Natalia Sánchez, una de las nuestras actrices con más éxito en la actualidad gracias a su papel en la serie Sueños de libertad ha hablado sin tapujos de los efectos de la fama cuando, a los 11 años, se convirtió en la protagonista de Los Serrano. La actriz ha abierto su corazón para contar las consecuencias que a esa temprana edad le trajo ser tan conocida y popular. Su salud mental se resintió en aquel momento, al igual que la de su compañero y amigo, Víctor Elías: “Lo hablábamos entre nosotros porque no podíamos hablarlo con nadie más, porque no había nadie en la misma situación con la misma edad”, ha confesado la intérprete en el programa de Antena3 Y ahora Sonsoles, contando como su expareja, amigo y compañero fue fundamental para gestionar todo lo vivido.
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La importancia de la terapia
La actriz ha añadido lo importante que es para ella ir a terapia: “No voy a dejar la terapia nunca porque creo que es necesaria", además de resaltar que "sin Víctor Elías no habría podido gestionar todo aquello. Compartíamos muchas cosas y Víctor tenía una vida muy difícil. Nos apoyábamos como te apoyas en clase o en el instituto con tus amigas".
Además, Natalia se considera una privilegiada por poder dedicarse a lo que le gusta, a su profesión, pero "todo tiene su lado oscuro; cuando eres pequeño eres muy vulnerable y estás más expuesto”, expresaba Natalia Sánchez, dejando claro que el éxito en el mundo de la interpretación siempre es complicado de llevar y más todavía cuando llega a temprana edad.
Finalmente, la actriz ha hablado sobre la importancia de la salud mental: “Yo llevo en terapia desde que tengo 11 años y la sigo haciendo porque creo que es como ir al gimnasio, pero del alma y de la mente. No la voy a dejar nunca porque creo que es necesaria”, ha sentenciado.
El discurso de Natalia en la boda de Víctor Elías
Pero si hay un momento en el que Natalia compartió sus sentimientos fue en la boda de Víctor Elías con Ana Guerra: “Por la serie, empezamos a vivir cosas muy intensas que solo nosotros dos, por edad y por tener las mismas circunstancias, podíamos entender y, sobre todo, compartir: las luces y las sombras de todo aquello, la fama, aquel huracán que nos envolvía. Y en realidad solo éramos unos niños…”.
Unas palabras llenas de emoción que hicieron llorar desconsoladamente tanto a los novios, como al resto de los invitados al enlace. Y es que, en aquello de vivir, recordaba la actriz, Víctor le llevaba mucha ventaja dado que, a pesar de tener casi la misma edad y de que la realidad que los rodeaba en el rodaje era la misma, la que tenían cada uno de ellos en sus casas, era muy diferente. En la suya, todo era fácil y en la de Víctor, en cambio, todo era difícil.
Los invitados a la boda, un mar de lágrimas
“En aquel entonces era un niño tremendamente inteligente, tremendamente sensible… Con un sentido del humor maravilloso que le ayudaba a lidiar con su realidad y que utilizaba como protección y a veces, incluso, como vía de escape. Cuanto peor estaba Víctor en casa, más bromas hacía en plató… Ana, la tutora que teníamos, nos avisaba por la mañana de cómo había pasado la noche Víctor o si le había llamado la tutora legal desde la comisaría y Víctor iba a tener que venir un poco delicado, que lo tratáramos con delicadeza… Y eso hacíamos”. En ese momento, el plantel de invitados era un mar de lágrimas.
'Un hermano de vida'
“Después de todo lo vivido y de un noviazgo de amor adolescente que duró seis años, lo dejamos por fin”, atajó la que entonces era la chica del actor, en la realidad y la ficción, para parar el llanto y despertar la carcajada: “Empezamos a vivir por separado, pero siempre sabiendo que estábamos ahí el uno para el otro. Para mí, eres un hermano de vida".