En 1929, un joven Salvador Dalí recibió la visita, en su casa de Cadaqués, del poeta Paul Éluard y su esposa, Gala. El pintor quedó fascinado por la intelectual rusa al primer instante y ya nunca más volvieron a separarse hasta la muerte de ella, en 1982. La gran historia de amor del genio del surrealismo y la que se convirtió en su mujer y su musa ha inspirado obras de arte, novelas y películas.
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Sus recuerdos todavía pueden contemplarse en la que fue la residencia permanente de la pareja en Portlligat —pedanía de Cadaqués—, una antigua barraca de pescadores que adquirieron en 1931, que fueron ampliando con el tiempo y que hoy es la Casa-Museo Dalí.
Compartimos con la diseñadora los momentos previos a su boda con el mago de ascendencia sueca y danesa, aunque nacido en Suiza
Casi 100 años después, este rincón de la Costa Brava en el que la historia, el arte y la naturaleza se mezclan de una manera única, ha vuelto a servir de escenario para la boda entre otra Gala (González) y otro genio, en su caso del ilusionismo, John Steiner.
Al igual que Dalí y Gala, lo de la diseñadora gallega y el mago de ascendencia sueca y danesa —aunque nació en Suiza— también fue un flechazo instantáneo, cuando se conocieron un mes de junio de hace siete años, en Barcelona. Para celebrar su amor con sus seres queridos, escogieron la noche de San Juan, una fecha cargada de significado, simbolismo y, por supuesto, magia.
Unas vistas únicas
La agenda de la boda arrancó varios días antes, ya que los novios querían que sus 200 invitados —llegados de todos los rincones del mundo— pudieran disfrutar plenamente de Cadaqués. Para darles la bienvenida, organizaron salidas en barco, cenas y hasta un workshop de yoga y pilates al aire libre, para los más madrugadores. Pero la preboda oficial tuvo lugar la noche del domingo 22 de junio, en el Parque Natural del Cap de Creus.
"Fue algo insólito, íntimo y muy especial", nos dice Gala. "Tuvimos la oportunidad única de poder cerrar el restaurante Cap de Creus para nosotros, que es algo que no suele suceder —añade—. Poder compartir con nuestros invitados unas vistas únicas desde un punto tan especial, donde se puede ver Francia conectada con España, fue un regalo". Para esa primera gran noche, la fundadora de Amlul llevó un vestido de la colección Pre-Fall Otoño 2025 de Dior, que combinó con un casquete joya y zapatos de Jimmy Choo.
La casa familiar
Al día siguiente, tras contraer matrimonio civil en la intimidad, los novios se prepararon para celebrar su amor con sus familiares y amigos, que viajaron desde diferentes puntos de Europa, Estados Unidos, México y Japón. Gala y John se vistieron en diferentes estancias de la casa que la familia del mago posee en Cadaqués.
Su madre, Jessi Rask, escultora y pintora danesa, se enamoró de joven de este pueblo marinero, en uno de sus tantos viajes. Desde ese momento, supo que era su sitio y allí levantó su hogar, una casa espectacular, rodeada por el mar y con un jardín donde sus esculturas se funden con el verde de los árboles y el azul del cielo.
La ceremonia se celebró en la isla de la familia del novio. "Pudimos ofrecer a los asistentes una vivencia multidisciplinar, con diferentes espacios y habitaciones en las que había picoteo", cuenta Gala
John se crió entre París y esta casa de Cadaqués, el pueblo donde también falleció su padre, Eric Steiner —considerado uno de los mejores jugadores de póker del siglo XX y destacada figura de la jet set internacional— hace ya más de dos décadas. Por eso el escenario de la boda no podía ser otro que la perla de la Costa Brava.
Gala llegó a la ceremonia con Caribbean blue, de Enya, una canción de los años 90 que "me recuerda mucho a mi infancia"
Un trabajo exquisito
Mientras John se enfundaba su impecable esmoquin de Armani —el dress code de la boda indicaba black tie—, Gala se ponía en manos de Iván Gómez, que la peinó y maquilló para su gran noche de la mano de Dior Beauty. "Realizó un trabajo exquisito", nos cuenta la diseñadora, que optó por un maquillaje muy sencillo y limpio.
Los novios tuvieron cinco pajes y damitas, los hijos de la hermana de John y los de varios amigos de la pareja
"Mantuvimos la piel muy fresca, pero con un punto bronceada del verano. Y es verdad que Iván apostó por realzar mis pecas, y unos labios en nude", explica. En cuanto al peinado, comenta: "Queríamos salir de ese registro más casual que yo suelo llevar habitualmente, como es un pelo desenfadado y suelto, y quisimos hacer un recogido, porque en el Mediterráneo siempre se puede levantar viento y queríamos que estuviese todo bajo control".
La ceremonia
La ceremonia de la boda se llevó a cabo en La Isla, que, como su nombre indica, es una isla privada de la familia de John, a la caída del sol. Allí, pudimos ofrecer a los asistentes una vivencia multidisciplinar, con diferentes espacios y habitaciones en las que había picoteo y también experiencias sensoriales —relata Gala—. A la vez, los invitados podían explorar la isla antes de que diera comienzo la ceremonia.
Doscientos invitados llegados de todos los rincones del mundo viajaron hasta la Costa Brava para celebrar el amor de Gala y John
Entre los amigos y familiares de la pareja que asistieron a la boda, se encontraban Elena González, tía de Gala, que está casada con Adolfo Domínguez, que además fue el mentor de la diseñadora en sus inicios en el mundo de la moda; Brianda Fitz-James Stuart, la nieta artista de la añorada duquesa de Alba; la actriz Matilda Lutz; David Jarre, hijo de Charlotte Rampling y Jean Michelle Jarre, que, al igual que John, se dedica al mundo de la magia; la modelo, directora de arte, creativa y activista medioambiental Marina Testino; la cantante danesa Anne Linnet; los directores de cine Filippo Valsecci y Tao Ruspoli, este último hijo del príncipe Alessandro Ruspoli de Italia, Agustina Macri, hija del expresidente argentino Mauricio Macri, y el influencer y televisivo Pelayo Díaz.
El actor francés Stany Coppet —uno de los protagonistas de la serie El Príncipe— fue el encargado de oficiar la ceremonia en tres idiomas: francés, español e inglés
Líneas dalinianas
En honor al vínculo de Dalí con Cadaqués, Sara, la wedding planner al frente de Atelier Cordero, ambientó el espacio con una especie de altar con inspiración surrealista, siguiendo las líneas dalinianas. "Al tratarse de un lugar tan especial, la decoración floral se integró de manera que no robara protagonismo, sino que completara el espacio. Por lo tanto, en vez de los típicos arreglos florales, optamos por unos toques, combinando colores como el negro y el naranja, que conectaban con la temática de la boda, que era From Sunset To Sunrise, desde el anochecer hasta el amanecer", nos desvela la novia.
John, que llegó del brazo de su madre, Jessi, vestida de azul, esperaba sonriente y algo nervioso a Gala, mientras esta acudía a su encuentro junto a su padre, Carlos González, y sus pajes y damitas, los hijos de la hermana de John, la directora de fotografía Jessica Stein, y los de otras amigas, como la actriz Matilda Lutz. Todos ellos vestían trajes de lino azul y blanco. La madre de Gala, Ascensión, guapísima con un diseño rojo de Nicolás Montenegro, se unió al resto de los invitados para ceder todo el protagonismo a su hija.
Nada convencional
Todos ellos admiraron la espectacular aparición de Gala, que llegó a la ceremonia mientras sonaba Caribbean Blue, de Enya. Como era de esperar, no fue una novia convencional, sino pura elegancia y sofisticación con un vestido de Sybilla de satén marfil, de estilo cut out, con tirantes joya que recorrían toda su espalda descubierta y una falda larga y recta con cola de sirena.
La creadora de contenido completó su look nupcial con unos pendientes de oro blanco y diamantes de Cartier, unos zapatos hechos a medida de Pedro García y un fabuloso tocado de tul de seda blanco, realizado especialmente para la ocasión por Betto García. Su ramo de novia tampoco fue nada tradicional, ya que, en lugar del típico bouquet, Gala llevó una guirnalda de flores de jazmín. Aparte de aportar ese olor tan rico, a nivel de textura funcionaba muy bien y era un ramo definitivamente diferente, aclara la novia.
El actor francés Stany Coppet —uno de los protagonistas de la serie El Príncipe— fue el encargado de oficiar la ceremonia en tres idiomas: francés, español e inglés. Tras los discursos de algunos de los amigos más allegados a la pareja, los novios pronunciaron sus votos e intercambiaron sus alianzas —el portador fue Zambu, el perrito adoptado por la pareja, que por su-puesto también vestía de esmoquin—: la de John, en oro amarillo de la colección Love de Cartier, y la de Gala, una pieza hecha a medida por Arielle Ratner, con un diamante old mine antiguo. Después, se fundieron en un beso de película, ante los emocionados invitados, que estallaron en aplausos.
Frutas engarzadas
Tras la ceremonia, los recién casados y sus invitados se trasladaron al lugar de la celebración, que tuvo lugar en el precioso jardín de la casa familiar, rodeado por el mar y "tan cerca, que sentías que lo podías tocar", admite Gala.
Para la decoración, se pensó también en toques surrealistas, con diferentes arreglos de frutas y verduras engarzadas, y orquídeas en pequeños bouquets a lo largo de las mesas, así como una combinación de velas a contraste y en colores tierra y negro.
"Durante la ceremonia, la gente lloró muchísimo, especialmente John. Yo, sorprendentemente, no derramé ni una lágrima; me embargó un sentimiento muy fuerte de felicidad y alegría"
"Además —continúa la novia— quisimos que nuestros invitados pudieran llevarse consigo un recuerdo de este día por lo que, junto a Deja Vú, expertos en ambientación, creamos desde cero una fragancia, exclusiva para hogar, muy personal pero, sobre todo, única, inspirada en el higo". En cada sitio, también se incluyó una pieza de cerámica realizada a mano por el ceramista Diego Nine, amigo de Gala, que realizó 150 zamburiñas de cerámica. Moldeadas y horneadas en su estudio a mano, queríamos que “Zambu” —su perrito— estuviera muy presente como hilo conductor, de ahí las zamburiñas.
La banda de Arnau Obiols, de estética muy setentera, fue la encargada de poner la música en directo, deleitando con sus ritmos brasileños a los invitados, mientras disfrutaban del cóctel y de la cena, que estuvo a cargo de Tomás Abellán.
"Cuando fuimos a probar por primera vez el menú con él, sabíamos que era la persona que lo tenía que hacer. Hubo un momento en el que le pedimos realizar un huevo enorme de mantequilla, algo que parecía imposible y que él consiguió ejecutar. Fue uno de los momentos más exitosos de la boda. Sorprendió muchísimo. Queríamos un menú que fuese fácil para todos los invitados que venían de fuera y no conocían una comida tradicional, pero con un toque diferente, y supo plasmar perfectamente lo que queríamos y hacerlo muy ameno y atractivo también para mi familia, que venía de Galicia con expectativas muy altas", asegura Gala entre risas.
La noche más corta
Al tratarse de la noche de San Juan, durante la cena, los recién casados y sus invitados pudieron contemplar un espectáculo de fuegos artificiales alrededor de la casa, ya que todo Cadaqués festejaba la noche más corta del año. Fue increíble poder celebrarlo bajo la luna, tener una noche cálida y poder estar cenando al aire libre con todos esos fuegos artificiales rodeándonos. "Fue realmente un regalo mágico", confiesa Gala.
Brianda Fitz-James Stuart, la nieta más artista de la añorada duquesa de Alba, no quiso perderse la boda de una de sus mejores amigas
Los novios abrieron el baile al ritmo de You’ll Never Find Another Love, de Lou Rawls, una canción de los años 70, que es la década favorita de Gala. Siempre me imaginé ese momento así —apunta—. "La letra expresa exactamente lo que queríamos comunicar y compartir. También dio paso a que John tuviese la oportunidad de sacar a mi madre a bailar, fue un momento muy especial".
En ese instante, la diseñadora ya había vuelto a sorprender a todos los invitados con un nuevo vestido, esta vez un traje negro transparente de Isabel Marant. "Lo había visto en uno de sus últimos desfiles y, cuando lo vi, supe perfectamente que era el vestido que quería utilizar en la fiesta. Tenía un punto que me recordaba a los looks que utilizaba Cher en los años 70 y era lo que más me apetecía".
Toques surrealistas
—Gala, la noche de San Juan, Cadaqués… Vuestra boda fue mágica. ¿Cómo la describirías?
—Ha sido mi boda soñada. En Cadaqués, un lugar en el que mi nombre tiene un significado muy especial y donde pude conectar a mi familia de Galicia con el Mediterráneo. Vivimos una noche de ensueño en este lugar mágico, donde Dalí celebró el arte, con guiños que nos permitieron recrear una noche única con toques surrealistas y mágicos.
—En la elección del lugar, además de que es espectacular, supongo que habrá primado que es la casa donde John vivió su infancia, ¿no?
—Cuando decidimos casarnos, John tenía claro que quería que fuese en la casa donde creció, por todo el valor sentimental que esto añadía al momento. También teníamos claro, desde el principio, que queríamos que fuera una boda íntima, porque es la primera vez que abrimos las puertas de su hogar.
La casa de Jessie tiene un emplazamiento único, porque la casa y el jardín forman una península rodeada de mar. Era como estar en una isla pero manteniéndonos en tierra. Queríamos que ese momento se respetase lo máximo posible y fuese lo más íntimo para nosotros y para nuestros invitados.
—¿Cómo comenzó vuestra historia de amor?
—Hace siete años, un mes de junio, un amigo común muy cercano nos presentó en Barcelona. Me dijo que había conocido un chico que había crecido en España y que tenía muchas cosas en común conmigo. Por aquel entonces, yo estaba muy desconfiada pero, cuando nos presentaron, fue un flechazo total y desde entonces hemos estado siempre unidos. Por aquel entonces, yo vivía en Nueva York y John en Los Ángeles y a los tres meses de conocernos, él ya estaba viviendo entre las dos ciudades.
Gala no quiso llevar muchas joyas para no restar protagonismo a su look nupcial y apostó por unos pendientes de diamantes de Cartier
—¿Cómo te sientes ahora, que puedes hablar de John como tu marido?
—Para ninguno de los dos cambia absolutamente nada el hecho de referirnos hacia el otro como marido o mujer. Nos seguimos sintiendo igual que antes, lo que realmente queríamos era poder celebrar nuestro amor con el resto del mundo, aunque creemos que las relaciones han de ser sólidas antes y después del matrimonio.
"Ha sido una boda multicultural sin duda, pero, sobre todo, ha tenido mucha presencia de mi familia y amigos de Galicia, y de la de John, de Dinamarca"
—¿Qué destacarías de la ceremonia? ¿Por qué escogisteis a Stany Coppet para oficiarla?
—Porque Stany Coppet, además de ser un actor talentoso y maravilloso, es una persona muy cercana a nosotros y con el que también compartimos ese amor y esa conexión con Cadaqués. Ese fue también el criterio a la hora de elegir a todos aquellos que participaron en la ceremonia. Quisimos que fuera más relajada, donde los relatos y discursos de nuestros amigos y familiares fuera lo que tuviese más protagonismo.
Stany se encargó de dirigir la ceremonia, en la que nuestros amigos más cercanos compartieron sus vivencias junto a nosotros, a lo largo de estos siete años juntos. Ha sido una boda multicultural, sin duda, pero, sobre todo, ha tenido mucha presencia de mi familia y amigos de Galicia, y de la de John, de Dinamarca. Sabemos que Cadaqués queda muy alejado de todo y queremos agradecer especialmente a todos el esfuerzo enorme que han hecho para celebrar nuestra felicidad ese día con nosotros.
Sonrisas y lágrimas
—¿Ha habido muchas lágrimas? ¿Y risas?
—Durante la ceremonia la gente lloró muchísimo, especialmente John. Yo, sorprendentemente no derramé ni una lágrima; durante toda la ceremonia, me embargó un sentimiento muy fuerte de felicidad y alegría. El discurso de uno de nuestros amigos, Jean Jacques Ros, nos hizo tanto reír como llorar a todos.
Con sus palabras, supo reflejar la relación que John y yo tenemos. Fue un relato precioso, pero con un toque de humor. Es muy bonito ver cuando alguien es capaz de sacarte una lágrima y una sonrisa a la vez. Ese fue uno de los momentos más emotivos, aunque diría que la entrada de Zambu con las alianzas y su esmoquin fue un momento que marcó mucho a todos los invitados.
—¿Cuál ha sido para ti el momento más emotivo de la boda?
—Sin duda, el momento más emotivo fue en el que John pronunció sus votos. Me sorprendió recitándolos desde el corazón, sin leerlos en un papel. Fue algo que me emocionó, porque mostró ese lado más sentimental que existe en él y que sorprendió a todos. Nuestros amigos y familiares no pudieron evitar que se les escapase alguna lágrima con los votos de John.
—¿Qué fue lo primero que os dijistéis al encontraros?
—Cuando nos vimos por primera vez, no nos dijimos nada, simplemente sonreímos. A veces esos silencios dicen mucho más que cualquier palabra.
—¿Qué significado tiene para ti la canción con la que llegaste a la ceremonia?
—Como todas las parejas, nos repartimos las tareas previas y yo me encargué de hacer la selección musical. Caribbean Blue de Enya es la misma que utilicé cuando compartí nuestra pedida en redes sociales. Es una canción de los años 90 que me recuerda mucho a mi infancia. Me pareció un clásico que recoge lo que quería transmitir a nivel estético y emocional con la ceremonia.
Un largo viaje
—¿Qué es lo que más te sorprendió de la celebración?
—Lo que más me sorprendió fue lo guapos que estaban todos mis amigos, creo que fue una ceremonia donde los hombres dejaron el listón muy alto, estaban todos muy guapos. Pero, sobre todo, la suerte de haber podido reunir a tantas personas que han viajado desde todas las partes del mundo para celebrar nuestra unión. Que hayan hecho ese esfuerzo, viajando tantas horas, para estar ese día cerca de nosotros significa muchísimo.
"Cuando decidimos casarnos, John tenía claro que quería que fuese en la casa donde creció, por todo el valor sentimental que esto añadía al momento"
—¿Y qué opinas de los looks de las invitadas?
—Pues hubo una gran parte de mis amigas que optaron por vestidos de Amlul. Muchas de ellas llevaban piezas que habían adquirido previamente, por lo que me hizo muchísima ilusión ver el apoyo genuino que hicieron a la moda sostenible y ética Made in Spain a través de mi marca. Por supuesto, no era un requisito y ni siquiera se habló, fue totalmente orgánico por su parte, por lo que me emocionó mucho. De hecho, mi cuñada, Jessica, la hermana de Jon, utilizó uno de los vestidos más populares y más exitosos que acabamos de lanzar hace un par de meses, y estaba realmente guapísima y elegante.
—¿Cuál ha sido la anécdota que recordarás siempre del día de tu boda?
—Coincide con una de las sorpresas que teníamos preparadas y que creo que siempre recordaremos todos. Habíamos organizado un momento flashmob, con una canción concreta y en la que participaban personas en diferentes mesas. Todo debía ser un secreto. Pero no funcionó, ni nada salió como estaba planeado (risas), pero terminamos todos levantados y bailando encima de las sillas. Elegí especialmente la canción Banana Boat, de Harry Belafonte, haciendo un pequeño guiño a mi infancia y a la película Beetlejuice, que, al final, todo el mundo de todas las edades la conoce. Resultó un momento genial y divertidísimo. Se convirtió en el comienzo perfecto para la transición entre la cena y el baile.
"Habíamos preparado en secreto un flashmob, con la canción Banana Boat de Harry Belafonte. Nada salió como estaba planeado, pero terminamos todos bailando encima de las sillas"
De nuestra tierra
—Háblanos de tu traje de novia, ¿cómo te has visto con el vestido?
—Siempre he tenido claro lo que me gusta, especialmente a la hora de vestir, pero es verdad que en el momento de elegir un vestido de novia me sen-tía bastante confundida, porque hay muchísimas referencias y posibilidades. Creo que nos pasa a muchas novias. Tenía claro que quería confiar en alguien que entendiera la costura con un punto de vista muy emocional y, sobre todo, que fuese una firma Made in Spain, quería algo de nuestra tierra, de España. También era muy importante que el vestido conectase con el espacio en el que todo iba a ocurrir. Creo que un vestido de novia siempre tiene que entender el lugar donde se va a celebrar la ceremonia y tiene que ir acorde con esos detalles.
—Y escogiste a Sybilla...
—Sybilla es una mujer a la que he podido admirar a lo largo de estos años, durante su carrera y trayectoria; ya la conocía de antes porque había tenido la oportunidad de estar en su casa en Deià y yo, que siempre veraneo en Mallorca, supe desde el principio que ella iba a comprender perfectamente cómo desarrollar el vestido perfecto para una boda mediterránea, pero con ese punto diferenciador y con esas líneas minimalistas. Y aunque tenga cola sirena, es cierto que es un vestido que tiene un punto elegante y atrevido, pero siempre conservando la elegancia que me gusta transmitir.
A contrarreloj
—¿Tenías claro lo que querías desde el principio, o el look ha ido fluyendo?
—Algunas ideas las tenía muy claras y otras, como el tocado, han ido fluyendo. Lo realizó mi amigo Betto García, que realmente es un genio. Ha sido algo en lo que estuvimos trabajando, a través de videoconferencia, las semanas previas a la boda, a contrarreloj, porque no se podía ejecutar hasta que no tuviésemos el vestido finalizado al completo. Ha sido un proceso muy bonito que también ha dado ese toque especial al look y creo que, en general, ha tenido muy buena acogida.
Los novios abrieron el baile con la canción de los 70 You’ll Never Find Another Love, de Lou Rawls, momento para el que Gala sorprendió con un nuevo vestido
—¿Cómo reaccionaron tus padres al verte vestida de novia?
—A mis padres les gustó muchísimo y, al mismo tiempo, les impactó por lo inesperado. Creo que a todo el mundo, en general, le sorprendió muchísimo; sobre todo, llamó la atención el tocado de Betto.
—¿Cómo te ha recibido una familia tan artística como la de John?
—La verdad es que Jessie es una mujer increíble: libre, fuerte e independiente, y no cabe duda de que ha logrado canalizar con gran éxito toda su fuerza creativa a través de sus esculturas increíbles.