente de que todos los sentimientos se iban a revolver, y en lo poquito que había avanzado iba a ser un retroceso", deslizaban a ¡HOLA! desde su entorno. Sus íntimos han cerrado filas a su alrededor y este verano la han animado a desconectar unos días en Grecia y otros en Ibiza antes de volver en fechas tan señaladas a Marbella, donde también se encuentra su hija Carla con su familia.
A pesar de que agosto es muy complicado para ella, la fortaleza de Cari es inmensa y su valentía es extraordinaria. Perder a dos pilares fundamentales en esas circunstancias supone un dolor imposible de explicar con palabras, pero ha seguido adelante en lo que supone un acto de amor profundo y de generosidad. Su vida se apagó hace doce meses, y aunque sabe que nada volverá a ser igual, ha hecho el enorme esfuerzo de seguir y de retomar el pulso de su día a día. En cada paso que da encuentra fuerza en sus nietos; en su hija, que prometió ser "muy fuerte" y lo está cumpliendo; y en su inseparable hermana Myriam, que el año pasado se instaló con ella en casa para acompañarla día y noche.
Durante el curso, Cari ha estado muy presente en la actividad escolar de Pedro y MiniCari, los hijos de Caritina y Antonio Matos, quien a su vez ha continuado con el legado de su esposa dando continuidad al catering SixSens. También ha sacado fuerzas retomando sus compromisos profesionales al frente de un conocido showroom de Madrid y ha acompañado a algunos de sus amigos en momentos difíciles para ellos. No solo porque está agradecida con todos por su cariño constante, sino porque está aprendiendo a disfrutar de los que están y es consciente de que, aunque duela, la vida siempre merece la pena.