¿Cómo saber si sufrimos apnea del sueño?

Te explicamos qué es la apnea del sueño, cómo sospechar si la sufres y qué podemos hacer para tratarla

Por JULIA GIRÓN

Dormir mejor por la noche nos hace ser más productivos durante el día. Pero, ¿qué pasa cuando existe un problema como la apnea del sueño que interfiere en nuestro buen descanso? ¿Sabes cómo puede afectar este trastorno respiratorio a tu salud y cuáles son sus consecuencias?

“Aunque existen varios tipos de apnea, la más frecuente es la Apnea Obstructiva del Sueño (OSA, sus siglas en inglés), y se describe como una interrupción transitoria del ciclo respiratorio durante el sueño –suele durar entre 10 y 30 segundos-; provocando una caída abrupta del oxígeno en sangre. La apnea puede ocurrirle a cualquier persona y a cualquier edad (incluso en bebés recién nacidos). Se considera una patología si los eventos respiratorios suceden con excesiva frecuencia (normalmente más de 5-10 apneas por hora). Cuando esto ocurre, no deben infravalorarse sus consecuencias”, explica el Dr. Javier Puertas, coordinador del área de Trastornos del Sueño y Prevención del Instituto Europeo de Calidad del Sueño (ESCI).

Así, la apnea obstructiva del sueño se ha convertido una de las patologías del sueño con mayor impacto –tiene una prevalencia entre un 2-10% de la población- y se da en mayor medida en hombres mayores de 40 años con sobrepeso/obesidad, anormalidades craneofaciales, y se agrava en fumadores y personas que ingieren alcohol habitualmente. También las mujeres con menopausia son un grupo de riesgo.

“Las causas tienen que ver, la mayoría de las veces, con la postura/relajación/peso de la musculatura maxilar, la lengua, el paladar y la laringe; ya que durante el sueño tienden a relajarse produciendo un estrangulamiento físico de la cavidad respiratoria. Esta obstrucción obliga al durmiente a aumentar el esfuerzo respiratorio en cada bocanada –normalmente, se manifiesta como un ronquido fuerte seguido de un silencio en el que se deja de respirar-; lo que se traduce en un sueño superficial y poco reparador. Además, aumenta la presión arterial, baja la oxigenación y se producen pequeños despertares transitorios. Cuando la obstrucción respiratoria no es total, sino parcial, se conoce como hipopnea”, apunta el experto.

No todos los ‘roncadores’ sufren apnea, ni todos los pacientes con apnea roncan

El ronquido y la apnea del sueño son eventos diferentes y, si bien las personas que sufren apneas suelen ser roncadores; roncar no es considerado un problema de salud en sí mismo (aunque sí pueden ser reflejo de algún problema de salud). Sin embargo, la apnea sí puede derivar con el tiempo, según los expertos, en un mayor riesgo cardiovascular /arterioesclerosis, infarto cardiaco, ictus…), desarrollo de diabetes tipo 2 y síndrome metabólico.

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Otras consecuencias importantes son debidas a la somnolencia generada por la mala calidad del sueño. Así, en el terreno laboral, pacientes con apnea/hipopnea sin tratar presentan mayor dificultad en la gestión del tiempo, bajas más prolongadas y menores índices de productividad. También existe una correlación muy alta entre sufrir apnea y accidentes de tráfico y laborales. Algunos estudios señalan que padecer apnea aumenta hasta 10 veces más la probabilidad de sufrir accidentes.

Cómo reconocer los síntomas de la apnea del sueño

“La mayoría de veces la sospecha de apnea viene por parte de la pareja, la cual escucha cada noche cómo su acompañante deja de respirar más de diez segundos y, al cabo de ese tiempo, genera una bocanada enérgica y ruidosa, que repite con frecuencia y de forma cíclica (suele ser más frecuente y de mayor duración en fase de sueño REM). El paciente también puede sospechar por sí mismo, si sabe que ronca y suele notar síntomas claros de somnolencia diurna, por ejemplo, sueño excesivo al volante y en el trabajo, necesidad imperiosa de siestas, etc. También si existe sobrepeso, bajo estado de ánimo, hipertensión, diabetes tipo 2…. Además, si estos síntomas empeoran si ha bebido alcohol o ha fumado la noche anterior puede ser una señal de alarma. Ante estos síntomas el médico de cabecera nos derivará al especialista para realizar una prueba que ayude a descartar esta patología”, explica el Dr. Javier Puertas.

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Apnea del sueño: diagnóstico y tratamiento

El diagnóstico de apnea precisa de un estudio de sueño. La prueba de referencia es la denominada polisomnografía, en la que el paciente es monitorizado durante una noche completa en la unidad de sueño. “En función de los episodios de obstrucción respiratoria registrados por hora, se extrae un índice de hipopneas (AHI). Cuando estos registros muestran más de 5-10 por hora y se reconocen síntomas de somnolencia diurna, el paciente es diagnosticado de síndrome de apnea/hipopnea. Si se detectan más de 30, estaríamos hablando de una apnea grave”.

Una vez diagnosticada la apnea, el tratamiento elegido en la mayoría de casos es el uso de un equipo portátil denominado CPAP (continuous positive airway pressure), un sistema neumático que inyecta aire (a una presión mayor que la atmosférica) hacia las vías respiratorias y que debe usarse cada noche para ayudar al paciente a evitar el colapso de las partes blandas que obstruyen la faringe.

“El uso del CPAP suele tener buena tolerancia y debe diagnosticarse y regularse por médicos especialistas de las unidades de sueño. Otros tratamientos en casos específicos son la ablación de la campanilla, el uso de prótesis y ortesis maxilares, etc. En casos leves, puede mejorar si los pacientes pierden peso, fortalecen la musculatura implicada, dejan de fumar, reeducan su postura al dormir, dejan de beber alcohol y no ingieren benzodiacepinas para dormir”, concluye el experto.