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Cristiano Ronaldo y Georgina Rodríguez han adquirido un nuevo jet privado por 50 millones de euros. Una cifra nada desdeñable para un jugador del Al-Nassar, cuyos ingresos anuales ascienden a 260 millones de euros. La influencer ha presumido de la aeronave, de la que ella misma dispone para viajar de un lado al otro del mundo. La pareja del futbolista ha posteado varias fotos a pie de pista junto al avión, que a diferencia de su anterior jet, es de color negro mate y se puede ver en él el logo con las iniciales de CR7 y la silueta del jugador con su pose más célebre cuando marca un gol.
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Se trata del modelo Bombardier Global Express, conocido por su diseño vanguardista, su increíble velocidad -uno de los más rápidos del mundo con una velocidad de crucero de 900km/hora- y su impresionante autonomía de más de 9.000 kilómetros. Esto le permite realizar viajes intercontinentales sin escalas, una ventaja indispensable para cualquier jugador que juegue en Arabia Saudí, y tenga una apretada de compromisos comerciales y empresariales en todo el mundo. En su interior pueden viajar hasta 17 personas, tiene todo lujo de comodidades, y dispone de hasta tres salas diferentes, una de ellas una suite privada y otra con ducha independiente, además de una cocina completamente equipada.
Estas Navidades la familia al completo viajó en este avión a Laponia, en Filandia, un destino muy lejano para el jugador del Al-Nassar. Pasaron unos días bajo cero, rodeados de renos y saboreando chocolate caliente con malvaviscos. Y compartieron con sus seguidores las fotos y vídeos de sus vacaciones invernales, mostrando la ilusión de los niños -y del propio futbolista- al encontrarse con Papá Noel. Georgina compartió algunas fotos de la cabina, en la que se puede apreciar que los asientos de gran comodidad son de cuero blanco y tienen apliques dorados que aportan distinción y exclusividad al diseño.
Ante esta nueva adquisición, el futbolista vendió su anterior avión, un Gulfstream G200, un diseño que le costó en su día 22 millones de euros, y que tenía un alto coste de mantenimiento. Para su perfecto disfrute debía tener una tripulación con tres capitanes y dos auxiliares de vuelo. Por ello, una empresa gestionaba su alquiler a precios muy elevados - entre 6.000 y 10.000 euros la hora- cuando él no tenía que usarlo.