Viajes

Asturias

Entre el mar y la montaña

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Un impresioante valle en el Parque Natural de Somiedo.

Ciudad coqueta y señorial, es una verdadera delicia pasear por sus calles, visitar sus monumentos, acercarse a admirar las joyas arquitectónicas del arte prerrománico (Santa María del Naranco, San Miguel de Lillo, San Julián de los Prados) o degustar una buena representación de los platos asturianos más típicos en cualquiera de los restaurantes y tabernas que salpican la ciudad. Y de nuevo volvemos a buscar el mar para acercarnos a Cudillero, pintoresco pueblecito pesquero que, encaramado a la montaña, mira de frente al Cantábrico. Merece la pena entrar en alguna taberna del puerto y probar los suculentos pescados que ofrecen a los hambrientos turistas, que podrán degustar también, en alguno de los restaurantes que jalonan la costa, unas exquisitas fabes con almejas al tiempo que dejar vagar la mirada por la llamada Playa del Silencio. Y si encantador resulta Cudillero, Luarca, construido sobre un escarpado acantilado, tampoco se queda atrás. Aquí nació Severo Ochoa, nuestro in-signe Premio Nobel, y es uno de los mejores lugares don-de iniciarse en el rito de escanciar y beber sidra, la bebida nacional. Para ello no deje de visitar los llamados chigres o tabernas típicas asturianas.
Y ya dentro de la comarca del Navia, con una rica cultura celta, se siguen sucedienndo paisajes increíbles en los que realizar una parada de rigor, así como pueblecitos (Viavélez, en el concejo de El Franco) donde el tiempo parece haberse detenido. Y al final del viaje, un sólo deseo: volver a Asturias.

Prohibida su reproducción total o parcial. ©2006 Hola, S.A.

  

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