Si las editoras de ¡HOLA! nos casáramos ahora, esto es lo que cambiaríamos de nuestras bodas

Si diéramos el 'sí quiero' este 2024, haríamos alguna cosa de manera diferente

Por Paula Callejo

Debo confesar que, año y medio después, pienso más de lo que debería en mi boda y en cómo sería si me casara este año, algo que no resulta extraño ya que estoy expuesta a diario a numerosas fuentes de inspiración ya que mi día a día es analizar bodas y grandes fiestas. Por eso, he querido contar con mis compañeras de ¡HOLA! para hacerles la misma pregunta y ver si, como yo, tienen una lista de cosas que cambiarían. Lo primero, tengo que decir que para mí, aquel 1 de julio de 2022 fue, sin duda, el más bonito y especial de mi vida, y creo que salió todo perfecto, mucho mejor de lo esperado, por lo que no cambiaría nada ni de la organización ni de los proveedores. Muchas de mis amigas coinciden en que se relajarían más con los preparativos, en cambio yo, que tengo una personalidad muy organizada y un pelín controladora, disfruté mucho de cada momento previo junto a mi familia y mi futuro marido a pesar de la presión. ¿Qué cambiaría entonces y qué harían mis compañeras? Te lo cuento.

Paula Callejo

Como digo, el estar tan en contacto con el mundo de la moda y el sector nupcial hace que me enamore aproximadamente cada día de 20 vestidos, 30 peinados, 40 invitaciones, 50 zapatos y 60 ramos diferentes, lo que me hace replantearme todo de mi boda -excepto el novio-. Bromas aparte, me gusta tantísimo este sector y soy tan fan de las últimas tendencias que me encantaría casarme cada año para optar por una estética diferente.

Por ejemplo, con respecto al vestido, tengo claro que si lo eligiera en 2024 no llevaría el mismo que en 2022, no porque no me encante -es un sueño y creo que me representa al 200%-, sino porque me he empapado de tanta inspiración desde entonces que tengo muchas nuevas ideas en la cabeza. Eso sí, estoy segura de que volvería a elegir a Cristina de Valenzuela como diseñadora, porque el feeling y la conexión sí que no cambia por mucho que pasen los años, y también sé que nunca optaría por un look minimalista, porque, por mucho que me encanten las novias sencillas y clásicas, sé que no es mi estilo. Sin duda, seguiría fiel a los volúmenes y las mangas especiales, pero seguro que a Cristina y a mí se nos ocurriría algo nuevo y diferente, "más 2024". 

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A nivel práctico, creo que todo salió perfecto, la verdad es que lo tenía todo atado al detalle y había delegado en personas de mi confianza para los aspectos organizativos. Lo único que cambiaría y que quizás puede servirles a otras novias como idea es que en la iglesia (Los Jerónimos de Madrid) no llamaron a los testigos a firmar, desde la pandemia solo pasan el papel a los novios y padrinos, y me dio pena perder ese momento de darles protagonismo a nuestros familiares y amigos más cercanos. Mi amiga Mónica, que se casó unos meses después, llevó su propio libro, el cual los testigos nos subimos al atril a firmar aunque fuera algo "extraoficial", lo que me parece una gran idea, porque nosotros tuvimos nuestra foto especial dejándoles el mensaje y ellos se llevaron ese recuerdo precioso a casa. Sin duda, lo copiaría si me diera el 'sí, quiero' este año.

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Mariana Chacón

Me casé el pasado 10 de junio, es decir, todavía no pienso en ese día con la perspectiva que te da el tiempo. Aunque no me hace falta reflexionar demasiado para encontrar la primera cosa que cambiaría: no agobiarme tanto con los preparativos. Que si las invitaciones están tardando demasiado, todavía no he elegido a los testigos, tengo que escribir a tal o cual proveedor, no sé si a los invitados les va a gustar este aperitivo, ya debería ir reservando hora en la pelu (medio año antes)... 

En mi experiencia todo acaba saliendo bien y ese estrés fue totalmente innecesario; siempre y cuando estés más o menos pendiente de que las cosas van hacia delante, a mí me hubiera gustado relajarme un poco y disfrutar del proceso. ¿La segunda? Evitar los tacones altos en la preboda. Si eres como yo y aguantas bien los stilettos solo un día, que sea el de la boda. Yo no lo pensé y me levanté con la planta del pie dolorida, aunque la solución fue tan fácil como calzarme mis alpargatas de cuña mucho antes del baile: nadie se dio cuenta y yo estaba feliz y mucho más sonriente. 

Elisa García-Faya

Quique y yo nos casamos el 3 de octubre de 2020 en la Iglesia de San Juan de Amandi, en Asturias, y la celebración se hizo en el Castillo de Selorio. Soy de la opinión de que todo sale a pedir de boca cuando se hace con ilusión y, por eso, creo que no cambiaría nada de aquel día. Si me volviese a casar, contaría con una persona que el día de la celebración estuviese pendiente de que se siguiese un guion, aunque me mantendría firme en mi decisión de no coger wedding planner, porque disfruté mucho de organizarlo todo con mi marido y mi madre.

En mi caso, faltó una canción a la Santina muy importante para mí en la Iglesia; y no había micrófonos en las mesas durante la comida para quienes tenían un discurso preparado, por ejemplo. Esta persona podría haberse encargado de estos detalles. También me habría gustado confiar más en mi criterio. Me encantan las tradiciones y considero que, muchas veces, nos dejamos llevar por "lo que se lleva ahora". Habría hecho una lista con mis ideas más detallada y habría mantenido la tarta nupcial y otras costumbres de las bodas de antaño como tirar el ramo. En fin, pequeñas cosas que se están dejando de ver y da pena perder. De cualquier forma, me reitero en la opinión de que todo sale siempre bien porque no hay fecha más bonita para una pareja que la espera con cariño

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Regina Navarro

Si en lugar de dar el ‘sí, quiero’ a Miguel en junio de 2019 lo hubiera hecho en 2024, con la experiencia que tengo ahora, habría reducido el tiempo de las fotos. Es cierto que tenemos unas instantáneas preciosas que me gusta mirar de cuando en cuando, pero creo que no es necesario tener tantas. Nos perdimos prácticamente todo el cóctel y no tuvimos tiempo de disfrutar tanto rato como nos hubiera gustado con nuestros invitados -aunque, por suerte, luego pudimos saludarnos a todos antes de los postres y disfrutar con ellos durante la fiesta-. 

Otra de las cosas que cambiaría es mi vestido. No quiero que nadie me malinterprete. Me encanta el diseño que me hizo Sara García, directora creativa de Impúribus, y me representaba al cien por cien en ese momento. Pero con el tiempo todos evolucionamos. Lo hacen nuestros gustos, necesidades… Mantendría la espalda abierta -¡me encantan esas espaldas pronunciadas!- y tal vez el detalle de la tira bordada que lo adornaba. Pero reemplazaría las mangas, por unas un poco más largas, aunque de tejido liviano -en junio en Albacete, mi tierra, lo normal es que haga calor-, y quitaría la cinta rosa que adornaba la cintura.

También he reflexionado mucho sobre si volvería a optar por un diseño a medida o si elegiría uno de colección personalizado y la verdad es que me gustan tanto las últimas colecciones nupciales que Merche Segarra ha planteado para Jesús Peiró que creó que me decantaría por una de sus propuestas. Del resto creo que no cambiaría nada. Miguel y yo organizamos una boda sencilla, cuidada, pero con detalles que la hacían muy nuestra. Y ahora, casi cinco años después, recuerdo ese día con tanto cariño que, salvo esos apuntes, todo lo demás tal como fue.