Escritora y divulgadora©Elsa Punset

Entrevista

Elsa Punset: ‘Tendemos a sobreproteger a los niños en lo físico y a abandonarlos en lo digital’

¿Qué límites debemos poner a nuestros hijos en lo que al uso de las pantallas se refiere? ¿Cómo protegerlos de los riesgos a los que se exponen cuando acceden a Internet?

Proteger a los menores de edad de los riesgos que entraña Internet es esencial. La sociedad es cada vez más consciente de ello y se reclaman medidas para hacerlo; lo piden las familias y lo piden profesionales médicos y de la enseñanza. La cuestión es cómo. Para intentar dar respuesta a este interrogante, hablamos con la reconocida escritora y divulgadora Elsa Punset, que acaba de publicar un libro sobre el uso responsable de las redes dirigido a los niños: Los atrevidos en la isla de los Nimóviles (Beascoa). “Las niñas y niños de esta generación son los conejillos de Indias de una de las tecnologías más rápidas y potentes de los últimos siglos”, nos dice. ¿Cómo, entonces, ayudarles a utilizarla de manera correcta? ¿Qué límites debemos ponerles? ¿Es la prohibición del móvil una solución? La autora aclara todas estas dudas.

En ‘Los Atrevidos en la isla de los Nimóviles’, los protagonistas, Alexia y Tasi, están tan ensimismados con sus pantallas que no escuchan las llamadas de su perro, Rocky; ¿cómo abstrae a los niños el acceso sin limitación a las nuevas tecnologías?

Hablamos de una tecnología que no solo es divertida y atractiva, sino también adictiva: nos engancha porque nos entretiene y altera la química del cerebro. ¡Es una tecnología que atrapa la atención! Te predispone a querer más tecnología, más validación social, más recompensas, más estímulos… lo que sea, está allí, gratis e inagotable. El cerebro humano es muy sensible a las descargas de dopamina, y eso nos produce a todos una sensación pasajera y adictiva de bienestar. Pero un niño pequeño no está fisiológicamente preparado para resistir la tentación de sacar su movil y entretenerse. No tiene una corteza frontal madura que le ayude a gestionar esas tentaciones. Por eso no podemos abandonarlo allí.

¿Qué relación hay entre el uso de las pantallas con el desarrollo de la inteligencia emocional de los niños?

La inteligencia emocional depende de nuestra capacidad para reconocer y gestionar nuestras emociones, para motivarnos y para interactuar con las emociones de los demás. Para ello, contamos con el mecanismo humano innato de la empatía- es decir, la capacidad de ponerse en el lugar de otra persona, de sentirla-. Uno de los problemas que tenemos con el uso de la tecnología es que nos cuesta más empatizar cuando no podemos ver o sentir al otro. Es algo fisiológico, estamos programados para empatizar en persona, mirándonos y sintiéndonos… y nos cuesta más hacerlo con pantalla interpuesta. Esos dos pilares de la inteligencia emocional- la empatía y la capacidad de relacionarnos con los demás- se ven muy afectadas por el abuso de la tecnología.

¿Qué pautas debemos darles para que utilicen las pantallas y las nuevas tecnologías de manera razonable?

Es importante educarlos hablando con regularidad y naturalidad de lo que supone acceder a internet, es decir, que sepan que los dispositivos multimedia no son juguetes y deben manejarse con cuidado… discutir los muchos beneficios de la tecnología, así como sus riesgos, y la importancia de respetar la privacidad y proteger la información personal de manera apropiada para su edad. Estas conversaciones deben ir evolucionando a medida que nuestras hijas e hijos crecen.

El adulto es el modelo, así que algunas de las cosas que podemos hacer es compartir momentos con tu hijo alejados del móvil, disfrutando de una atención plena sin distracciones o interrupciones; enseñar a tu hija el consentimiento en el uso de la tecnología- pide permiso para hacerles una foto y para compartirla… “¿Puedo hacerle una foto a tu dibujo y enviárselo a la abuela?”… No usar el móvil cuando estás con tu hijo, a menos que sea por algo relevante -“tengo que enviar un correo al trabajo”, “tengo que asegurarme de que el abuelo se encuentra mejor”…- ¡Estamos constantemente distraídos por la tecnología! Es importante generar espacios de atención plena sin interrupciones constantes.

Otra forma de entrenar a nuestros hijos en el uso equilibrado de la tecnología es usarla con ellos de forma sana, para conectarse con la familia, hacer música, aprender idiomas, usar Google Earth para “viajar” por el mundo…

Es en sus dos primeras décadas de vida cuando los niños aprenden buenos hábitos de consumo digital, que les durarán toda la vida. ¿Y cómo aprenden los niños? Aprenden observando lo que les rodea, por tanto es fundamental que los educadores sean buenos modelos en el uso de la tecnología. Y eso a menudo nos obliga a cuestionarnos y a hacer el esfuerzo de aprender nuevos hábitos, para que nuestros hijos tengan esa referencia tan importante.

Si decimos una cosa pero hacemos otra, nos imitarán en lo que hacemos de verdad: en lo que hacemos, no en lo que decimos. ¡Es una enorme responsabilidad, porque educar a un hijo empieza, a veces, por reeducarte a ti mismo!

De Elsa Punset©Beascoa

¿Cómo debemos protegerlos de peligros a los que se exponen con las nuevas tecnologías (robo de identidad y de datos personales, que adultos se pongan en contacto con ellos con fines subversivos…)

Dicen los estudios que los padres ni se imaginan a lo que se enfrentan sus hijos e hijas en las redes: la avalancha de pornografía, la desinformación, los retos virales peligrosos, la violencia, las horas perdidas viendo contenidos sin interés, la exposición- sobre todo de las niñas- al acoso machista y a los prejuicios… Es mucha fealdad y agresividad para mentes muy jóvenes. Es lógico que internet y las redes sociales estén afectando seriamente la salud de nuestros niños y jóvenes. Serían de piedra si todo eso no les afectase. No podemos mirar hacia otro lado. Ahora mismo, tendemos a sobreproteger a los niños en lo físico, y a abandonarlos en lo digital.

¿Y ante el mensaje de perfección que transmiten las redes sociales a través de ‘influencers’ que exponen vidas irreales?

Los humanos siempre tendemos a compararnos con las personas que nos rodean. Pero hasta hace poco tiempo, te comparabas con las personas que te rodeaban, y esas personas tendían a vivir como tú y a parecerse a ti. Ahora nos comparamos con personas de todo el mundo- ¡la competición es feroz!- y además con personas a las que solo ves en las redes y que por tanto pueden elegir qué imagen quieren proyectar. A menudo, efectivamente, esa imagen o ese mensaje son irreales, pero genera en los espectadores lo que los psicólogos llaman síndrome de insignificancia. Afecta a todos, pero sabemos que es particularmente dañino para la salud mental de nuestras hijas.

 

¿Es posible ayudarles a crecer con una sana autoestima y salud mental ante esta exposición constante tanto propia como de los mensajes que reciben?

Pienso que la clave está en equilibrar el uso de la tecnología con aquello que nos hace humanos: la necesidad de socializar, de ver y tocar, de sentir, de soñar, de aburrirnos, incluso, porque es cuando el cerebro se vuelve creativo… En este sentido, la tecnología nos transforma en consumidores voraces, pero a menudo pasivos. Hay que educar tocando todos los sentidos y un amplio abanico de valores, entrenar la perseverancia, el optimismo, la autoestima, la capacidad de ayudar a los demás… ¡no solo cuentan la diversión y el entretenimiento!

¿Deben los niños tener móvil propio?

Depende de su edad, pero está claro que si eres padre o madre, te vas a enfrentar al consabido “pero si todos mis amigos tienen móvil!”. Los humanos somos seres muy sociales, y tenemos un sesgo innato que nos lleva a imitar a los demás y hacer lo que la mayoría hace. Así que vas a tener que resistir esa presión si, datos en mano, piensas que tu hijo puede no estar maduro para tener un móvil. ¡Y eso va a requerir un esfuerzo repetido que a veces resulta agotador!

Pacta un uso equilibrado del móvil con tus hijos… pero hazlo con mano izquierda: infórmate bien, evita prejuicios sobre la tecnología, habla con el resto de la comunidad educativa para intentar lograr consensos, propón y pacta con tu hija o hijo límites razonables, y ofrece a cambio tiempo de calidad sin tecnología: tiempo para cocinar juntos, para pasar tiempo en la naturaleza, para pintar, hacer música, conversar, organizar reuniones en casa, ocuparse de la mascota… tiempo para aprender lo que requiere una vida y unas relaciones humanas vividas con los cinco sentidos, y no solo a través de una pantalla. ¡Espero dar algunas buenas ideas en este sentido en el nuevo cuento de Los atrevidos!

Cada vez es más común que los colegios sustituyan los libros de texto por tablets; ¿es una medida acertada?

Creo que hay que responder con datos en la mano. Las tabletas pueden ser útiles para muchas tareas, pero también sabemos que los alumnos de 15 años lectores en papel mejoran su comprensión lectora tres veces más que los que solo leen libros digitales. Son datos del Informe Pisa. Por otra parte, sabemos que en las escuelas los niños y niñas miran sus teléfonos a menudo, se envían mensajes entre ellos, pierden fácilmente la atención y la concentración, y sabemos también a ciencia cierta que los móviles alteran la calidad de sus relaciones sociales… así que no hay que demonizar la tecnología, pero hay que equilibrar su uso, y entrenar buenos hábitos digitales en los niños.

¿Debemos los padres incluir la educación tecnológica en la crianza?

¡Por supuesto! Forma parte de la responsabilidad que tenemos como educadores. ¡Las niñas y niños de esta generación son los conejillos de Indias de una de las tecnologías más rápidas y potentes de los últimos siglos! ¿Cómo les ayudamos? Pues por una parte, poniendo los límites adecuados a cada edad, y también enseñándoles directamente hábitos tecnológicos sanos a lo largo de toda su infancia. ¿Por qué íbamos a educar en todo, menos en el uso de la tecnología?

Más allá de los riesgos asociados a las pantallas, ¿podríamos hablar de algún beneficio que reporten al desarrollo de los niños?

El problema no es la tecnología en sí, es cómo se usa, o más bien, cómo se abusa de ella. Cuando se utiliza de forma equilibrada, hay estudios que encuentran un incremento de desarrollo cognitivo y social, pero esa asociación se da cuando el niño o niña no usa la tecnología más de 30 minutos al día. ¡Sin embargo, sabemos que los niños pasan mucho más tiempo en el mundo digital! En general, pasan hasta 4 horas al día frente a una pantalla cuando salen del aula.

Cuando se usa excesivamente, a edades tempranas, los estudios muestran que el uso de pantallas puede tener un impacto inesperado en los niños pequeños: menos apertura a experiencias nuevas, mayor inestabilidad emocional, comportamientos impulsivos y dificultad de concentración. En general, una infancia basada en mucho tiempo centrado en las pantallas interfiere con el desarrollo físico, cognitivo y social del niño, porque le quita tiempo fundamental para dormir, jugar y socializar en persona, además de causar adicción y, cuando empiezan a usar las redes sociales, los niños sufren por comparaciones sociales en las que siempre salen perdiendo. Esto último vemos que afecta de forma especial a las niñas.

¿Debemos poner un límite de edad para que los menores tengan un móvil propio?

La tecnología es un extraordinario amplificador y facilitador de imágenes e ideas, pero cuando eres pequeño, puedes aprender a ser humano sin tocar un solo móvil. Así todo, como la tecnología está en todas partes y está aquí para quedarse, no toca prohibir, pienso que no toca regular y limitar, para que en función de tu edad y tu madurez puedas disfrutar de las indudables ventajas de la tecnología. Como decíamos hace un momento, no tiene nada que ver ser un adulto de 25 años con una corteza cerebral madura, que te permite- ¡aunque nos cuesta a todos!- resistirte a los cantos de sirena de los móviles, que un niño pequeño atrapado por una pantalla y sin los recursos emocionales y cognitivos necesarios para limitar el uso del móvil, para comprender la información que ve ni para evitar determinadas trampas. Ese niño, esa niña, necesitan adultos y entornos educativos responsables que pongan esos límites por ellos.

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