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Netflix acaba de estrenar Sirenas, una miniserie que está dando mucho que hablar por su combinación de comedia negra, drama, misterio, lujo y una crítica afilada a las élites sociales. Y no es para menos. Con un reparto lleno de estrellas, una ambientación glamurosa y personajes llenos de secretos, se ha ganado comparaciones con The White Lotus por su enfoque en la diferencia de clases y las relaciones tóxicas, eso sí, con un tono más cómico y satírico que el éxito de Prime Video. Además, trata con mayor profundidad las dinámicas familiares y cómo el poder influye en los vínculos personales y afectivos, ingredientes más que de sobra para mantenerte pegado a la pantalla.
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Detrás de este enredo de secretos, poder y relaciones peligrosas hay un trío protagonista que brilla con luz propia. Julianne Moore encabeza el reparto en uno de sus papeles más intrigantes de los últimos tiempos: el de Michaela Kell, también conocida como Kiki, una socialité tan elegante como perturbadora. La acompaña Milly Alcock —la joven Rhaenyra de La casa del dragón—, ahora en un registro completamente diferente, interpretando a Simone, una asistente fascinada por el estilo de vida de su jefa. Y cierra el triángulo Meghann Fahy, conocida por su papel en la segunda temporada de The White Lotus, como Devon, una hermana mayor decidida a rescatar a Simone de una relación que no termina de comprender. La serie explora las complejas relaciones entre mujeres, donde la lealtad, la rivalidad y la búsqueda de aceptación se entrelazan en un entramado emocional que marca especialmente a las hermanas y su entorno.
Para nosotros un fin de semana pasa volando, pero en Sirenas ese tiempo da para mucho. Ambientada en una lujosa mansión frente al mar, la historia arranca cuando Devon, una camarera con una vida patas arriba, decide plantarse en la isla donde trabaja Simone, su hermana menor. Mientras ella malvive en Búfalo cuidando sola a su padre con demencia senil y arrastrando sus propios desastres emocionales, la pequeña parece haber encontrado la estabilidad como asistente personal de Michaela, una adinerada socialité obsesionada con las aves, el orden y las apariencias. Desde fuera, todo parece idílico: una mansión de revista, fiestas perfectas, batidos matinales y rituales entre amigas. Pero Devon no tarda en darse cuenta de que, en esa perfección coreografiada, algo no encaja.
A medida que avanza la trama, el ambiente se enrarece. Michaela controla desde el vestuario de sus empleados hasta el tono de voz que deben usar. Su relación con Simone va más allá del trabajo, es casi simbiótica, una mezcla de devoción, dependencia emocional y una compleja combinación de manipulación y afecto. Por su parte, Devon, que llega con la intención de recuperar a su hermana y hacerle frente a sus propias heridas— como la muerte de su madre, el alcoholismo y la demencia de su padre y las cicatrices de su pasado—, se convierte en una amenaza para ese frágil equilibrio. Lo que empieza como un drama familiar evoluciona hacia un thriller psicológico en clave de sátira, donde cada personaje tiene algo que esconder y nadie está libre de culpa.
En medio de esta tensión se plantea otro misterio: el pasado de Kiki y su esposo, Peter Kell (Kevin Bacon), un financiero poderoso que parece dejar hacer a su alrededor para que no le molesten. La figura de la primera esposa del magnate de las inversiones, desaparecida en circunstancias aún sin esclarecer, planea como un fantasma inquietante. Hay rumores que apuntan a que la socialité podría estar detrás de todo pero, ¿qué ocurrió realmente con ella? ¿Por qué Michaela ejerce tanto poder sobre los demás? ¿Hasta dónde está dispuesta a llegar para mantener el control?
La creadora del gran éxito La asistenta, Molly Smith Metzler, regresa a Netflix con esta serie de cinco episodios que plantea desde la comedia oscura y el misterio todo tipo de cuestiones que preocupan en la sociedad actual. Se trata de la adaptación de la obra de teatro, Elemeno Pea de la propia Smith, en la que tres mujeres desvelan sus miedos, sus sueños, lo que les importa y sus vulnerabilidades en un sistema complejo que obliga a esconder quiénes somos realmente.
La dirección de Nicole Kassell, conocida por su trabajo en Watchmen y El bebé, aporta un estilo visual que resalta los contrastes entre la opulencia de los escenarios y las tensiones subyacentes en las relaciones de los personajes. Sirenas invita a mirar más allá de las apariencias y adentrarse en un juego de poder y secretos donde nada es lo que parece.