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LAS ALDEAS FORTIFICADAS DEL LARZAC

Para comenzar la ruta habrá que dirigirse a la meseta del Larzac, una zona del sur de Francia, a dos horas en coche de la frontera con España y poco más de una hora hacia el interior de la ciudad de Montpellier. Hoy forma parte del Patrimonio de la Humanidad y para los amantes de la historia y del patrimonio esta planicie del Larzac es un tesoro, pues durante cinco siglos los templarios estuvieron al cargo de su territorio.

 

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Dos días nos harán falta para seguir los pasos a estos caballeros y recorrer los 85 kilómetros que conforman el circuito de sus cinco aldeas fortificadas y bien conservadas: La Cavalerie, La Couvertoirade (dentro de la asociación Plus Beaux Villages de France -los pueblos más bonitos de Francia-), Saint-Jean d’Alcas, Sainte-Eulalie-de-Cernon y Le Viala-du-Pas-de-Jaux.

Son encantadoras localidades amuralladas en las que perderse por la Francia más rural en un viaje a la Edad Media en el que descubrir palacios, vestigios de los templarios... pero también para desconectar y hacer rutas en el entorno, tanto caminando como en bici. Para una actividad divertida en familia está el vélo-raíl de Larzac una antigua vía férrea que se recorre en bici-raíl o velocarro (tourisme-aveyron.com) sin esfuerzo.

 

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ROQUEFORT-SUR-SOULZON

Una vez dedicado el tiempo necesario a las aldeas templarias continuamos para conocer la localidad de Roquefort-Sur-Soulzon (a media hora en coche) donde nació el famoso queso Roquefort y donde madura en bodegas excavadas en la propia roca. Cuenta la leyenda que fue un pastor despistado y enamorado quien siguiendo a su amada olvidó su pan y cuajada de oveja en una de las grutas del monte Cambalou. Al regresar se habían enmohecido y aún así lo probó y le pareció delicioso y así surgió el queso Roquefort.

La visita a una bodega es imprescindible, donde de la mano de los queseros se descubre cómo es la elaboración artesanal de este queso reconocido en el mundo entero.

 

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ABADÍA DE SYLVANÈS

Conduciendo media hora desde Roquefort nos encontramos la primera abadía cisterciense construida en el Aveyron, fundada en el siglo XII en un valle fértil con suaves pendientes arboladas por los discípulos de San Bernando. Un lugar de proyección cultural y espiritual, donde se organizan festivales de música sacra y muchas otras actividades (sylvanes.com).

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VIADUCTO DE MILLAU

No solo para cruzar por él, también para pararse a contemplarlo desde su área de descanso. Y es que, suspendido entre el cielo y la tierra, este estilizado puente diseñado por el famoso arquitecto inglés Norman Foster es el tramo más espectacular de la autopista A75, La Méridienne, en la salida 45. Una obra de ingeniera de récord –343 metros de altura (más que la Torre Eiffel) y 2460 metros de largo– que salva el valle del río Lot. Queda muy próximo a Peyre, otro pueblo bonito para descubrir y a tan solo 19 lilómetros de Rochefort-Sur-Soulzon.

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RODEZ

Esta pequeña ciudad de apenas 24.000 habitantes que hace de capital del Aveyron también puede ser un buen punto de partida para iniciar la ruta, en vez de hacerlo por el sur, incluso para utilizarla como base para las distintas rutas regresando siempre a ella para alojarse, porque todas las demás localidades se encuentran a su alrededor.

Una vez en ella, tenemos que recorrer las calles peatonales del viejo Rodez intramuros, asombrarnos con la catedral gótica de Notre-Dame y su campanario, puro encaje de piedra a 87 metros de altura, o visitar en el museo Fenaille (musee-fenaille.rodezagglo.fr) donde se encuentra la más importante colección de estatuas-menhires de Europa.

 

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BELCASTEL

25 kilómetros separan Rodez de Belcastel, un pequeño pueblo medieval de postal a orillas del río Aveyron. Tranquilo, porque apenas viven en él medio centenar de vecinos, pertenece a club de 'Los pueblos más bonitos de Francia'.

Sus casas de piedra se posan en un escarpado y frondoso valle y su entramado de callejuelas conducen hasta el castillo del siglo XI, encaramado sobre una roca escarpada que domina desde lo alto todo el pueblo. Otra de sus mejores fotografías es la imagen de su puente medieval.

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VILLEFRANCHE-DE-ROUERGUE

Conduciendo hacia el este desde Rodez o Belcastel llegaremos en poco tiempo a Villefrance, otra de las ciudades medievales fortificadas de la ruta. Caminando por las estrechas callejuelas de su bastida se alcanza la porticada plaza Mayor, corazón de la villa, centro de la villa pública y también de la religiosa, porque aquí encontraremos su colegiata, con un porche-campanario asombroso, como también lo es su coro y las vistas desde lo alto.

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Entre casas medievales y torres de los antiguos comerciantes ricos se va desvelando su patrimonio, en el que no hay que perderse tampoco la cartuja Saint-Sauveur, con uno de los claustros más grandes de Francia.

 

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NAJAC

Todas las distinciones –la de Los pueblos más bonitos de Francia, País de Arte e Historia o Sitios mayores de Midi-Pyrénées– las acapara este pueblo colgado en lo alto de una cresta rocosa. Najac se extiende a lo largo de una sola y única calle. En una punta, el imponente castillo, que es un claro ejemplo del dominio real después del episodio cátaro; abajo, los meandros del río Aveyron, y rodeándolo, frondosos bosques.

Recorriendo a pie la que se transformó en bastida a mediados del siglo XIII, se pueden admirar un gran número de casas antiguas, entre las que destaca la del Gobernador o la del Senecal, pero también la curiosa fuente de los Cónsules, la iglesia gótica de San Juan el Evangelista, la puerta fortificada de la Pica, los soportales de la plaza del Barry y el puente de San Blas.

 

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CONQUES

Y si Belcastel es bonito, Conques es la estrella del Aveyron, un pueblo maravilloso de casas medievales con entramados de madera dispuestas en armonía a ambos lados de la rue Henry Paraye y de las cuestas que parten de la rue du Chamaine. Está a 37 kilómetros al norte de Rodez, la capital de la región, y es la visita estrella.

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Que sea una de las etapas más concurridas del Camino de Santiago en Francia tiene que ver con una reliquia de la jovencísima mártir Santa Fe (Sainte-Foy), que reposan en la abadía románica de Sainte-Foy, Patrimonio de la Humanidad junto con el puente sobre el Dourdou. Para adornar también esta villa fortificada de Alsacia están el castillo de los Humières o la porte du Barry.

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