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1. SAX

En la comarca del Alto Vinalopó, otro descubrimiento, este pueblo situado sobre una escarpada cresta caliza coronada por un hermoso castillo roquero de planta alargada y dos torres, una de época almohade y la del homenaje, de 20 metros de altura. De origen árabe es el casco histórico, con calles abrazadas a la peña y adaptadas a las curvas, como la del Ciervo y del Peligro, la ermita de San Blas y magníficos edificios jalonando la calle Mayor. Singular es la antigua colonia agrícola Santa Eulalia, del siglo XIX.

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2. ALTEA

Ocho kilómetros de playas, calas y acantilados se suceden en la costa de Altea, pero no es esa su imagen más conocida, sino la de su casco antiguo blanquísimo de sabor morisco apretado alrededor de la iglesia de Nuestra Señora del Consuelo, con su cúpula de tejas azules vidriadas deslumbrando sobre la bahía. Ya de cerca, no puede ser más agradable el paseo por sus callejuelas empinadas, asomándonos a sus miradores, entrando en sus galerías de arte o sentándonos en las terrazas de sus restaurantes en encantadores rincones.

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3. CALPE

El santo y seña de Calpe es el peñón de Ifach, el acantilado más alto del Mediterráneo, que está ahí al lado y tienta a los senderistas a subir a sus 332 metros de altura. No es difícil, porque un sendero bien marcado lleva hasta su cumbre para contemplar una vista espectacular que abarca casi 50 kilómetros de la Costa Blanca. Para los más tranquilos, a sus pies está la playa Arenal-Bol –donde se ven unas termas y los restos de una factoría romana de garum– y para los que llegan buscando disfrutar de la gastronomía, los restaurantes de su puerto pesquero y con estrella Michelin, buena prueba de que por aquí se come muy bien, porque pocas localidades españolas tan pequeñas llegan a su nivel.

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4. POLOP DE LA MARINA

En el interior, pero muy cerca de Benidorm, encontramos esta localidad situada sobre un cerro y rodeando su castillo de origen musulmán que tiene su historia y de la que hablan los restos de la antigua muralla medieval, la iglesia de San Pedro Apóstol y el santuario de la Divina Aurora. Dos lugares que no hay que perderse también, la Fuente de los Chorros, declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, y la casa museo del escritor alicantino Gabriel Miró. Y, más allá, las rutas senderistas que acercan al barranco de Xirles, al de la Rubia o al salto er l’Almasere.

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5. JÁVEA

Difícil apartar la mirada del mar en Jávea, porque todo se centra en él: descubrir su bonita cala de la Granadella, sentarse en sus chiringuitos, pasear por su casco antiguo y el barrio marinero o hacer la ruta de los miradores viendo como las montañas se zambullen en el Mediterráneo entre el macizo del Montgó hasta el cabo de la Nao. Para rematar con el mejor sabor de boca hay que pasarse por el Mercado Municipal y sentarse en alguno de sus restaurantes más reconocidos, como Embruix (embruix.es), Tula (tularestaurante.com) o Sileno Gastrobar.

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6. VILLENA

Como población fronteriza, Villena tiene su castillo de la Atalaya, que toma asiento en lo alto desde el siglo XII y es todo un referente por su monumentalidad y estado de conservación. Tiene un doble recinto amurallado, con una sobresaliente torre del homenaje y desde sus muros se obtiene una de las mejores panorámicas de esta localidad alicantina. A sus pies y rodeada de extensos campos de cultivo está la ciudad, conjunto histórico en el que no debemos perdernos el palacio municipal, las iglesias de Santiago Apóstol y Santa María, el teatro Chapí, algunas casas nobles, plazas encantadoras y, en sus inmediaciones, el santuario de Nuestra Señora de las Virtudes.

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7. GUADALEST

Miramos al interior de Alicante, porque ahí, sobre una peña a 568 metros de altitud, está el que pasa por ser uno de los pueblos más bonitos de Alicante y hasta de España. Y es que este pequeño pueblo medieval de la Marina Baixa se ha conservado tal y como lo construyeron los musulmanes. Su belleza también la adorna el embalse que queda a sus pies, sus barrios del Castillo y del Arrabal, sus numerosos museos y el espectacular entorno natural de la sierra de Aitana que lo envuelve.

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8. MORAIRA

Tiene siete playas y calas (en la imagen, la del Portet), pero lo mejor para ir de una a otra es seguir la ruta de los miradores o de los acantilados, un trayecto de solo 5 kilómetros que deja con la boca abierta por sus vistas al Mediterráneo. Moraira está en el municipio de Teulada, pero junto al mar y cuenta con un casco urbano de calles estrechas y construcciones blancas que se empieza recorriendo por la iglesia de Nuestra Señora de los Desamparados y se disfruta a la mesa en sus restaurantes comiendo arrocitos y pescado fresco junto al mar. El final del día debe concluir en la torre de Cap d’Or, una torre vigía del siglo XVI, viendo cómo se pone el sol. Existe una bonita ruta senderista, corta y bien señalizada, que parte de la playa del Portet y sube hasta la torre (también es posible subir en coche).

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9. BIAR

La comarca del Vinalopó no solo es conocida por sus uvas, ¡hasta siete variedades hay! También por sus castillos, enlazados en una ruta de la que forma parte el de Biar. Ahí está, sobre un cerro rocoso, a 750 metros de altitud, la fortaleza que levantaron los musulmanes en el siglo XII y que conserva en pie su doble recinto amurallado y almenado con su paso de ronda. Diecinueve metros de altura tiene su torre, que conserva en su interior el ejemplo más antiguo de bóvedas de estilo almohade. A la belleza de Biar contribuyen también su santuario, el acueducto ojival, su museo etnográfico y las montañas que se levantan en las estribaciones de la sierra Mariola.

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10. DENIA

Mirando al mar también está Denia, rodeado de un entorno de urbanizaciones diseminadas. Los hay que llegan en busca de las playas y luego caen rendidos cuando pasean por sus calles, se encuentran con un castillo musulmán, que por algo fue capital de un reino taifa árabe, asisten a la subasta del pescado en la lonja, descubren un monte, el Montgó, que es parque natural y disfrutan con la gastronomía más vanguardista en el restaurante de Quique Dacosta.

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