Anticoncepción de emergencia: la píldora del día después

El doctor Eduardo Junco Anós nos habla acerca de este método para evitar embarazos no deseados

Por hola.com

Controlar la natalidad es uno de los grandes retos del hombre moderno. En contra de lo que pueda parecer y existiendo la inmensa variedad de métodos anticonceptivos que existen, todavía y hasta la fecha se siguen produciendo una gran cantidad de embarazos no deseados. Sigmund Freud dijo hace tiempo: "No se puede negar que las medidas anticonceptivas se convierten en una necesidad, y sería uno de los mayores triunfos de la humanidad elevar la procreación al nivel de un acto voluntario".

Las últimas cifras que sobre este problema de Salud Pública existen en España, nos muestran un panorama desolador. Cada vez son más los embarazos no deseados y cada vez más las interrupciones voluntarias del embarazo (IVE). Y son las mujeres jóvenes y las adolescentes las que más abortan, habiéndose reducido de manera importante la edad media para abortar en nuestro país en los últimos años. En la última década las tasas de IVE han aumentado en todos los grupos de edad, preferentemente en el grupo de 20 a 24 años, seguido del de menores de 20 años (registro de IVE del Ministerio de Sanidad y Consumo 2004).

Son muchos los cambios que la práctica médica ha experimentado en los últimos 30 o 40 años, pero el punto de inflexión entre la medicina actual y la que se practicaba entonces es sin lugar a dudas el reconocimiento de la autonomía del paciente. El paternalismo histórico que impregnaba la práctica médica ha ido cediendo ante una visión global y holística de la salud, donde el paciente deja de ser un mero espectador para pasar a formar parte activa de su salud y del proceso de curación. El médico debe, por tanto, informar, explicar y resolver las dudas que respecto a un problema concreto de salud pueda tener un paciente. No se limitará tan sólo a ordenar un tratamiento sin más y sin explicaciones de ningún tipo y, en muchas ocasiones, habrá de sobreponerse a su criterio moral, religioso o personal para ejercer la medicina científica y ética. El médico actual debe respetar, por tanto, la autonomía del paciente y sus derechos fundamentales como individuo independiente, participando con él de un complejo proceso de intercambio que deberá concluir con la prueba diagnóstica, el proceso terapéutico o la indicación farmacológica necesaria.

La anticoncepción de emergencia (AE) es una forma urgente de actuación que sirve para evitar un embarazo no deseado en los casos en que se produzca el fallo del método anticonceptivo habitual o se mantengan relaciones sexuales sin la utilización de método anticonceptivo alguno. Es mucha la información sesgada y negativa que existe en torno al uso de la AE y lo cierto es que las evidencias entorno a los últimos preparados de levonorgestrel la muestran como una opción segura, con escasos y leves efectos adversos, además de fiable y eficaz si se aplica de manera correcta y, sobre todo, en el momento justo. Ni que decir tiene que resultan absolutamente incongruentes y fuera de lugar las voces que acusan al método de ser abortivo, existiendo las suficientes evidencias de su acción exclusivamente anticonceptiva, siendo un medicamento inocuo para el embrión en cualquier estadio de su desarrollo y actuando tan sólo en el caso de que no se haya producido la implantación.