Entrevista

¿Es malo ser una persona frágil?

Ser frágil no es malo pero puede haber personas que encuentren dificultades en gestionar algunas emociones que les abruman. Te enseñamos a convertir tus vulnerabilidades en tus aliadas

Por Nuria Safont

Hay personas que sienten las emociones con una mayor intensidad y pueden sentirse abrumadas por ellas. Pero, ¿ser frágil es malo? El psicólogo Miguel Ángel Rizaldos, que cuenta con más de treinta años de experiencia, habla claro de la fragilidad y nos explica que tener esta característica no tiene por qué ser algo negativo. De hecho, podemos aliarnos con este rasgo y hacer de la vulnerabilidad una aliada. Hemos hablado con este experto y, además, te proponemos hacer un test de personalidad que te puede ayudar a sospechar si eres una persona frágil. En esta entrevista con este experto en psicología descubrimos qué es la fragilidad y cómo podemos aliarnos con nuestras vulnerabilidades. 

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¿Cómo se define la fragilidad?

La fragilidad, entendida desde lo físico, es la capacidad que tienen determinados materiales de romperse debido a su escasa o nula posibilidad de deformación.

La fragilidad psicológica, por su parte, se identifica cuando una persona se ve superada por unas circunstancias adversas que pueden llevarla a romperse, ya que queda desbordada por sus emociones negativas. Además de en esas circunstancias adversas, hay algunas personas que mantienen constantemente una fragilidad emocional. 

En este mi segundo libro ¿Ser frágil es malo? (Ed. Plataforma Editorial) hablo de las fragilidades que con mayor frecuencia veo en consulta; pensar demasiado, timidez y vergüenza, alta sensibilidad, perfeccionismo, impulsividad, dependencia emocional, Inseguridad y falta de confianza en uno mismo, indefensión aprendida, el duelo, ansiedad y estrés, quemado en el trabajo y síndrome del impostor.

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¿Cómo se manifiesta esta fragilidad?

Suelen estar instaladas en una actitud de queja y victimismo que las inmoviliza, las impide transitar hacia la aceptación, avanzar y colocarse ante la vida en otro lugar que les permita aprender en todos los ámbitos. Son esas personas que están constantemente quejándose y culpabilizando a los otros por sus problemas, errores, frustraciones y fracasos.

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¿Es posible que una persona sea frágil, pero muestre una apariencia externa de fortaleza?

Sí, no todo lo que vemos es lo que es. Es decir, hay personas que no muestran vulnerabilidad porque consideran que esto les haría ser más débiles. Cuando sentimos emociones negativas luchamos por cambiarlas, cuando lo más sano que podemos hacer, y en realidad la única salida, es aceptarlas. Cuando las negamos o rechazamos, se enquistan. 

No hay que confundir fragilidad con sentir emociones negativas. Un estudio de la Universidad de California publicado en 2012 demostró que reconocer una emoción negativa con nuestras propias palabras puede reducir la intensidad de esa misma emoción. 

Así, reconocer nuestra fragilidad, nuestra vergüenza, miedo o nerviosismo es una de las formas más sencillas de tranquilizarnos y sentirnos mejor.

¿Cómo puede afectar la fragilidad a diferentes aspectos de la vida, como la independencia y la calidad de vida?

Deseo insistir en la idea de que no se trata de no ser frágil, sino de saber que la fragilidad forma parte de ti y que somos lo que somos gracias a nuestras fortalezas y nuestras vulnerabilidades. Hay que dejar sentirse mal pues es el punto de inflexión para poder sentirse mejor. Pretender estar continuamente bien no es realista; de hecho, vas a sentirte peor. Desde la psicología tenemos intervenciones muy eficaces para gestionar tus emociones negativas y tu fragilidad. En el libro tienes las herramientas para poder hacerlo de manera práctica y fácil.

Este libro será de ayuda para las personas que están sufriendo por sentirse vulnerables y para aquellas que, aunque no están desbordadas por las emociones negativas, quieren aumentar su bienestar. A un lado o a otro solemos estar prácticamente todos, por lo que considero que será de gran
ayuda para una parte amplia de la población.

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¿Cuáles son las dificultades o desafíos más comunes?

Desde 2020, por la pandemia, se ha hecho más evidente aún nuestra dificultad para lidiar con las emociones negativas y con la fragilidad. Nuestra manera de relacionarnos con nuestro mundo interior lo define todo: hace que podamos cumplir nuestros valores, influye en nuestro trato con los demás, en nuestra salud física y emocional; en definitiva, en todos los aspectos de la vida. No existe en la escuela ni en la sociedad recursos que ayuden a niños y a adultos a desarrollar esa destreza interna que nos enseñe a ser hábiles emocionalmente en este mundo complicado e inestable.

¿La fragilidad afecta de manera diferente a diferentes grupos de edad?

Los padres intentamos hacer con nuestros hijos como mejor podemos, lo que hemos aprendido a hacer. Sin embargo, es necesario transmitir a los niños que, a lo largo de la vida, van a sentir emociones positivas, como la felicidad, y emociones incómodas, como la tristeza, el enfado o la rabia, y la mejor manera de enseñarlo es a través del ejemplo. De esta manera, cuando el niño sienta, por ejemplo, tristeza, podrá reconocerla. Es importante que desarrollen la habilidad de etiquetar sus propias emociones y tener muy presente que las emociones son pasajeras y, como vienen, se van.

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¿Cómo influye la fragilidad en la salud mental y emocional de las personas?

Cada persona tiene una fragilidad, si no es consciente de ello y no la enfrenta puede ser un precipitante para que no tenga una sana salud mental. La vida en ocasiones nos desborda, y lo hará por nuestros puntos débiles, nuestras fragilidades.

 

¿Existen medidas preventivas o estrategias para abordar la fragilidad antes de que se convierta en un problema significativo?

Tienes vulnerabilidades, eres frágil, es obvio, eres humano. Es mejor que lo admitas que intentar ocultarlo a toda costa. ¿Por qué? Porque así ya no tendrás que esforzarte en ocultarlo y te quitarás mucha presión de encima.

Además, como la mayoría de las personas saben lo que es pasarlo mal por culpa de la timidez, la vergüenza, el miedo, etc., seguro que empatizan contigo. Como dice la académica Brené Brown, "las imperfecciones no son insuficiencias; son recordatorios de que estamos todos juntos en esto".

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¿En qué situaciones se debe considerar el tratamiento de la fragilidad?

La gestión emocional, la comprensión y aceptación de nuestro inmenso mundo interior es una de las grandes asignaturas pendientes. Ir al psicólogo no es solo para las personas que se encuentran mal, sino también para aquellos que quieren estar mejor. Aun así, hay muchas personas a las que les cuesta dar el paso o, sencillamente, no lo darán nunca. Mostrar nuestra vulnerabilidad y reconocer que tenemos un problema y necesitamos ayuda no es nada fácil.

Aún hoy existe mucho estigma sobre la salud mental. Somos analfabetos en el manejo de nuestras propias emociones, pensamientos y en cómo nos relacionamos  con los demás. Nos formamos en la vida en muchas materias; sin embargo, no lo hacemos en gestionar nuestros propios pensamientos, en lo que sentimos y en la interrelación con los demás. Existe la falsa creencia de que superar los problemas psicológicos es solo cuestión de voluntad y esfuerzo, y pedir ayuda profesional es síntoma de debilidad. Por el contrario, si nos rompemos una pierna, nunca nos planteamos esperar a que se cure sola, acudiremos enseguida al médico.

¿Cómo pueden los familiares y amigos apoyar a las personas frágiles en su entorno?

Podemos acompañar y no prejuzgar, ni hacer juicios de valores. La escucha y la validación del otro cuando expresa su vulnerabilidad es lo que mejor podemos hacer como familiar o amigo. Ser empático no debe ser algo difícil porque todos tenemos alguna fragilidad, aquí no hay nadie infalible. Ser frágil no es malo, ser frágil es humano.

¿Existen mitos o conceptos erróneos comunes sobre la fragilidad que deberían ser aclarados?

Todas las emociones son útiles, incluidas las llamadas negativas. Las denominamos así no porque sean malas sino porque son incómodas o desagradables, pero cada emoción negativa o incómoda tiene un valor. El malestar es el precio que hay que pagar para poder tener una vida plena. Por ejemplo, no podemos enfadarnos por cosas que no nos importan. Cuando nos abrimos a preguntarnos qué nos está diciendo esa emoción que puede ser importante para nosotros, empezamos a encontrar el camino para hacer los cambios que tenemos que hacer en nuestra vida. Reconocer y mostrar tu vulnerabilidad te hace más fuerte.