Un mito sobre raíles

Desde que echó a andar por las vías de Europa, el Orient-Express ha inspirado una decena de películas, más del doble de libros y hasta un ‘foxtrot’. Te invitamos a subirte a él y, recordar en el más elegante de los trenes que de París a Estambul cruzan el continente, el viaje en el que Agatha Christie embarcó a astros de la pantalla como Lauren Bacal, Ingrid Bergman o Sean Connery.

by hola.com

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“El tren de los reyes y el rey de los trenes” o “la alfombra mágica hacia Oriente”. Con frases de este corte definieron los cronistas de la época al Orient-Express cuando, llevando a bordo a la flor y nata de la sociedad del momento, partió de la parisina Gare de Strasbourg en su viaje inaugural, allá por 1883. Aristócratas, artistas, multimillonarios y hasta espías formaron parte del extravagante elenco de pasajeros que, rodeados de todas las comodidades que permitían aquellos días, viajaron en él rumbo a Estambul en su época dorada de los años 20 y 30. Fue entonces cuando el expreso protagonizó peripecias tan sonadas como cuando unos asaltantes tomaron rehenes entre su ilustre pasaje o cuando, en otra ocasión, éstos, bloqueados durante días por la nieve en mitad de la nada, tuvieron que alimentarse dando caza a los lobos que merodeaban entre las vías.

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Este último episodio inspiró ‘Asesinato en el Orient-Express’, la novela de Agatha Christie que, en el 74, se convertiría en la película más célebre de las muchas que ha auspiciado este tren instalado en el olimpo de los mitos tanto en la ficción como en la vida real. Interpretada por astros de la pantalla como Lauren Bacall, Ingrid Bergman, Sean Connery, Anthony Perkins, Vanessa Redgrave, Jacqueline Bisset y Richard Widmark, no es extraño que el eslogan con el que se promocionara rezara: “El mayor reparto de personajes sospechosos que hayan sido involucrados en un asesinato”. Y es que en esta ocasión Hércules Poirot, el detective fetiche de la escritora, tenía ante sí el dilema de descubrir entre un buen puñado de potenciales culpables –y todos con un buen motivo–, al asesino de uno de los pasajeros del Orient-Express, varado por la nieve al poco de salir de Estambul.

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Esta ciudad, con sus geografías presididas por los minaretes lanzados al cielo desde sus mil y una mezquitas y su monumentalidad a orillas del estrecho del Bósforo, aparece en todo su esplendor al comienzo del filme, donde incluso se recrean algunas escenas del Hotel Pera Palas, construido a finales del XIX expresamente para los pasajeros de este lujoso tren y cuya habitación 411, en la que se rumorea que Agatha Christie pudiera haber escrito el primer borrador de Asesinato en el Orient Express, sigue hoy llevando el nombre de la autora. Por el contrario, las escenas del interior del tren fueron rodadas en un estudio en Inglaterra. En los setenta, aunque el expreso seguía funcionando, no era ya sombra de lo que fue y en ningún caso sus vagones habrían podido emular el glamour de los años treinta que recreaba la película.

La decadencia de esta gran dama comenzó con la Segunda Guerra Mundial. La Europa desolada que asomaba del otro lado de sus ventanillas daba entonces poco pie a la frivolidad y el derroche que lo habían hecho famoso. Además, las fronteras de la Guerra Fría se volvieron hostiles para los viajes en tren y, para colmo, el avión le fue ganando a éstos poco a poco la batalla, por lo que sus cada vez más ajados coches-cama acabaron desmantelándose o transportando a humildes trabajadores en busca de oportunidades hasta que el servicio entre París y Estambul quedó definitivamente suspendido en 1977. Meses después, sin embargo, el empresario norteamericano James Sherwood adquiría en una subasta en Montecarlo dos de sus antiguos vagones y, junto con su esposa, se embarcaba en la aventura de poner el expreso de nuevo en marcha para viajeros pudientes con ganas de vivir una experiencia única.

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Así, comenzaron a localizar por todo el mundo otros vagones de época con los que armar de nuevo el tren, restaurando las marqueterías de Nelson, René Prou y Morison, los cristales de Lalique o los paneles de caoba y lacados chinescos que hoy vuelven a lucir los elegantísimos coches-restaurante del hoy llamado Venice Simplon-Orient-Express, que arrancó su nueva andadura en 1982. Desde entonces éste traza infinidad de itinerarios por el corazón de Europa, pudiendo subir a bordo desde apenas unas horas hasta cerca de una semana en la que, como en la película, se suceden las cenas de gala, las románticas veladas junto al piano o la hora del té, servida en la intimidad de una cabina exacta a la de antaño, mientras por sus ventanales van desfilando algunos de los paisajes más espectaculares del viejo continente.

Solo una vez al año, para unas decenas de afortunados con casi siempre algo muy importante que celebrar, el Orient-Express vuelve a trazar su itinerario legendario entre París y Estambul. Eso sí, los tiempos han cambiado. Su máquina ya no funciona a vapor y desde luego no podrá encenderse un puro, como hacía en la película el villano Ratchett poco antes de morir, porque a bordo no se fuma. Lo que sí sigue igual es la elegancia de sus dependencias, la excepcional cocina y el servicio personalizado con el que se mima a los pasajeros, y esos aires de la belle époque que lo convierten en un escenario nostálgico y verdaderamente único.

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GUÍA PRÁCTICA

Cómo llegar
Dado los muchos itinerarios que traza hoy el Venice Simplon-Orient-Express, el tren se puede tomar en un sinfín de ciudades. Las tarifas de los vuelos pueden compararse en portales como Rumbo. Agencias especializadas en viajes de lujo como Upper Class o Atlántida Viatges lo incluyen en su programación.

Cuándo ir
El tren opera entre marzo y noviembre.

Dónde dormir
Muchos de los itinerarios del tren incluyen una o más noches a bordo. Cada compartimento tiene un pequeño sofá que, tras la cena, el personal transforma en habitación, generalmente con dos literas. Si se tiene la fortuna de hacer su trayecto legendario entre París y Estambul, en esta última habrá que alojarse en el Pera Palas, construido en 1892 para alojar a los viajeros del Orient-Express, ya que la ciudad no contaba por entonces con establecimientos a la altura. Tras años de decadencia, ha sido remozado y reinaugurado por todo lo alto en septiembre de 2010.

Dónde comer
En el precio del trayecto que se elija están incluidas las comidas a bordo. En las tres cocinas del tren, de apenas 13 m2 cada una, el chef y sus ayudantes elaboran delicias dignas del mejor restaurante, que se sirven en dos turnos en los coches-restaurante.

La ruta
Además del legendario itinerario París-Estambul, que se hace sólo una vez al año, hay muchas otras rutas entre Londres, París, Venecia, Roma, Viena, Praga, Budapest, Bucarest, Cracovia y Dresden.

No dejes de…
Visitar, en Estambul, sus monumentos señeros: la iglesia –hoy museo– de Santa Sofía, la Mezquita Azul, la de Nurosmaniye o la de Eyüp; realizar un recorrido en barco por el Bósforo, admirar el atardecer sobre el 'Cuerno de Oro' desde las alturas de la Torre de Gálata, probar las delicias de un baño turco en hammams históricos como Cagaloglu y Cemberlitas, entregarse a los regateos del Gran Bazar y el Bazar Egipcio o tomar un té en hoteles míticos como el Pera Palas y el Çiragan Palace, o en las terrazas de barrios del encanto de Ortaköy.

Más información
Orient-Express, Turismo de Turquía.

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