La noche del viernes se tornó especialmente emotiva y sobrecogedora para los espectadores del programa De viernes. La invitada, Eugenia Santana, Miss España 1992, alzó la voz para contar uno de los episodios más duros de su vida: la agresión sexual que sufrió el pasado mes de agosto en su tierra natal, Las Palmas de Gran Canaria. Acompañada por el calor del público y con la emoción contenida —que finalmente se desbordó en lágrimas nada más pisar el plató— Eugenia dio un paso al frente con un único objetivo: "Quiero que esto sirva para ayudar a otras mujeres. No soy la única a la que le ha pasado".
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"Tengo miedo de volver a encontrármelos", confesó visiblemente afectada, refiriéndose a los dos hombres a quienes ha denunciado por los hechos ocurridos el 16 de agosto de 2024.Según relató la modelo, todo comenzó cuando, tras una tarde en un bingo con su madre, recibió una llamada para recoger a su hijo. Fue entonces cuando dos individuos se le acercaron y le ofrecieron acercarla a casa. Sin dudar, aceptó. Lo que vino después fue una auténtica pesadilla.
“Uno jugó con mi hijo y otro se quedó conmigo. Recuerdo luchar. Me bajó el vestido y empezó a hacer de mí todo lo que quiso”, relató entre sollozos. El impacto emocional fue inmediato, pero también difuso. Eugenia explicó que no pudo asimilar lo sucedido en el momento. “Las próximas cosas que recuerdo son a través de flashes. Al día siguiente, empecé a reconstruir las secuencias. Me sentía físicamente muy mal: dolorida, mis brazos me dolían...”. Ante la confusión inicial y el shock emocional, el sentimiento de culpa se apoderó de ella durante días.
“Me culpabilizaba y solo me machacaba a mí misma. Eso sucedió el 16 de agosto y necesité hasta el 23 para poder denunciar a estos individuos”, explicó. Fue su hermano Cristóbal el primero en saberlo. A él, según confesó, le tiene una confianza especial. “Cris se echó las manos a la cabeza y me animó a denunciar y contarlo a la familia. Me dijo que estuviera fuerte y respetó mi tiempo”, recordó con emoción.
Ese apoyo fue clave. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de abandonar el proceso judicial por miedo y desgaste emocional, el destino le obligó a replantearse su decisión. “El día antes de la ratificación de la denuncia, que me había mentalizado de quitarla, me los encuentro en un centro comercial con mi hijo. El principal agresor intentó volver a hablar conmigo. Otra vez reviví todo eso”, cuenta con la voz quebrada. Ese inesperado reencuentro terminó por reforzar su determinación de seguir adelante con el proceso legal. “Estas cosas hay que denunciarlas. Nos callamos por el qué dirán. Y no debería ser así”, afirmó con firmeza.
Las consecuencias han sido devastadoras, no solo en el plano emocional, sino también en el físico. Eugenia explicó que, debido a su tratamiento por bipolaridad, no puede quedarse embarazada porque el feto podría tener malformaciones. Esa circunstancia agravó aún más su angustia. “Me sometí a todas las pruebas médicas posibles, VIH, embarazo… durante mucho tiempo fui al médico porque necesitaba asegurarme”, explicó. Además, su estado psicológico la llevó a pedir ayuda especializada de forma urgente. “He tenido que estar con psicólogos, con psiquiatras… incluso, por voluntad propia, me ingresé en la unidad de psiquiatría durante seis días. Porque no era yo”, declaró, visiblemente afectada.
No fue fácil para Eugenia tomar la decisión de sentarse en televisión a contar su historia. Reconoce que su familia no estaba de acuerdo con su decisión, por miedo a que reviviera el trauma y se expusiera demasiado públicamente. “Quiero pedir perdón a todos. Mi familia me ha apoyado siempre, aunque no son partidarios de que lo contase aquí”, admitió. Lo hizo, asegura, inspirada por el testimonio de otras mujeres como Paloma Lago, cuyo caso le hizo sentir que no estaba sola. Su objetivo, además de sanar, es dar visibilidad y animar a otras personas a hablar. “Me he sentido culpable, pero yo no soy la culpable. He sido la víctima”, subrayó, dando voz a tantas otras que aún guardan silencio.
Una vida marcada por la superación
La vida de Eugenia Santana ha sido pública desde que en 1992 se alzara con el título de Miss España. Ese mismo año representó a nuestro país en Miss Universo, donde logró un destacado décimo puesto. Su carisma y belleza la llevaron a presentar programas tan emblemáticos como El Trampolín o El juego de la oca. “Cuando salí elegida no me lo podía creer. Al principio fue bonito”, recordó con nostalgia. Pero tras la fama, también llegaron tiempos difíciles. Una separación marcada por la violencia de género, la enfermedad de su madre y de su hijo, y un diagnóstico de bipolaridad y depresión que la obligó a internarse en un centro hospitalario, fueron solo algunos de los retos a los que ha tenido que enfrentarse. “Eran personas inadecuadas que se aprovechaban de que estaba vulnerable”, reconoció en una entrevista pasada.
A pesar del dolor, Eugenia se aferra a la esperanza. Sabe que aún queda mucho camino por recorrer, pero también sabe que ya ha dado el paso más difícil: hablar. “Yo solo quiero pasar página”, dijo con contundencia, mientras insistía en la necesidad de que su caso se resuelva pronto. “Lo que pido es que se agilice en los juzgados. Llevo casi un año esperando”. Eugenia Santana ha decidido no callar más. “Con esto no busco venganza. Solo quiero justicia. Y ayudar a quien esté viviendo algo parecido”.